A. —Bueno, pues parece que la cosa estará entre el PSC y Aliança…
B. —¡A nosotros ya nos va bien! ¡No hay mejor noticia que Orriols lidere el independentismo y os genere todavía más frustración!
A. —¿Qué quieres decir?
B. —Hombre, nuestro presi quizás no sea la alegría de la huerta, pero entre una tipa que no tiene más programa que hablar sobre echar a los moros del país —cosa que no podrá hacer, ya que no tiene ninguna competencia que la legitime, por cierto— y que, además, no tiene ni puñetera idea de gestión… pues ya dirás.
A. —Diría que la gente no la votará precisamente por el tema de la gestión. En cuanto a la inmigración, ella no deja de decir lo que expresan la mayoría de los líderes europeos, entre los cuales empiezan a estar vuestros amigos del Reino Unido, my friend. Aparte, déjame decirte que, si tan buenos sois en gestión, deberíais petarlo en las encuestas y, de momento, no subís ni una mierda de escaños.
B. —Lo que tú quieras; mientras baste para gobernar… Piensa que, con el apoyo más mínimo que hemos tenido nunca, aquí mandamos como si Illa tuviera mayoría absoluta, aunque sea al precio de que la izquierda se vaya al carajo.
A. —Aquí es donde diría que os pegaréis el batacazo. Los catalanes no queremos ser gobernados por una simple gestoría. Ya sabes que a mí no me va mucho la mística… pero entre el pujolismo y este aburrimiento perpetuo tan castellano quizás haya varios grises. Si sois tan brillantes en la administración de la cosa nostra, ¿por qué aún estamos tan lejos de Islandia?
B. —No te jode, porque en Islandia hace mucho frío y todo el mundo es más civilizado. Y si quieres un presidente que “pujolee”, ¿qué mejor opción tienes, a día de hoy, que Illa? ¿No te gustan estos viajes tan estupendos que se casca por el mundo? Dime, ¿cuánto tiempo hace que no veías a un presi haciendo tantas reuniones con los alcaldes del país?
A. —Ya estás con lo mismo. Gobernar Catalunya no es hacer reuniones ni visitar al notario para que te haga un testamento. La gente necesita un poco de arrestos y esta pava puede no ser Reagan en lo de la gestión, pero tiene una idea clara del país y genera confianza, porque, a diferencia de los manguis del procés, ella parece no tener nada que perder, ni ha venido al Parlament a hacerse la simpática. Fíjate que es la única que saca de quicio al presi.
B. —Eso es verdad, no la soporta.
A. —Y esto no pasa porque tengan diferencias políticas, que también, sino porque hace gala de una dialéctica que lo deja en evidencia.
B. —No me toques los huevos, rey. ¡Ya te he dicho que Sílvia, para nosotros, es la mejor noticia del mundo! Los indepes venís de muchos años de decepciones. ¿Tú crees que si esta menda gobierna el país conseguiréis nada de nada? Seguiréis exactamente igual; dime, si no, ¿qué coño puede hacer para expulsar a los inmigrantes del país?
A. —En el fondo, siempre habéis necesitado la inmigración para hacernos chantaje. Primero os camelasteis a los españoles que venían del sur (con mucha maña, eso debo admitirlo, casi mejor que la de Franco) y ahora queréis utilizar a toda la morisma para que nos caguemos y renunciemos a ser catalanes.
B. —Pero a ver, chato, ¿acaso tienes algún problema, tú, por ser catalán, hoy en día? ¡Pero si vivimos de puta madre! ¿Te molestan, los inmigrantes?
A. —Pues tengo unos cuantos, empezando por el hecho de que la realización de mis ideales políticos me puede llevar a la cárcel, mientras que tú puedes seguir pregonando el fadaralisma desde la terraza del Belvedere tomándote un whisky y sin pestañear de vergüenza. A mí los moros y su tía en patinete me la sudan, pero el país necesita volver a poner sus prioridades en el centro, y lo que no entendéis es que la gente votará a Aliança porque Orriols, al menos, se atreve a tener una retórica de Estado sin el miedo que le daba al trilero de Mas.
