La decisión de Donald Trump de elegir a Jerome Powell como sucesor de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal (Fed) a partir de febrero revela que la Casa Blanca apuesta por la continuidad de una política monetaria que no ha logrado reactivar la economía americana hasta su potencial de crecimiento. Y aun cuando el PIB esté creciendo, la frustración que provocan los bajos salarios, la falta de inversión empresarial y el aumento de la desigualdad supera de lejos la supuesta preocupación oficialista de que la inflación esté por debajo del objetivo del 2%.

Jerome Powell, 64 años, abogado de formación y con experiencia en el sector privado al haber trabajado en el banco de inversión Carlyle Group, ha sido desde 2012 gobernador de la Fed, donde ha apoyado la política gradual y de consenso de Yellen. Su estrategia central se ha basado en bajos tipos de interés, abundante creación monetaria y un dólar débil.

La cuestión es que, como afirma John B. Taylor, su máximo rival para ocupar el cargo, la población activa (el 62,7% frente al 66% habitual), está cerca de su nivel más bajo desde el malestar de finales de los años setenta. Y agrega: "el país está experimentando la peor carrera en cinco años para la productividad y el salario está creciendo lentamente".

Para Taylor, con fama de "halcón", la política económica y monetaria ha estado enfocada principalmente hacia el estímulo a corto plazo, lo que ha llevado a las empresas a utilizar sus ganancias en recompras de acciones y en el reparto de dividendos, mientras la inversión en activos reales, como las instalaciones o innovaciones, se encuentra en niveles muy bajos.

En la misma dirección, el Premio Nobel de Economía Robert Solow se pregunta si EE. UU., junto con Europa y Japón, están atrapados en un "estancamiento secular", como en los años treinta describió Alvin Hansen, momento en que una economía se encuentra parcial o totalmente incapacitada para aprovechar al máximo su potencial productivo.

Economistas de primer nivel como El-Erian han apuntado al peligro de que políticas monetarias prolongadamente expansivas a través de tipos bajos pueden dar lugar a "una excesiva toma de riesgos financieros", lo que puede ocasionar burbujas.

Para Jerome Powell, el camino seguido hasta ahora es correcto y debe proseguirse con el fin de lograr una senda de crecimiento del 2% y un fuerte crecimiento del empleo que presione al alza los salarios, lo que empujaría a las empresas a invertir. El futuro presidente de la Fed sería también partidario de aligerar las regulaciones que afectan al sector financiero.

Según Trump, la estabilidad monetaria puede acompañar a la reforma impositiva que prepara Gary Cohn, que también sonó como posible sucesor de Janet Yellen. Esto es, la idea sería neutralizar la política monetaria, llevándola hacia un consenso entre demócratas y republicanos, para entregar el protagonismo a la política fiscal. Es un nuevo comienzo desde otro ángulo. La cuestión es alcanzar un crecimiento del 3% para lograr la paz social en EE. UU. y hacer frente a la vez al progresivo despliegue hacia el liderazgo global de China, que en breve visitará Trump. Otro viaje con posibles turbulencias.