Un día cualquiera de 2008, en la playa del pueblo de Salme, en la isla de Saaremaa (Estonia), los trabajadores que están excavando muy cerca de la escuela municipal, se tropiezan con los restos de un barco antiguo bajo la arena. Hay restos humanos enterrados dentro del barco, y el ajuar mortuorio contiene joyas y sobre todo, espadas, otras armas y cacharros de guerra. La quilla del barco, la decoración de los objetos y la antigüedad de los restos muestran que no son recientes, son guerreros de la época de la edad de hierro nórdica (años 700-750 de nuestra era), al inicio de la expansión marítima de los vikingos. En el año 2010 se encuentra un segundo barco cerca de este primero, de la misma época. En total se recuperan los restos de hasta 42 hombres fornidos, muertos de forma cruenta. Un asalto o una batalla que no debió de tener éxito y que provocó la muerte de todos ellos, cerca de la costa, donde habían desembarcado. Los vikingos construyeron un imperio marítimo extenso. Dueños del mar, con sus barcos se expandieron, negociaron, asaltaron, guerrearon, ocuparon, piratearon y, en definitiva, sacudieron la historia de las poblaciones del norte de Europa durante el primer milenio de nuestra era, aproximadamente entre el 750 y 1050. Con mayor o menor fidelidad, disfrutamos de las historias de los vikingos y sus sagas de dioses nórdicos en la ópera, en películas, videojuegos y series de televisión.

Los vikingos no sólo vivieron en lo que actualmente es Dinamarca, Noruega y Suecia, sino que su radio de acción se extendió por el Báltico (como este entierro en Estonia) y dentro de Rusia hacia el Este, a Islandia y Groenlandia por el oeste, y también hacia el sur, Inglaterra, Escocia, Irlanda, y toda la costa atlántica. No quedó mar, costa ni río navegable en el que no exploraran, hasta Polonia, Alemania, Italia y Ucrania. Nos imaginamos a los vikingos originales con una fisonomía similar a la que encontramos en las poblaciones escandinavas actuales, con una coloración del pelo y ojos muy clara. Sin embargo, el análisis genético de todo el genoma de más de 442 restos de vikingos –enterrados en varios lugares y asentamientos, desde restos de 1600 años a.C. hasta 1050 de nuestra era– comparadas con las poblaciones actuales, demuestran que no había una población del todo homogénea e ilustra la diversidad de sus orígenes. Tanto es así, que una de las conclusiones de este trabajo es que el término "vikingo" nombraba a una cultura compartida y una forma de vivir, de cara al mar y la guerra, pero que genéticamente era una población diversa, con inputs genéticos del resto de Europa.

Las poblaciones del interior no se mezclaron mucho con recién llegados, y quedan relativamente aisladas genéticamente, mientras que las poblaciones costeras, particularmente las de islas en sitios estratégicos y de paso, como Gotland, tienen una mayor diversidad. Analizando el DNA, se pueden detectar claramente los flujos migratorios, los restos genéticos de los vikingos que se encuentran en Inglaterra, tienen origen danés; en el Báltico encontramos la huella de los vikingos suecos, mientras que los vikingos noruegos dejaron su huella genética en los asentamientos de Irlanda, Islandia y Groenlandia.

Además de analizar la proximidad genética de los grupos, la secuenciación del genoma permite dar una ojeada a historias conmovedoras. Cuatro hermanos están enterrados de lado, con sus espadas en la mano, en Salme. De hecho, todos los que estaban en aquellos barcos debieron de venir del mismo pueblo. Me imagino la gran pérdida para su familia, que debió mirar al horizonte, día sí y día también, sin saber que los 4 hijos o hermanos habían muerto guerreando. No debió de ser una vida fácil. También el análisis genético da sorpresas inesperadas, demostrando el talante viajero de las familias: dos primos hermanos de los cuales no sabemos los nombres, pero uno está enterrado cerca de Oxford y el otro en Dinamarca, a centenares de kilómetros uno del otro. También podemos saber que las poblaciones que llegaron a Groenlandia se debieron de quedar poco tiempo. No se detecta que haya consanguinidad elevada (que se produce cuando hay un pequeño porcentaje de fundadores y todos los descendientes están relacionados familiarmente), tampoco hay pruebas de que se cruzaran con los inuits o los esquimales. En cambio, los hombres tienen una procedencia genética, mientras que las mujeres tienen un origen genético diferente. ¿Quizás hicieron un rapto de las Sabinas a la manera vikinga en algún pillaje o asalto previo a llegar a Groenlandia?

¿Se parecen los descendientes escandinavos actuales a los antiguos vikingos de sus regiones? En general, hay mucha proximidad genética con sus antepasados, excepto en Suecia, donde sólo se comparte entre el 15 %-30 % de herencia vikinga. Fuera de los países nórdicos, Polonia tiene en torno a un 5 % e Inglaterra, un 6 % de DNA de origen vikingo en sus respectivas poblaciones. Sin embargo, eso sí, podemos observar el efecto de la selección natural en este milenio en algunas características concretas. Ya nos podemos quitar de la cabeza la idea de vikingos rubios que bebían leche todo el día. Los restos genéticos de los vikingos ancestrales demuestran que muchos tenían el pelo oscuro y que había una gran proporción que eran intolerantes a la lactosa. Otros estudios anatómicos demuestran que la gran mayoría de los vikingos sufrían caries y muchos eran desdentados a partir de una cierta edad, porque perdían los molares, seguramente a causa de su afición a comer frutos y dulces, y beber hidromiel, la bebida de los dioses, hecha de agua y miel fermentada... ¿Os imagináis al dios Thor, con el pelo negro y desdentado?

¿Cuántos misterios de nuestro pasado podremos resolver en el futuro gracias a los análisis del DNA?