A los humanos nos gusta ir en grupo, pero también nos gusta mantener nuestra individualidad y ser reconocidos como elementos únicos. Fijémonos en que nuestros libros honran a los grandes genios, individuos con capacidades y actitudes diferentes del resto, pero raramente admiramos comportamientos globales o colectivos en que se consigue un gran avance y en que la relevancia de la aportación individual dentro del grupo queda difuminada. Sin embargo, muchos de los grandes avances humanos son grupales y anónimos. El descubrimiento del fuego, la rueda, la cerámica, los utensilios, o la gran expansión de la agricultura surgida durante el neolítico, no tienen nombre y apellido, y nos pertenecen a todos. Ante grandes crisis, también es el conjunto de los humanos los que nos tenemos que unir, porque somos inmensamente más poderosos juntos que separados. Digo eso porque estoy firmemente convencida de que, de esta gran pandemia de la Covid-19, saldremos adelante gracias a la aportación individual, pero también y sobre todo, gracias a la aportación anónima y colectiva desde muchos ámbitos. Una aportación colectiva de toda la sociedad, porque hay mucha otra gente en muchísimos rincones del mundo añadiendo su grano de arena, colectivamente.

Desde el punto de vista del día a día, todos somos muy conscientes del esfuerzo máximo que médicos y personal sanitario están haciendo diariamente de cara a los pacientes, y también de muchas otras personas que trabajan en tareas esenciales. Hay muchos otros que también trabajan, desde el ámbito de la ingeniería, conozco acciones colectivas y solidarias fantásticas que también ayudan a hacer frente a necesidades concretas sanitarias, pero como lo que yo conozco es el colectivo científico, me permitiréis que cuente un poco sobre algunos de los avances colectivos que se están realizando en conocimiento básico:

1) Hay varios grupos por todo el mundo que están intentando obtener el máximo conocimiento del virus, mediante el análisis de la estructura de su genoma. Una vez tenemos un genoma de referencia, la secuenciación de diferentes cepas del virus por todo el mundo permite saber cómo está evolucionando, si adquiere nuevas mutaciones que lo puedan hacer más o menos infectivo y, de paso, seguir la propagación a escala molecular. Aunque todos los Sars-Cov-2 secuenciados derivan de los aislados en China, después, los virus han divergido y expandido de forma diferente, propagados por miles de personas por todo el mundo. Así sabemos, por ejemplo, que las cepas de coronavirus que han llegado a España y han infectado a pacientes, al menos de las que se han secuenciado, se emparientan en dos grupos diferentes. En este proyecto, participan muchos grupos, grandes y pequeños, y TODOS liberan sus datos y los ponen en repositorios públicos, para que todo el mundo las pueda analizar (podéis consultar cómo va avanzando este proyecto colectivo en nextstrain).

2) Otros grupos intentan usar los datos de movilidad de las personas para predecir cómo se propaga la infección e inferir cómo parar la propagación, utilizando modelos matemáticos de predicción. Hay grupos de epidemiólogos, matemáticos y físicos por todo el mundo detrás de esta tarea, y todos lo hacen a contra reloj para dar las mejores predicciones. De lo que tenemos que ser conscientes es que para que estos modelos funcionen, necesitan datos, muchos datos de movilidad y del estado de salud, y estos datos los tenemos que proporcionar entre todos, colectivamente. Hablamos de un comportamiento colectivo, que genera una predicción colectiva, y que necesita una solución colectiva.

3) Una de las cuestiones que más preocupan a los científicos es averiguar por qué hay personas que se infectan de forma más grave, incluso mueren, mientras que otros lo pasan asintomáticamente. En todas las infecciones víricas, hay diferencias en la respuesta individual, pero en la Covid-19 estas diferencias son muy extremas. Más allá de las personas mayores y con problemas de otras enfermedades previas que, claramente es un colectivo muy vulnerable, hay un sector pequeño de la población en que también encontramos a gente joven, que presentan una reacción exacerbada de su sistema inmunitario, tanto es así que puede comportar la muerte en pocos días. Muy probablemente hay diferencias genéticas que lo explican. Por eso, se ha puesto en marcha una acción conjunta y coordinada, con investigadores de países de todo el mundo, para poner en común los datos genéticos de la gente infectada y su respuesta. Hay muchos bancos de datos, por ejemplo, en el Reino Unido (en el que se conoce el genoma de unas 500.000 personas) o en Islandia, en que se puede analizar si se infectan, o no, y cómo reaccionan al Sars-Cov-2. También hay muchos grupos que empiezan a secuenciar el genoma de los pacientes que reaccionan gravemente. La idea surgió y se implementó como grupo en menos de tres días, en un esfuerzo ingente y colectivo para encontrar la causa que nos explique el porqué de estas diferencias. Si sabemos las diferencias genéticas en la respuesta a este virus, podemos diseñar tratamientos que nos hagan reaccionar delante del virus como los individuos asintomáticos, y tratar específicamente a los que reaccionan con mucha gravedad. Dentro de estos trabajos, acaba de salir una prepublicación (todavía tiene que ser analizada y corroborada por otros científicos), que hace un análisis de la relación entre la susceptibilidad diferencial a la Covid-19 y los grupos sanguíneos.

4) Evidentemente, también hay muchos esfuerzos por intentar prevenir y cuidar la Covid-19 en la actualidad. Sabemos que la vacuna tardará un tiempo todavía y hay que buscar medicamentos que puedan ser utilizados directamente en pacientes, porque ya conocemos cuáles son las dosis efectivas, la toxicidad y seguridad. Seguro que todos habéis oído hablar de medicamentos antimaláricos (como la hidroxicloroquina) y de otros medicamentos, pero hoy os quería hablar de una nueva estrategia que también puede ser muy efectiva, y que justo acaba de ser aceptada para ser publicada (¡con investigación de mujeres científicas de nuestro país!). Esta estrategia se basa en engañar los coronavirus, en concreto el Sars-Cov-2 que infecta a los humanos, con una trampa que resulta efectiva para inactivarlos. Se deja los coronavirus en presencia de la proteína humana ACE2, la misma proteína que estos virus reconocen en las membranas de las células que infectan y que utilizan como puerta para entrar. Esta proteína en grandes cantidades engaña a los virus, que se unen y se inactivan. Es como si les dejáramos en una habitación con muchas puertas falsas, la gran mayoría de virus cae en la trampa y abre las puertas falsas, y así, quedan muy pocos que puedan ser infectivos. Eso es lo que demuestran los autores utilizando células y miniriñones en cultivo (generados a partir de células madre iPSCs). Como el tratamiento con esta proteína ya se había probado en ensayos clínicos en humanos como terapia para otras infecciones de coronavirus, este tratamiento se podría aplicar en humanos en poco tiempo y sería muy específica y efectiva como terapia preventiva, antes de la infección.

Como veis, muchos motivos para la esperanza de nuestra acción colectiva como sociedad. Sólo colectivamente nos podremos enfrentar y vencer esta pandemia.