En casa tenemos un perrito pequeño, se pasa el día tranquilo durmiendo, hasta que llegamos a casa y, entonces, todo son fiestas. Sin embargo, no le gustan los extraños, y si viene gente a casa, tiene dos actitudes muy diferentes: o los rehuye y se esconde o los ataca. Todavía no hemos llegado a averiguar cuál es el motivo de esta diferencia tan grande en su actitud. Todos los que tenemos perros nos podemos hacer la pregunta "¿cómo es nuestro perro?" y las respuestas seguramente serían muy variadas. Nos podemos preguntar si el comportamiento y carácter del perro es genético o más bien producto del ambiente. La respuesta es muy similar a la que daríamos para el comportamiento humano, hay un componente genético importante modulado por la experiencia y la educación. De hecho, los veterinarios usan medicamentos humanos (adaptados en su dosis y administración) para tratar diferentes afecciones comportamentales caninas, como la depresión.

Los humanos convivimos con el perro desde hace más de 10.000 años. Lo domesticamos para aprovechar sus habilidades como cazador y la capacidad para la obediencia y sentimiento de pertenencia y afecto hacia los que considera miembros de su grupo natural. Este proceso de domesticación no debió favorecer la capacidad de cooperación de igual a igual, sino probablemente el sentimiento de dominancia del humano sobre el animal. Hay estudios que apuntan a que los lobos comparten más sentimientos cooperativos con su manada, mientras que los perros suelen establecer jerarquías. En todo caso, durante la historia conjunta de humanos y perros, los perros se han cruzado libremente y los humanos, muy probablemente, han ido seleccionando a los cachorros que tenían las características más apreciadas, como ser un miembro leal del grupo, un buen guardián o cazador y un compañero dispuesto y fiable. Las razas que hoy en día definimos como "puras" son fruto de la intervención humana durante los últimos 160-200 años, desde la época victoriana, en que la nobleza quería animales de compañía que sorprendieran o sobresalieran por unas características muy pintorescas o diferentes de las otras mascotas, ya fuera por la coloración y el patrón del pelaje, la mirada, la forma de las orejas o del hocico, su altura u otros rasgos morfológicos. Haciendo cruces y más cruces (muchos de ellos consanguíneos para ir seleccionando características genéticas recesivas), los humanos hemos establecido más de 200 razas de perros, tan diversos como un chihuahua o un pastor alemán. Por lo tanto, las razas puras son producto de la manipulación y selección genética humanas, que han sido escogidas básicamente por sus características externas. Sin embargo, a la estética animal le unimos características de comportamiento, y decimos que una determinada raza es independiente, asertiva y juguetona, mientras que otra es más tranquila y afectuosa, y otra, más nerviosa y antisocial. Nos podemos preguntar hasta qué punto son ciertas estas afirmaciones genéricas sobre el comportamiento de las diferentes razas de perros.

Hay varios trabajos sobre la genética de los perros y sus características de comportamiento, y uno de ellos acaba de ser publicado y es la portada en la revista Science de esta semana, pero antes de entrar a describiros qué analizan y concluyen, querría hacer una reflexión general. La gran mayoría de perros que hay en el mundo no son razas puras. Vuelvo a insistir en una cuestión que todos los que hemos estado en el campo sabemos, y es que los perros, ni que sean miembros de una familia y tengan amos, suelen correr libres, las hembras y machos obedecen a sus hormonas y no esperan a que los humanos les digamos con quién se tienen que cruzar. Por lo tanto, estudiar la relación entre diferentes tipos de perros y la genética del comportamiento no deja de ser un estudio genético interesante para identificar genes relevantes por alguna característica concreta, pero difícilmente podrá explicar cómo se relaciona el comportamiento individual de un perro con la gran variabilidad genética de los perros en general, ni con el impacto que el ambiente tiene sobre este comportamiento concreto.

Llevada|Traída de la revista Science 376(6592), 29 de Abril de 2022
Portada de la revista Science 376(6592), 29 de Abril de 2022

Dicho esto, los investigadores parten de un gran proyecto de ciencia ciudadana de los Estados Unidos llamado Darwin's Ark (el Arca de Darwin), en el que son los mismos amos de los perros los que proporcionan los datos comportamentales y la muestra genética para ser secuenciada y estudiada. Los registros contienen más de 18.000 perros, pero las muestras de DNA para analizar (extraídas de forma no invasiva) no son obtenidas al azar, ni el estudio está diseñado para cubrir la máxima diversidad genética. Pensad que en torno al 50% de los genomas analizados son de raza pura, una cuarta parte son híbridos descendientes de dos o más razas puras, y el resto son perros que los investigadores llaman "del campo" (es decir, sin ascendencia genética conocida). La evaluación del comportamiento de cada perro la hace el dueño o dueña del perro correspondiente, que responde un cuestionario básico de 100 preguntas sobre varias acciones y respuestas del perro a varios estímulos, así como hace una descripción descriptiva del perro mediante adjetivos, de forma totalmente subjetiva. El análisis genético se realiza tanto mediante secuenciación de todo el genoma de 2.115 perros de hasta 128 razas diferentes, como por el genotipado de posiciones concretas del DNA (SNPs) en un millar de animales más, que les permite definir 11 regiones cromosómicas relevantes para el comportamiento canino. La conclusión principal es que el comportamiento es heredable (25% aproximadamente de heredabilidad), pero que sólo se asocia un 9% de las características comportamentales asignadas a cada una de las razas, mientras que las características físicas sí que tienen una alta correlación con cada raza concreta. Los autores concluyen que no se pueden escoger animales de una determinada raza esperando que tengan un comportamiento definido por el hecho de ser de aquella raza y no de otra (incluso han creado una página web para explicarlo). Sin embargo, el comportamiento de los perros tiene una base genética y en un artículo pasado os comenté la identificación de un gen implicado en el comportamiento "superamistoso" de los perros.

Honestamente, creo que todos estos trabajos son todavía bastante preliminares, porque no tienen suficiente potencia de análisis y no permiten obtener conclusiones claras. Es evidente que si seleccionan a una raza pura haciendo cruces consanguíneos, las características que estamos seleccionando son básicamente genéticas, sean determinadas por un único gen (herencia mendeliana) o sean determinadas por muchos genes de forma cuantitativa. Eso es lo que pasa con las características físicas. Por otra parte, el comportamiento es mucho más complejo y está determinado por muchos factores genéticos diferentes, que, además, son modulados por factores ambientales. Como sucede en los estudios de comportamiento en humanos, a menos que no tengamos muestras de decenas de miles de individuos, difícilmente podremos encontrar estos genes y las variantes genéticas que inciden de forma importante en el comportamiento. Para colmo, la evaluación comportamental subjetiva de los dueños de los perros añade elementos de variabilidad muy grande que pueden distorsionar el análisis.

Así que mi conclusión de todo es que se trata de un estudio interesante y tiene mucho mérito porque deriva de un proyecto ciudadano, pero que científicamente hablando, si hablamos de comportamiento y genética, para llegar a conclusiones importantes todavía faltan datos de muchos más individuos, hace falta un mejor diseño para escoger las muestras, que tienen que tener una mayor diversidad genética, y se tiene que implementar una evaluación del comportamiento mucho más objetiva.