Podría ser el nombre de una novela de Jane Austen, pero si estás aquí, quizás ya sabes de qué va la historia. En una entrevista, Clara Serra —investigadora, activista feminista y exdiputada de la Asamblea de Madrid— hace una serie de juegos argumentales con la intención de moderar un discurso feminista que a algunos les parece que ha ido demasiado lejos. Serra se encarga de poner en una nebulosa los conceptos de consentimiento y deseo con el objetivo claro de que la ley entre menos en el ámbito de la violencia sexual porque, en el fondo, todo es un poco más confuso de lo que parece. Vale la pena desmontar escrupulosamente todos estos juegos para no tragarse ningún sapo.

"Si la premisa es que, en este mundo, las mujeres no pueden decir nunca verdaderamente que no, la conclusión es que hay que abandonar el consentimiento. (…) Nunca se puede decir que no de forma verdaderamente libre", arranca Clara Serra. Eso es, en realidad, liar para después decir que todo está muy liado. Como, según ella, tanto el "no" como el "sí" están viciados por las circunstancias en que se dan, hacerlos explícitos no acaba de valer. "En primer lugar, pienso que eso carga a la mujer con un peso enorme, que ahora está obligada a explicitar su deseo como condición para ser amparada de la violencia". Claro, al final habrá que firmar un contrato para follar, como dicen los cuñados. Dejando de lado el paternalismo de pensar que afirmar el deseo es una "obligación" y no una liberación, Serra no se plantea en ningún caso cómo es que se ha llegado al punto de que la mujer tenga que explicitar su deseo, y cómo es que el hombre tiene el sentido del deseo tan borroso que siempre hace pasar el suyo por encima.

A ver, Clara, qué quieres que te diga. Si, mirando el mundo, descubres que ese "no" no es válido porque las circunstancias te dan la excusa para invalidarlo, haces un poco de "la he violado porque ella lo quería"

"No se trata —sigue— de escoger entre uno no y uno sí; no depende de lo que diga la mujer, sino de si el mundo, el contexto, tiene las condiciones para que el consentimiento sea válido o no. Se tiene que mirar el mundo, no a las palabras que pronuncia una mujer." A ver, Clara, qué quieres que te diga. Si alguien te ha dicho que no, ya puedes mirar el mundo todo lo que quieras. Si, mirando el mundo, descubres que ese "no" no es válido porque las circunstancias te dan la excusa para invalidarlo, haces un poco de "la he violado porque ella lo quería". El problema de los ataques al marco del consentimiento afirmativo es que funcionan hacia ambos lados. "Si hay una situación intimidatoria y amenazadora, no se puede decir que sí", dice Clara Serra. Entendidos. Utilizar el mismo marco para explicar que tampoco se puede decir que no —que es la cita de dos líneas más arriba— y que, por lo tanto, todo es mucho más difuso que no parece, es no haber entendido mucho cómo funcionan las relaciones heterosexuales, quién tiene el poder físico y cuáles son los roles sociales de cada uno. Uno no tiene que ser siempre válido. Un "no" condicionado no implica consecuencias violentas. Un "sí" condicionado sí que puede hacerlo. Poner en duda el "no" de una mujer es abrir la puerta a la violencia sexual. Poner en duda el "sí" es poner los medios para cerrarla. Convendremos, pues, que este "ni sí, ni no" del consentimiento y el deseo, es un poco el "ni machismo, ni feminismo: igualdad" de Serra. En el fondo, acaba por poner en duda la negativa de la mujer basándose en trapicheos filosóficos.

Este "después" es la clave de todo. Si todo el acto sexual está hecho de un deseo liberado del consentimiento porque lo presupone, nada de lo que pueda pasar durante el acto será violencia, solo podrá ser un "malestar"

"Pero tener un deseo claro y transparente es una exigencia que ningún ser humano puede satisfacer. El deseo es justamente eso que no se puede decir, que está atravesado por el inconsciente y que un sujeto no puede explicitar hasta el final." Prestamos atención a esta cuestión, porque es la esencia de los engaños de la activista. Para Clara Serra, todo lo que va antes del acto sexual es consentimiento, y todo lo que pasa durante el acto sexual es deseo. Como si el uno fuera una evolución cronológica del otro y como si, llegados al acto sexual, todo estuviera hecho de deseo y el consentimiento, pues, fuera una etapa ya superada. "En otras palabras: se ha introducido el problema del deseo, la idea que saber por qué queremos lo que queremos es más complicado de lo que parece. Y, si en algún terreno no se puede escapar de este problema, está en el del sexo. Puede pasar de que uno sujeto sea ambivalente, contradictorio, quiera y no quiera, pueda consentir en cosas que no sabía que no deseaba, y se dé cuenta de que no las deseaba después de haber consentido, etcétera." Este "después" es la clave de todo. Si todo el acto sexual está hecho de un deseo liberado del consentimiento porque lo presupone, nada de lo que pueda pasar durante el acto será violencia, solo podrá ser un "malestar".

