Encendemos la radio o abrimos el diario, miramos las noticias, al ascensor o a la hora del café, y la epidemia de coronavirus sale a las conversaciones continuamente. Quizás tenemos un empacho de noticias, algunas de las cuales claramente buscan la imagen chocante de una pandemia, y otros, en cambio, intentan mantener el sentido común y la calma. Quizás hemos visto muchas películas de virus escapados de un laboratorio ultrasecreto, o quizás es que tenemos miedo de aquello que no podemos ni ver ni controlar. También es cierto que muchos nos dimos cuenta del efecto potencial de la epidemia cuando se anuló el Mobile World Congress, y hay regiones del mundo donde se han cerrado escuelas y fábricas, hay cuarentena y restricciones de movilidad. Incluso, he leído comentarios desagradables sobre personas con fisonomía asiática, como si todas fueran portadoras de virus. El miedo es un sentimiento que permite prever situaciones comprometidas antes de que sucedan gracias a la experiencia previa, pero es muy limitante. Y el pánico, el miedo irracional, es una emoción sin control que se transmite muy rápidamente, escapando al control de la mente y de efectos imprevisibles.

Hay que ir con cuidado del miedo que se transforma en pánico. Por eso son tan necesarias las acciones informativas a todos los niveles. A muchos programas noticias y tertulias se habla sin mucho conocimiento de causa, pero también es cierto que he notado un esfuerzo de muchos presentadores de invitar a especialistas, sean médicos epidemiólogos, consultores de la OMS y, también, virólogos y microbiólogos. Y es muy importante que las universidades e instituciones de investigación y conocimiento promocionen actividades abiertas a todos los públicos, y para formar a sus estudiantes y otros colegas y así, puedan hacer de semilla de diseminación de conocimiento "con causa". Creo que en varios centros se han hecho actividades similares, pero yo asistí el día 13 de febrero, en la Facultad de Biología de la UB, a una excelente jornada informativa, "El coronavirus de Wuhan: hechos, miedos y ciencia" (en abierto, si os interesa), con especialistas de varios aspectos del coronavirus, desde estructura vírica, a los murciélagos como grandes reservorios de virus y enfermedades, a avances en la fabricación de una vacuna efectiva, hasta qué nos dice la epidemiología de la transmisión de la infección.

El miedo es un sentimiento que permite prever situaciones comprometidas antes de que sucedan gracias a la experiencia previa, pero es muy limitante

Para empezar tendríamos que dar el nombre de la enfermedad infecciosa, que es Covid-19, causada por este nuevo coronavirus, el Sars-Cov-2. Fijaos en que el nombre de la enfermedad y del virus son diferentes. Por otra parte, os tengo que decir que no hay tratamiento aprobado que sea efectivo contra este coronavirus. Lo mejor es la contención de la infección, que es lo que intenta las medidas implementadas. Podéis seguir las noticias y consejos de la conselleria de Sanidad de la Generalitat, del Ministerio de Sanidad, pero también noticias y avances científicos de todo el mundo que se actualizan diariamente a las páginas web de la OMS (WHO). Curiosamente, aunque hay muchos grupos que trabajan en posibles tratamientos contra el coronavirus (tenéis un resumen en este artículo en Nature), de momento, no hay ninguno aprobado como terapia, pero sí como prevención. ¡Recordad que os tenéis que lavar las manos, a menudo intentar no tocaros nariz, boca u ojos innecesariamente, mantener una cierta distancia con las personas, y sobre todo, si tenéis síntomas de un resfriado y una gripe, no hagáis de aspersores víricos!, intentad toser y estornudar cubriéndoos la boca. Y si tenéis fiebre, id al médico e indicad vuestros síntomas. La OMS ha desmentido una recopilación de "mitos urbanos" para cuidar el Covid-19, que si no fuera un tema tan serio, provocaría risa. No, comer ajo no mata los virus. El ajo es un antimicrobiano o antiséptico en algunos casos, pero comer ajo crudo no mata los virus, pero eso sí, quizás hace de barrera efectiva "olorosa" para que no se acerque nadie. Tampoco es cierto que ciertas hierbas puedan matar los virus. Al final, es el mismo sistema inmunitario de cada uno quien vence la infección vírica, y lo que se hace en los hospitales es contención de la infección de una lado, y del otro, tratar los síntomas y alteraciones de órganos que son consecuencia de la infección vírica.

Uno de los peligros de esta enfermedad es que un gran número de personas son asintomáticas y pueden, en cambio, actuar como dispersores de los virus. Hasta ahora, las muertes son una pequeña proporción de los infectados y, en general, presentaban problemas de salud previos multiorgánicos, o con el sistema inmunológico deprimido. ¿Podemos calcular cómo se extenderá el virus y la infección por el mundo? En estos momentos hay investigadores que analizan los datos de dispersión de la infección utilizando algoritmos matemáticos y usando datos de movilidad humana. Se pueden hacer a escala mundial, considerando las redes de transporte, pero también, utilizando datos a menor escala de movilidad de personas (por eso pueden servir, por ejemplo, los datos extraídos de la geolocalización de los móviles). Investigadores de redes complejas de la Universidad Rovira i Virgili y de la Universidad de Zaragoza han hecho un interesante modelo de mapa de transmisión de la enfermedad Covid-19 en el Estado español (península e islas), que se actualizará según lleguen nuevos datos. El modelo considera datos de movilidad interna, pero no tiene datos de migraciones y entradas desde el exterior. Tendremos que estar atentos a ver cómo evolucionan estos datos de riesgo de infección y transmisión.

¿Cuál es el origen de este coronavirus? Curiosamente, hemos tenido ya dos epidemias previas de coronavirus (SARS y MERS) en el siglo XXI. El SARS surgió en China también, y fue inicialmente transmitido a humanos desde civetas, mientras que el MERS surgió en Oriente Medio, a partir de virus de camellos. En los dos casos, al igual que ha sucedido con el SARS-Cov-2, se trata de zoonosis, enfermedades infecciosas que se originan en animales y pasan al hombre con mayor virulencia. ¿De dónde ha salido el SARS-Cov-2? De momento, todos los análisis de secuenciación de DNA nos dicen que estos coronavirus humanos proceden de murciélagos. Se ha especulado con que pudieran proceder del pangolí (un mamífero que come hormigas, cubierto de grandes escamas, y de carne muy preciada en China, aunque su venta está prohibida), pero esta semana se ha descartado esta hipótesis, cuando se ha hecho pública la secuencia de los SARS aislados en pangolí. Similares y próximos pero no la misma cepa de coronavirus. De momento, la hipótesis que se mantiene es que procede del murciélago (con virus que presentan más de un 96% de homología de secuencia con el DNA del SARS-Cov-2). Esta no es una noticia sorprendente, ya que los murciélagos son reservorios de más de 200 cepas y especies de virus diferentes que pueden infectar a los humanos. El sistema inmunitario de los murciélagos es diferente del de los humanos y pueden, de un lado, al tener un metabolismo muy acelerado, tener una temperatura basal corporal mayor que controla la infección del virus, y de otra, su reacción a la infección no es tan exacerbada, como sucede en los humanos. Eso hace que los murciélagos, muy abundantes por todo el mundo, elementos necesarios de muchos ecosistemas y de los cuales conocemos más de 1300 especies diferentes, sean, por otra parte, un reservorio sin precedentes de enfermedades infecciosas que podemos llegar a sufrir y ni siquiera conocemos a estas alturas. Como veis, todavía nos queda mucho para hablar de los coronavirus.