Los muertos también representan momentos y lugares. Poco se habla de los muertos en vida. Relaciones que no tienes —afectivas o de amistad— a las que echas de menos como a los que ya solo están en espíritu. Con estos muertos que sigan vivos, los sentimientos que os unían están enceradísimos, y eso duele.

He regresado a Italia para dar una conferencia en el Instituto Cervantes de Milán sobre cultura del vino en una cripta en medio de la exposición de los vestidos para las óperas de Teresa Berganza. Pensaba que sería mucho más difícil volver a degustar un capuccino sin melancolía. A veces, el dolor, si se deja sentir, no es tan grande como el miedo a afrontarlo. El italiano es una lengua terapéutica: como la mayoría de las palabras —incluyendo los plurales— acaban en vocal, te obligan a sonreír. También, que los besos se empiecen por la derecha y nosotros por la izquierda hace que a veces acabes con un beso en la boca all’improviso. Sí, los italianos dan muy bien los besos, mejor que el resto. He intentado hacer las paces con el país que más adoraba en el mundo, hasta que viví en él una larga temporada.

Entrar en las tiendas y decir salve y marcharte con un ciao. Comerte un brioche con helado para desayunar. Tomar el aperitivo con un spritz. Admirar sus diseños. Y entender el estilo mirando cómo se visten. ¡Cómo les gusta a los hombres ir entallados! Oír el sonido de los tacones al caminar. Una pareja discutiendo por teléfono. Comer mejor en una trattoria que en el restaurante. Estos zapatos siempre tan limpios y estos abrigos casi hasta los pies. Impecables, porque la moda es una religión. Ver todavía a mujeres en la tele que te recuerdan a las Mama Chicho. Siempre hay una Via Venezia o una Piazza Garibaldi. Il pecorino tartufato. La burrata con la rúcula. Las dobles consonantes. Las endivias rojas a la parrilla. La tagliata con parmesano. La pasta amatriciana. Los helados de avellana. El café shakerato. De la exquisitez de los Barolo al Primitivo di Manduria.

Hace cuatro años que por fin corté con la parte italiana que no me dejaba ser feliz

Había hecho el Erasmus en 2002-2003, pero nada fue como vivir allí a partir de 2012. Y todo porque no fue lo mismo que los deseos que me había montado. No fue lo mismo ser estudiante en Firenze que vivir como “la señora de” en el Veneto más rural. “Yo de Roma para arriba y tú para abajo”. Así nos dividimos a los pretendientes con Karen, mi compañera de Erasmus. Solo en Roma tuvimos alguna disputa con el mismo cantautor. Piccola stella sensa cielo. Me he atrevido a volver a escuchar todas aquellas canciones que me habían dedicado. La tua storia tra le dita. Más allá de Eros Ramazzotti, Laura Pausini, Lùnapop, Raffaella Carrà y Neck, están Jovanotti, Carmen Consoli, Biagio Antonacci, Fiorella Mannoia, Elisa, Modà, Ligabue, Ron, Giorgia, Irene Grandi, Francesco di Gregori y Pino Daniele. Cuando todas las canciones hablaban de nosotras. Per te che sei il mio grande amore e il mio amore grande. Significa no volver a decir “ti amo” al menos en esta lengua transalpina. Margaret Mazzantini, Cinema Paradiso, Fellini, Botticelli y Benigni recitando la Divina Comedia en Santa Croce. L’amor che move il sole e l’altre stelle.

Después de mis ocho apellidos catalanes, mis hijos son medio italianos. Me casé en el Duomo di San Gimignano. Recuerdo viajando con dos bebés, sola y con el ordenador para no dejar de trabajar a pesar de que la vida y la no conciliación me obligaban a renunciar a ello. Miro por las ventanas y me veo a mí haciendo de casalinga. Cuando paseaba con el cochecito por las aceras intentando que mi hija se durmiera, para sacar el ordenador de la bolsa con el cambiador y escribir, que era el único trabajo que me hacía recordar que era algo más que la donna angelicata. El país de mis sueños se convirtió en el de mis pesadillas. Aquella mujer que no tenía el valor de ser ella misma más allá de ser madre y esposa. De los inventores de "las mujeres sois mejores con las tareas del hogar", "Israel solo se ha defendido" o "tu coño ya ha hecho su trabajo, que es hacer hijos". Recordemos también que es el país que ha votado dos veces a Berlusconi y ahora a Meloni. Aunque sigamos teniendo amigos y amigas de sinistra, con los que íbamos al centro Leoncavallo, que sigue haciendo de su forma de vivir un arte.

Nunca me han gustado las brujas, ni para disfrazarme en Halloween. Una vez fui a ver a una. “Tus hijos han sido fruto de un amor muy grande, el resto no ha sido como esperabas, pero estate tranquila que tus hijos son fruto de un gran amor”. Sé que cualquiera me lo hubiera podido decir. Empezando por mí misma. Pero te tengo que decir que aquella frase fue como poner unos puntos a una herida abierta. Hace cuatro años que por fin corté con la parte italiana que no me dejaba ser feliz. Mis hijos ahora me corrigen al hablar italiano y se ríen de mi acento. Y sonríen cuando ven que vuelvo a escuchar en bucle la que fue mi primera sintonía en COM Ràdio Meravigliosa creatura de Gianna Nannini. Buon Ognissanti!