Cuando en tu cabeza el consentimiento se queda en la puerta de la habitación, es fácil mezclar peras con manzanas y poner en el mismo cesto una mala experiencia sexual y una agresión

"Además, se pueden tener relaciones sexuales que uno piensa que desea y, en el curso de la relación, te das cuenta de que no las deseabas y te resultan desagradables o asquerosas. Por lo tanto, no todos los malestares del sexo se explican por falta de consentimiento". Otra vez, todo lo que pasa durante la relación sexual queda encapsulado en el marco del deseo para que, si pasa algo desagradable, solo pueda ser "un malentendido". Pero cuando hablamos de violencia sexual, no hablemos de un mal coito ni de un coito que no satisface las expectativas porque quizás no deseabas lo que te piensas que deseabas. No es "desagradable" porque te ha dado asco o porque no ha sido como te lo imaginabas, es "desagradable" porque te han forzado. Cuando en tu cabeza el consentimiento se queda en la puerta de la habitación, es fácil mezclar peras con manzanas y poner en el mismo cesto una mala experiencia sexual y una agresión. Parece una paradoja, pero al separar así consentimiento y deseo cronológicamente, lo que hace es mezclar las consecuencias de la falta de consentimiento con las consecuencias de la falta de deseo. Si todo son malestares porque durante el acto todo es deseo, si el consentimiento llega solo hasta el momento de abrir la cremallera, no puede haber agresiones como la que sufrió la víctima de Dani Alves. "No todos los malestares del sexo se explican por falta de consentimiento" es el producto de esta mezcla. No hay ningún malestar del sexo que se explique por falta de consentimiento, porque si no hay consentimiento, hay violencia sexual, no un "malestar". Este tipo de razonamientos no sirven de nada a víctimas como la de Alves o las de Carlos Vermut, por mucho que Clara Serra procure hacer eses argumentales para no dejarlas explícitamente desamparadas. Sus víctimas consintieron hasta el último momento, hasta que los agresores las forzaron, pero el consentimiento tiene que continuar presente en la sala durante el acto sexual.

El deseo no es una consecuencia implícita del consentimiento, pero exista o no exista deseo, siempre debe haber consentimiento, que es el bajo continuo de toda relación sexual legal

Ahora sí, acabamos: "Si juntas el consentimiento con el deseo y dices que siempre que una mujer consiente, lo desea, entonces siempre que no haya deseo, habrá un delito". Esta debe haber sido la frase preferida de la entrevista para la mayoría de hombres heterosexuales convencidos que el feminismo ha ido demasiado lejos. O que tienen miedo de que un día alguien se arrepienta de tener relaciones con ellos y los denuncie, que es el triunfo del mantra de las denuncias falsas de la extrema derecha. Nadie ha dicho que siempre que una mujer consiente, lo desea. Precisamente, me parece que una parte del feminismo se ha encargado bastante de explicar que, aparte del consentimiento, en las relaciones sexuales el deseo también es importante. No siempre que una mujer consiente lo desea, aunque quizás sería el ideal. El consentimiento va con la voluntad y el deseo, con la satisfacción. El deseo no es una consecuencia implícita del consentimiento, pero exista o no exista deseo, siempre debe haber consentimiento, que es el bajo continuo de toda relación sexual legal. Como Serra mueve consentimiento y deseo en un eje temporal, como no quiere entender que uno y otro tienen que ir juntos porque el consentimiento tiene que estar siempre, tampoco entiende que son conceptos que el feminismo al cual ataca superpone sin hacer que uno sea sustituible por el otro. Por lo tanto, la falta de deseo no puede ser ningún delito. No es "juntarlos" y afirmar que, si falla el deseo, falla todo. Es que, preservando su individualidad, estén los dos. Que pueden ir juntos, pero nadie dice que sean intercambiables. Este argumento es un muñeco de paja para acariciar a los hombres heterosexuales a quien les parece que es puritanismo favorecer las condiciones para que una relación con una mujer sea de igual a igual.

Los argumentos que hay detrás de su anti-punitivismo, que son un simple "todo es más complicado de lo que parece", sirven para hacérselo más complicado a las víctimas

Mi hermano mayor, cuando era pequeño, llegaba siempre de la escuela con el lado de la mano manchado de tinta. Es zurdo, y cada vez que escribía con un bolígrafo demasiado líquido, pasaba la mano por encima de las palabras que había escrito. Sierra hace eso con el valor que tiene el "no" de una mujer y con el valor que tiene su consentimiento durante la misma relación sexual: pasa por encima y escurre la tinta, borrándolo. Los argumentos que hay detrás de su anti-punitivismo, que son un simple "todo es más complicado de lo que parece", sirven para hacérselo más complicado a las víctimas, que de una entrevista como la que he desgranado aquí saldrían salpicadas y sin nada de ganas de denunciar, desorientadas. Serra defiende la confusión confundiendo y, además, les deja una guinda final: "para mí, las relaciones humanas exigen la exposición al otro y correr un riesgo. (…) Que las cosas puedan hacer daño quiere decir que importan. La felicidad, la amistad y el amor solo son posibles si nos exponemos a los otros." Gracias a todas las víctimas por haberos expuesto y haber corrido riesgos. Nos sabe mal si os han agredido, es la vida.