En Madrid el ruido de togas, que es la versión 2.0 de lo que antes se conocía como ruido de sables, es ensordecedor. Es una obviedad que el Poder Judicial le ha declarado la guerra al Poder Ejecutivo (y no al revés) y en los cenáculos madrileños, donde todo el mundo presume de estar muy bien informado, describen a Pedro Sánchez como un animal acorralado, al que más pronto que tarde le llegará el golpe de gracia.
En la apertura del año judicial, la presidenta del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló, cooptada como magistrada de talante progresista, no tuvo más remedio que hacer una defensa de su gremio y un rechazo de las críticas a los jueces para satisfacer al búnker que domina la judicatura más allá de la jerarquía oficial. Eso después de un año en que el Consejo General que Perelló preside no ha tenido el coraje de intervenir cuando jueces y magistrados, con huelgas, manifestaciones, pronunciamientos, diligencias, negligencias y sentencias, han demostrado la nula voluntad de ser imparciales.
Damià del Clot publica Colpisme. De la violència militar al lawfare judicial (Voliana Edicions), un ensayo que “pone al descubierto las estrategias golpistas de los poderosos en un Estado español” donde los jueces hacen ahora el trabajo que antes se encomendaba a los militares
Hace años —por no decir siglos— que en la judicatura española siempre han mandado los mismos, pero en los últimos tiempos ha sido el Poder Judicial el que ha llevado a cabo una sutil reinterpretación de las leyes contraria al espíritu constitucional de 1978, lo que los especialistas consideran un golpismo blando o de terciopelo. Esta evolución desde la transición la explica con detalle el doctor Damià del Clot, que acaba de publicar Colpisme. De la violència militar al lawfare judicial (Voliana Edicions), un ensayo que “pone al descubierto las estrategias golpistas de los poderosos en un Estado español que, pese a autoproclamarse democrático, tolera estrategias subversivas de alta y baja intensidad”. Vale la pena, entre otros episodios, para seguir el guion del antiprocés.
El golpe contra Pedro Sánchez será judicial o no será, dado que la actual mayoría parlamentaria prefiere la incomodidad de convivir con un Ejecutivo que hace aguas por todas partes antes que propiciar el acceso al Ejecutivo del franquismo reconstituido. Aun así, Pedro Sánchez lo tiene todo en contra para resistir. Con el caso Koldo, el encarcelamiento de Santos Cerdán, la imputación de la esposa y el hermano en manos de jueces significados, los próximos meses serán un sinvivir para el presidente español, porque también es cierto que algunas irregularidades son difíciles de defender. Con otros gobiernos, asuntos más escandalosos que poner una secretaria a la esposa o colocar a un hermano fueron exculpados, disculpados o incluso aplaudidos. La diferencia es que a Pedro Sánchez le tienen ganas, por la amnistía y por haber articulado una mayoría parlamentaria republicana. Y cuando un juez se empeña en encontrar materia, no se detiene hasta dar con algo interpretable como prueba, tal como le está ocurriendo al fiscal general.
El golpe contra Pedro Sánchez será judicial o no será, dado que la actual mayoría parlamentaria prefiere la incomodidad de tener que convivir con un ejecutivo que hace aguas por todas partes antes que propiciar el acceso al Ejecutivo del franquismo reconstituido
Efectivamente, la batalla principal de los jueces es la ofensiva contra la amnistía, por el doble motivo de desestabilizar la mayoría parlamentaria, pero sobre todo impedir la desautorización del Tribunal Supremo, dado que la amnistía implica tácitamente reconocer que los condenados y perseguidos fueron injustamente perseguidos y condenados. En este frente, Cándido Conde-Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional, se ha convertido en el enemigo a batir, con ataques simultáneos en el ámbito doméstico y en el ámbito europeo, cuyo desenlace nadie sabe prever.
Las dificultades de Pedro Sánchez para sobrevivir políticamente no son menores en el terreno estrictamente político. Se ha comprometido a presentar un proyecto de presupuestos que sabe que no podrá aprobar, dado que no lo votarán ni los catalanes ni Podemos, partido que se ha puesto en un sospechoso modo destructivo. Algunas fuentes apuntan que, ante tantas dificultades para mantener la legislatura, siempre será mejor convocar elecciones con el argumento de que han fallado los aliados y no hay presupuestos. Mejor eso que tener que dimitir a causa de la corrupción.
La inestabilidad política no es una particularidad española. En Francia, el gobierno está a punto de caer. Alemania ha entrado en recesión. Los Países Bajos encadenan una crisis de gobierno tras otra. En el Reino Unido ha dimitido la vice primera ministra y el gobierno de Keir Starmer no levanta cabeza. Y Úrsula von der Leyen ha consolidado definitivamente el descrédito europeo con su sumisión al presidente de Estados Unidos más indeseable
Con todo, Sánchez trasladará el dilema presupuestos o elecciones a sus aliados, y en cuanto a los catalanes, tanto ERC como Junts, mal les irá si hacen una cosa como la contraria. Sánchez sin presupuestos lo tiene difícil, pero es que además tampoco puede aprobar leyes, unas por falta de mayoría, como la reducción de la jornada laboral, y otras por cobardía política, como la prometida derogación de la ley mordaza.
Así que empieza la temporada con una previsión de inestabilidad continuada, pero eso no es una particularidad española. En Francia, el gobierno está a punto de caer. Alemania ha entrado en recesión. Los Países Bajos encadenan una crisis de gobierno tras otra. En el Reino Unido ha dimitido la viceprimera ministra y el Gobierno de Keir Starmer no levanta cabeza. Y Úrsula Von der Leyen ha consolidado definitivamente el descrédito europeo con su sumisión al presidente de Estados Unidos más indeseable. Solo falta ahora que Lamine Yamal deje de correr.
PD. La renuncia de Jaume Giró a Junts per Catalunya tiene una dimensión que va más allá de lo estrictamente personal. Para el partido de Puigdemont supone la amputación de una extremidad, la que se identificaba con el pragmatismo convergente, más partidario de la gobernanza que de la agitación. Definitivamente JxCat ha dejado de ser postconvergente. Salvador Illa y Sílvia Orriols lo celebrarán y el espacio soberanista se ha convertido en un conjunto de minifundios que se disputan la nada.