Los lectores me permitirán que abandone la triste, pobre y desdichada vida política de la tribu (aunque sea durante un solo artículo) para celebrar el feliz contraste entre nuestra cosa pública y sus respectivos ineptócratas y el esplendoroso curso literario que estamos viviendo y que ponen los dientes largos para celebrar el día de Sant Jordi. De la misma manera que escuchar la radiofonía nacional cada día da más pereza y que leer los diarios de la patria resulta más lesivo que una fiesta rave de contagiados con el bicho de los cojones, nuestras plumas luchan ardidas contra la parsimonia del presente con una salud y un ingenio envidiables. Es consenso y profecía que, de momento, la novela del año es Els angles morts de Borja Bagunyà (Periscopi), y este plumilla está de acuerdo, porque Borja ha parido un librazo de los que hacen época, donde la libertad formal y el fosterwallacismo juegan al servicio de una historia trepidante y de una finura en la descripción neuronal de los personajes que es difícil de igualar (la escena del parto es, con el vuelo de Persecució de Toni Sala, uno de los fragmentos mejor escritos de la literatura catalana contemporánea). Y punto.

La lista de novelas que juegan en el primer mundo de la literatura es este año, por fortuna, larguísima. Disfrutad L’aigua que vols de Víctor Garcia Tur (Enciclopèdia), un libro que ha devuelto la grandeza al Premi Sant Jordi con una trama familiar muy bien explicada, urdida con el temple habitual de Víctor a la hora de hilar diálogos y aquella gracia que tiene para convertir a los personajes animalísticos (y también acuosos) en un actor más de la trama. A pesar de que muchos colegas lectores le han imputado un cierto exceso narrativo, a mí La casa del foc de Francesc Serés me parece una novelaza trabajada e inteligentísima en su capacidad de extraer chicha dramática de una historia de secretos familiares (los escorpiones nunca tendrán a nadie que los retrate con más maña). Si queréis hacer justicia al trabajo editorial de Jordi Puig en Comanegra, comprad El primer emperador i la reina lluna, la última creación de nuestro genio Jordi Cussà, un mamotreto de casi seiscientas páginas que explica la historia del monarca Qin Shi Huangdi en un chorro de leyendas que devoraréis gracias a la fantasía y el prodigio verbal de su autor.

Tened la bondad y la buena educación de regalaros el alma con literatura de calidad, dejaos de fast-books del procés y de la pandemia y ayudad a que los autores, editores, traductores, diseñadores, ilustradores, maquetadores y distribuidores de esta pequeña y miserable patria puedan creer que todavía hay esperanza

Hacedme caso y abandonad las insufribles listas de los volúmenes de los más vendidos que, ahora y siempre, nos torturan con intentos de ensayo de nuestros políticos (que, si hubiera justicia, tendrían reservada la estantería de "Ficción fraudulenta") y, últimamente, de los epidemiólogos estrella. Si queréis hacerle un favor a la lengua y al espíritu de lo que queda de nación, corred al puesto de 1984 y comprad El gos cosmopolita i dos espècimens més de Raül Garrigasait, un ensayo imprescindible que Josep Cots ha tenido la gracia de reeditar; o precipitaos allí donde estén los compañeros de la editorial Arcàdia para zamparos Els llegats de nuestro gran Lluís Calvo y así leeréis dos de los autores que mantienen el pebetero de nuestra prosa filosófica bien vivo. Si queréis disfrutar de lo lindo leyendo volúmenes y traducciones de calidad, dejaos de mandangas de Ara Llibres y mierdas por el estilo y regalaos uno de los últimos racimos que ha publicado la editorial Flâneur: las versiones de Austerlitz y de Los anillos de Saturno de Anna Soler Horta son una auténtica maravilla y, si os queda calderilla, la traducción Thomas el Oscuro de Blanchot de Arnau Pons es miel.

Nuestra literatura no habla sólo en prosa y hay que decir que las editoriales de poesía hacen un trabajo tan militante como ejemplar. Edicions Poncianes ha publicado un libro de versos que es una auténtica joya, el Pitó de Guim Valls, un homenaje delicioso a la figura mitológica de la serpiente que podéis complementar con los Assagets del Molt Honorable Enric Casasses (su tercera parte sardanística es una auténtica barbaridad de ciencia grata). Aparte de su preciosa novela Guardia, Club Editor ha editado los Poemas del escritor-marinero Nikos Kavadias y la versión de Jaume Almirall de ambos textos supera el ámbito de una traducción, pues su traditore se ha pasado décadas recitándolos y ya forman parte de su propia piel (los dos volúmenes han pasado injustamente desapercibidos en el marasmo de novedades literarias y cualquier amante del buen leer los tendría que tener en casa). Si tenéis tiempo de leer teatro, que también se puede y debe, zambullíos en el catálogo que Arola ha ido tramando en colaboración con el TNC: encontraréis la última versión de L’Hèroe de Rusiñol y un texto-monólogo fascinante de nuestra magna Víctor Català, Les cartes.

Ya sé que todos vamos cortos de pasta y que los catalanes se llenan la boca de cultura hasta que les obligas a aflojar la mosca. Sin embargo, hacedme caso; la compra de uno solo de estos libros que os cito hará mucho más servicio (¡y más disfrute!) que el carné de la República o que perder la poca vida que nos queda escuchando a la vedette Oriol Mitjà hablando... sobre Oriol Mitjà. Tened la bondad y la buena educación de regalaros el alma con literatura de calidad, dejaos de fast-books del procés y de la pandemia (que cada día son un sinónimo literariamente más esmerado) y ayudad a que los autores, editores, traductores, diseñadores, ilustradores, maquetadores y distribuidores de esta pequeña y miserable patria puedan creer que todavía hay esperanza. Con una lengua a punto de morir y una industria editorial pasándolas putas, comprar cualquiera de estos libros, o irlos a pescar a nuestra magnífica red de bibliotecas, mantendrá unos años más la viveza de lo poco que nos queda. ¡Libros, más libros, y buen Sant Jordi a todos!