Los 15 puntos que José Luis Tezanos da de ventaja al PSOE son una ficción demoscópica. Eso implicaría unos 150 escaños —máximo histórico— y una razón incontestable para que Pedro Sánchez convocara elecciones de inmediato. La Moncloa no está en esas, por más que la derecha insinúe que podría convocar en cualquier momento. La estrategia Sánchez es dominar la agenda y resistir con fuerza la legislatura, incluso sin presupuestos. Hay una confrontación por ver quién construye mejor un estado de ánimo. El PP invoca el adelanto electoral por dos vías incompatibles: porque el Gobierno está fuerte o porque se desmorona por la trama de casos judiciales. El ejecutivo no es que impulse a VOX, pero le favorece su momento cénit. Lo sabe y lo utiliza. Por eso responde políticamente al PP cuando patina cuestionando el aborto o desaparece del debate de Israel y Gaza.
El PP de hoy no atrae el voto de nadie y, con las transferencias de voto paralizadas, quien avanza es VOX
Aunque el ejecutivo reme hacia un estado de opinión donde la alternativa PP-VOX puede llegar a ser un VOX-PP, esta construcción tiene una certeza de fondo. Hay una tendencia escrita en los microdatos del CIS. Se consolida que VOX se come una buena parte de votos del PP (uno de cada seis). Feijóo está en mínimos entre los suyos. Y aunque el PSOE y Sánchez retroceden entre sus votantes, ganan posiciones a la izquierda a costa de la fragmentación de Sumar-Podemos. El PP de hoy no atrae el voto de nadie y, con las transferencias de voto paralizadas, quien avanza es VOX. En respuesta, Feijóo endurece la postura del aborto reabriendo el debate de las listas de objetores. Y propone nombrar a los médicos que quieren practicarlos y a los objetores (una lista que nunca ha sido pública). En todo caso, un mal campo de batalla ideológico para el PP. Primero, son asuntos superados, y segundo, no suma votos en su bloque y moviliza al contrario.
A Feijóo le cuesta saber dónde colocarse. Pretendía empezar el curso político con mucha ventaja y en posición de gobierno y VOX le está moviendo. La denuncia de Feijóo en Espejo Público de una pinza VOX-PSOE donde ambas formaciones conspiran contra el PP, no es creíble. La ultraderecha no asistió a los actos del 12 de octubre porque han decidido no ir a nada donde acuda Sánchez. En esa línea, no hay un canal subterráneo, como insinúan los populares, donde ambas formaciones acuerdan el voto para aislar al PP. El “Feijóo se ha dado un golpe” de Abascal por compararles con Bildu, refleja el estado de la relación.
En plena desubicación, Feijoo ha dado un paso importante. Confrontar públicamente con VOX. Hasta ahora la estrategia era el silencio. Bien para no molestarles —los presupuestos autonómicos dependen de VOX en varias comunidades—, o bien para ignorarles. Tiene razón el PP en que no tienen propuestas y salieron de los gobiernos para no mancharse con la gestión. Aun con esas, Feijóo tiene muy difícil mantener la coherencia en el futuro. “Nosotros lo hemos intentado”, decía el líder popular a Susanna Griso en la entrevista. Y a la vez, se ha comprometido públicamente a no gobernar en coalición. ¿Hacia dónde van o vienen? ¿Feijóo quiere acercarse o alejarse? No está claro. Y VOX en esto es firme. Les están esperando hasta que entren en razón, dicen desde VOX. Una encrucijada mucho más dura y compleja que el PSOE-Podemos de 2019. Cómo le va a dar Feijóo la vuelta al "Ánimo, Alberto" es la gran incógnita.