En dos artículos recientes en este mismo diario sobre el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), traté cuestiones territoriales, demográficas y económicas a nivel agregado (1.ª parte | 2.ª parte). En este, me centro en otros aspectos económicos de la región que me han parecido destacables, incluidos en este monográfico —de publicación reciente— de la Cambra de Comerç de Barcelona.

Ya destacamos el protagonismo de la ciudad de Barcelona con respecto a la concentración empresarial (tiene 2/3 de las 110.000 empresas del AMB); lo mismo se podría decir de la concentración institucional (el informe de la Cambra no trata este tema), en la medida en la que el grueso de los servicios centrales de las administraciones públicas (de la Generalitat y del Estado) están en la ciudad. El efecto capitalidad del país (en términos económicos, de una región con altos niveles de producción) lleva asociada una inercia natural a la concentración, aquí y en todo el mundo.

En el ámbito de la actividad empresarial, fuera de Barcelona (que está muy especializada en servicios), el informe de la Cambra identifica cuatro zonas de desarrollo de nueva industria, que son el Delta y el Eje del Llobregat, el Besòs y el Corredor de la B-30. El efecto mancha de aceite al que nos referíamos en el último artículo, se concretaría actualmente en estas cuatro zonas, aunque fuera del AMB también se podría asignar a este efecto una parte del gran crecimiento de la actividad productiva a las comarcas vecinas del Vallès Occidental (encabezadas por Sabadell y Terrassa) y el Vallès Oriental (capital Granollers).

También en la esfera empresarial es de destacar el gran atractivo del AMB en captación de empresas extranjeras. De las cerca de 9.200 que hay instaladas en Catalunya, el 83% se encuentran en el AMB, y más específicamente el 61% en el Barcelonès (que es todo el llano de Barcelona, incluidas Santa Coloma, Sant Adrià, Badalona y L'Hospitalet). La densidad territorial de empresas extranjeras que resulta de ello es muy contrastada: casi 12 por km² en el AMB, frente a las 0,05 en el resto de Catalunya. En este sentido, en el mundo de las nuevas tecnologías, la capital catalana está bien posicionada a nivel europeo para captar inversiones de empresas multinacionales y también de empresas emergentes (startups), tal y como recoge el informe de la Cambra. De hecho, en 2022 se contabilizaron en Catalunya 2022 empresas emergentes, el 87% de ellas en el AMB, con el Barcelonès en posición destacada de más de 2/3 del total catalán.

El AMB no deja de ser una densa concentración demográfica y de actividad como las que se encuentran en todo el mundo, que —en este caso— aglutina y representa un ámbito territorial y económico tan concreto y amplio como es el catalán

En el campo del conocimiento avanzado, como es la producción científica, la Cambra recoge las aportaciones de varias áreas urbanas de todo el mundo. Por ejemplo, Tokio concentra el 39% de la producción científica japonesa, Seúl más de la mitad de la coreana, Zúrich el 43% de la suiza, Nueva York, Boston y San Francisco el 8-10% de la americana, cada una de ellas, etcétera. El AMB en concreto aporta el 26% de la producción científica de todo el estado español.

Barcelona también resulta ser una de las ciudades del mundo con atractivo para quienes quieren trabajar en el extranjero: es la novena del ranking mundial en atractivo laboral genérico, y la décima en el ámbito de los expertos digitales. Probablemente, este hecho tiene relación con una larga y prestigiosa historia en el mundo de la organización de reuniones internacionales (por ejemplo, en los últimos años ha sido la cuarta ciudad del mundo más activa), con faros tan conocidos como Alimentaria y Hostelco o el MWC), complementada con buenas conexiones de transporte, oferta hotelera, servicios, clima, atractivo turístico, etcétera. De hecho, entre negocios y turismo propiamente, Barcelona es la cuarta ciudad europea con mayor número de pernoctaciones internacionales, por detrás de Londres, París y Estambul.

Barcelona (y L'Hospitalet) cuenta con una infraestructura ferial potente, que no deja de ser, en cierta manera, una expresión de la capacidad productiva del conjunto del país, más allá del AMB. Lo mismo que el gran puerto marítimo de la ciudad (para mercancías) y el gran aeropuerto de El Prat (para pasajeros), que conectan Catalunya con el mundo.

En una línea parecida de concentraciones en el territorio, las universidades ubicadas en el AMB albergan 2/3 de los estudiantes de Catalunya. Se imparten estudios que se encuentran en todas las universidades (también en Girona, Lleida, Vic, Tarragona), pero otros que, por su especialidad, deben estar ubicadas en un punto del país, que es sobre todo Barcelona.

Una aglomeración como la metropolitana, con tantos aspectos de volumen, potencia y atractivo económico, también tiene sus puntos débiles, como la falta de espacios naturales, la contaminación, la congestión de tráfico o la saturación del territorio metropolitano que, a modo de ejemplo, se refleja en una oferta decreciente de naves industriales y unos precios por m² de vivienda, que en Barcelona son prácticamente el doble que en el conjunto de Catalunya.

En definitiva, el AMB no deja de ser una densa concentración demográfica y de actividad como las que se encuentran en todo el mundo (y en España: Madrid, València, Bilbao, etc.), que —en este caso— aglutina y representa un ámbito territorial y económico tan concreto y amplio como es el catalán.