B. —¿Te has vuelto nacionalista?
A. —No, ni puta falta que me hace, pero muchas veces el patriotismo pone las cosas en su sitio. Ya sabes que me emociono poco con eso de las banderas, que en casa venimos del PSC, pero me parece estúpido tachar de provincianos a los indepes por tener que salvaguardarse en ideologías fuertes que responden a la ausencia de un Estado. Orriols te puede parecer todo lo folclórica y banal que quieras, pero defiende el mismo tipo de fronteras que Marlaska y compañía. ¿O resulta que entre Gibraltar y Marruecos pondréis un bulevar para que entre todo quisqui en España? Pues eso.
B. —No entiendo nada. ¿Primero eras abstencionista y ahora defiendes a esta gente de pueblo?
A. —Los sociatas, siempre tan urbanitas… No los defiendo, simplemente entiendo el fenómeno. Uno de los errores del procés fue la obsesión por legitimarse en una ideología hippie-flower que no fue a ningún sitio. Yo quiero la independencia para mi país y, para lograrla, si tengo que acompañarme de Orriols o de Hitler uniformado lo haré sin ningún tipo de complejos.
La gente votará a Aliança porque Orriols, al menos, se atreve a tener una retórica de Estado sin el miedo que le daba al trilero de Mas
B. —O sea, que ahora justificas el racismo. Pues sí que estamos bien, joder.
A. —Ni racismo ni hostias. ¡Racismo el del 'A por ellos' y el de los polis que mandasteis el 1-O a hostiar a las abuelas!
B. —Perdona, nosotros no enviamos a nadie. ¡Eso lo hicieron Cospedal y sus amigos fachas!
A. —Vosotros hicisteis como si no fuera con vosotros. En el fondo, sois aún más cabrones que la gente del PP. Sabíais que Rajoy se hundiría después del referéndum y aprovechasteis el 155 y que medio Govern estaba en el exilio para montar toda la farsa de la amnistía y lavaros las manos con el tema de la violencia estatal. ¿Y ahora os extraña que la gente abandone el procesismo y se haga de Aliança? ¡Si es lo más normal del mundo!
B. —Claro, a ti te interesa que esta loca esté en la Gene, que caigan Sánchez e Illa y que PP y Vox gobiernen en Madrit. Así podréis volver a la llorería y empezar el procés otra vez. Cuando las cosas se pongan chungas, ¿qué dirás, que hay que volver a votar a la CUP? Chato, que yo tengo memoria.
A. —La CUP hizo lo de apretar a los convergentes y jubilar a Mas. Y ahora Orriols hará lo mismo con Junts y Puigdemont. Vosotros podréis perdonarlo, pero cuando regrese aquí se habrá quedado sin partido y no tendrá ningún margen para hacer nada útil. La gente de Aliança está muy lejos de lo que pienso, eso ya lo sabes, pero si los necesitamos para cargar las tintas y hacernos menos trampas al solitario… pues que así sea. Tenemos a la gente que tenemos, tete. Si queremos hacer la independencia, solo con catedráticos nos quedaremos como los de Alhora, haciendo pódcast para los amiguis.
B. —Claro, claro… porque a vosotros os suda la polla la paz social. Si hay que volver a la trinchera, al referéndum y a su tía en patinete… ¡pues volvamos! Y de mientras, Catalunya va haciéndose pequeña e iremos perdiendo oportunidades a cada día que pase. ¡Ole, ole!
A. —Las oportunidades ya están perdidas, mande quien mande, justamente porque sin Estado ni ideas que tengan fuerza no hay ningún tipo de margen. Mira a Trump, cómo ha dejado en bolas a toda Europa.
B. —¡Al final tendrán razón los de El País y serás un trumpista!
A. —Nada más lejos de la realidad, pero sabes muy bien que, de vez en cuando, existen figuras políticas que son útiles porque remueven el terreno de juego y resitúan las normas. ¿No te acuerdas de un tal Pasqual Maragall, ese que os cargasteis por Montilla?
B. —Vaya, que la culpa de la paz social es nuestra. ¿Y qué más?
A. —Hombre, cuando la implantas a través de la Guardia Civil y pretendes que te la salven los jueces fachas… la gente se suele cabrear.
B. —Pues nada, tú, que gobierne Orriols si así estaremos todos contentos… y mientras tanto, el país a tomar por saco.
A. —El país está fantástico, justamente porque gobernáis vosotros y tampoco os salís con la vuestra.
B. —Pues viva el caos, ¿no?
A. —¡Que va! Viva el orden… previo al caos!
B. —Madre del amor Hermoso…
