La ampliación del aeropuerto de El Prat propuesta por Aena cuenta a partir de esta semana con un documento más, que enriquece los elementos disponibles para el debate de la polémica actuación. La aportación viene de la patronal Foment del Treball, con su "Conclusiones de la Comisión para la ampliación del Aeropuerto de Barcelona" y que recoge el resultado de 13 meses de trabajo de 29 de comisiones públicas, 49 miembros inscritos y 21 entidades de sectores de la sociedad civil. En sus 115 páginas se argumentan y se hacen 11 propuestas técnicas para ampliar la capacidad del aeropuerto. Las que presentan menos "peros" son el alargamiento de la pista de mar (que comporta impacto medioambiental) y la recuperación de las pistas independientes (aprovechar las existentes, pero con gestión no segregada como ahora). Esta última solución, que traté en un artículo reciente, según Foment, presenta el inconveniente del impacto acústico sobre los vecinos de Gavà Mar y Castelldefels, que elevaría de 3.500 a 75.000 los afectados. Para compararlo con otros aeropuertos, en Schiphol (Amsterdam) o Heathrow (Londres) se habla de 350.000-400.000 afectados.

El documento de Foment toca de manera completamente testimonial la posibilidad de construir un nuevo aeropuerto en el Penedès (alrededores de Vilafranca). Lo descarta por la vía rápida, por la enorme inversión y por la previsible oposición ciudadana, tanto la local como la de los municipios del Baix Llobregat, que perderían puestos de trabajo. También cita en un breve párrafo la posibilidad de un nuevo aeropuerto en la Anoia (alrededores de Igualada), pero la descarta por una vía todavía más rápida que la opción del Penedès.

Dejo al margen que, de acuerdo con los presentadores del documento, el aeropuerto de El Prat sería el más sostenible y ecológico del mundo. No se puede poner en duda, pero hay que constatar que la actividad del aeropuerto se basa en recibir naves que vierten en la atmósfera millones de toneladas de CO₂ y que lo hacen sin coste. Que la terminal y los hangares tengan placas solares en el techo o que con la ampliación se mejorasen zonas húmedas de El Prat tiene realmente una incidencia minúscula.

Globalmente, se trata de un documento interesante, técnico, trabajado, elaborado de forma desapasionada y que quiere ser constructivo. Va en la línea de corregir los primeros pasos que dio el promotor de la idea, Aena, que en su momento hizo propuestas que en la propia presentación de Foment se calificaron de chapuceras y precipitadas. Se agradece el esfuerzo de realizar una contribución seria en medio de tanta frivolidad, como la que han gastado hasta ahora algunas instituciones y colegios profesionales.

Es muy tentador querer crecer más, captar más talento, estar mejor conectados transoceánicamente, pero soy de la opinión de que la ciudad y su área metropolitana están demográfica y territorialmente saturadas

En su presentación, el presidente de Foment se refirió a la fecha (23 de octubre) como día histórico por la oportunidad que se tiene de impulsar el crecimiento económico, atraer talento y conectar Barcelona con el mundo. Al mismo tiempo, hizo hincapié en el tempo y la trascendencia de la ampliación: es ahora o nunca; si dejamos pasar esta oportunidad será un fracaso colectivo, porque nos jugamos mucho, nos jugamos el futuro. Sánchez Llibre apremió a la clase política —que es la que tiene la llave del asunto— a no retrasar más la ampliación, aprovechando para proclamar que no se puede perder una oportunidad que contribuiría al impulso de Catalunya, en contra de quien defiende el decrecimiento económico. En síntesis, es una magnífica oportunidad. Para tenerlo en cuenta y valorarlo...

De momento, la ampliación es una gran oportunidad de negocio para Aena y sus accionistas, para el sector de la obra civil y construcción. También tienen claros sus beneficios el negocio inmobiliario, el sector turístico y el de transporte aéreo. Sobre el talento y las inversiones, el tiempo dirá, porque depende de más cosas que el aeropuerto. El futuro está por escribir. La realidad nos dice que, con el aeropuerto actual, Barcelona ha crecido mucho, ha captado talento, inversiones extranjeras, acontecimientos de ámbito mundial, turismo, etcétera, y que estamos conectados con el mundo. Es muy tentador querer crecer más, captar más talento, estar mejor conectados transoceánicamente, pero soy de la opinión de que la ciudad y su área metropolitana están demográfica y territorialmente saturadas.

Visto desde otro ángulo, el debate sobre el proyecto de ampliación sí que está siendo una magnífica oportunidad por varias cosas, todas ellas positivas: la primera es que antes de nada hacen falta estudios con profundidad y rigor con pros, contras, alternativas, elaborados por expertos independientes, y no a la ligera, como pretendía Aena; la segunda es que en proyectos como este lo que tiene que prevalecer es el interés público, no el privado, que estamos ante un bien común y además de los aspectos económicos, hay que tener presentes los sociales, los territoriales, los medioambientales, y al fin y al cabo hay que filtrar la tentación de crecer con la ampliación respondiendo a "para qué", "para quién" y "cómo"; la tercera es que el caso sirve para dejar atrás el vicio de sacar adelante proyectos porque vienen avalados por grupos de interés económico que suscriben ciegamente todo lo que huele a negocio.