La Cambra de Comerç de Barcelona acaba de publicar un monográfico titulado "AMB. La metrópoli de Barcelona", que consiste en una recopilación estadística de datos socioeconómicos de la región, que permite calibrar su importancia y su función en el conjunto de la sociedad y de la economía catalana.

La AMB engloba 36 municipios, incluida la ciudad de Barcelona. Por la costa va desde Castelldefels hasta Montgat, y por el interior incluye (marcando perímetro de la región) ciudades importantes como Sant Cugat del Vallès o Barberà del Vallès. En total, la región tiene una extensión de 636 km2, 102 de los cuales son la ciudad de Barcelona. La AMB representa solo el 2% del territorio catalán, pero aquí viven (datos de 2022) 3,3 millones de personas, es decir, el 42% de la población catalana. Con estos datos, uno ya puede ver que la densidad de población tiene que ser muy alta, mucho más que en el resto de Catalunya.

Hace pocos años la AMB era la sexta región metropolitana más poblada de Europa. Con respecto a la densidad de población, en la AMB es de 5.200 personas por km2, a enorme distancia (36 veces) del resto de Catalunya, que es de 143 habitantes. Pero dentro de la AMB encontramos situaciones claramente diferenciadas; para entendernos, la ciudad de Barcelona, con sus 1,6 millones de habitantes, tiene una densidad de 16.000 personas por km2en la franja alta de las grandes ciudades europeas; pero eso no es nada comparado con las dos ciudades de la AMB que ostentan el liderazgo de densidad de toda la Unión Europea, como son L'Hospitalet de Llobregat y Badalona, con más 50.000 habitantes/km2 cada una de ellas. Debe ser por esta alta densidad existente que el crecimiento de la población en la AMB desde 2000 hasta hoy ha sido relativamente pequeño (383.000 personas) en comparación con lo que se ha experimentado en el resto de Catalunya (1.148.000 personas).

Las áreas metropolitanas acaban siendo también grandes centros de servicios sanitarios, educativos, de investigación, empresariales, financieros, profesionales, y un polo de atracción para el talento y la creatividad para las actividades innovadoras

En cualquier caso, estamos ante una concentración geográfica completamente singular en el marco de la realidad del país. La AMB se ha conformado a lo largo del tiempo en torno a una gran ciudad como Barcelona, que ha ejercido un liderazgo indiscutible y que, con su dinamismo, ha hecho crecer sistemas urbanos de su entorno hasta conformar la realidad metropolitana con las cifras que hemos indicado. Hasta tal punto es importante (como sujeto social, territorial y económico), que se consideró necesario crear una administración pública específica para el territorio metropolitano, la AMB, con amplias competencias en los ámbitos de urbanismo, infraestructuras viales, medio ambiente, movilidad, transporte de viajeros, entre otros.

De hecho, el fenómeno metropolitano nos lo encontramos en todo el mundo. No es más que una parte sustancial de la población y de la producción económica concentrada en áreas urbanas de gran dimensión, formadas por un conjunto de ciudades adyacentes e interconectadas agrupadas en torno a un centro urbano esencial. Como ejemplos, hay en Norteamérica: Nueva York, Boston, Denver, Los Ángeles, Miami, Montreal, Toronto; en Oceanía: Sidney, Auckland, Melbourne; en Asia: Tokio, Osaka, Shanghai, Pekín, Hong Kong, Singapur; en Europa: Londres, París, Milán, Madrid, Amsterdam, Hamburgo, Viena y, entre muchas otras, Barcelona.

La justificación de la existencia y el continuo crecimiento de las áreas metropolitanas por todo el mundo la encontramos en el hecho de que estas concentraciones conforman grandes centros de actividad económica, con una amplísima gama de empresas de múltiples sectores y una amplísima gama de servicios, ya sean destinados a la producción, sean destinados al consumo de unas áreas tan pobladas como las que tratamos. El hecho de estar tan cerca tantas empresas, trabajadores, investigadores, académicos, instituciones, etc. genera grandes posibilidades de colaborar, de intercambiar, de transferir conocimiento, que en entornos dispersos resultarían más difíciles.

Técnicamente, las áreas metropolitanas ilustran bien un concepto que se conoce como economías de aglomeración, referidas a los beneficios de localizarse los unos cerca de los otros. Con el tiempo y con su dinámica de crecimiento interno y de las economías que lo rodean (como la catalana), las áreas metropolitanas acaban configurándose también como grandes centros de servicios sanitarios, educativos, de investigación, empresariales, financieros, profesionales, y acaban siendo un polo de atracción para el talento y la creatividad por las actividades innovadoras.

El inventario de las ventajas económicas de las áreas metropolitanas no esconde desventajas evidentes que sus habitantes sufren cada día, como la eterna congestión de tráfico, la contaminación, la sobreexplotación del territorio, el alto coste de la vida, la falta de espacios verdes, las desigualdades sociales y económicas o el déficit de vivienda.

La AMB, como realidad demográfica y económica, se hace grande gracias a las actividades concretas que se desarrollan y su capacidad de atracción, temas estos que trataré en un próximo artículo.