La crisis comercial entre China y Europa sigue dando titulares. El gigante asiático aprovecha cada oportunidad para reforzar su posición. Y los grandes perdedores ahora son los fabricantes europeos de lujo, que están viendo cómo sus ventas se desploman en un mercado que era su gran salvación.
El ejemplo más claro lo encontramos en Mercedes, BMW, Porsche y Land Rover. Estas marcas se han convertido en el blanco perfecto de las medidas chinas. Hace apenas unas semanas, Pekín introdujo un nuevo impuesto al lujo que golpea directamente a sus modelos más rentables. Se trata de un 10 % adicional en vehículos cuyo precio supere los 115.000 euros. Una decisión que en tan solo 48 horas ha cambiado el panorama por completo.

China sube los impuestos a los coches premium
El impuesto no es nuevo. Ya existía desde 2016, pero se aplicaba a coches de ultra lujo como Bentley o Rolls-Royce, con un umbral mucho más alto: 166.000 euros. Ahora, al reducir el límite, afecta de lleno a los Clase S, los Serie 7, los deportivos de BMW M o los Range Rover más equipados. Oficialmente, la medida busca «fomentar el consumo racional». En realidad, es una estrategia para frenar el dominio europeo y dar más espacio a las marcas chinas.
El golpe es todavía más duro si recordamos que China ha sido durante años el mercado más rentable para estas firmas. Clientes con alto poder adquisitivo compraban sin dudar los modelos más caros, valorando el prestigio europeo. Ahora, esas compras se reducen drásticamente. En el primer semestre de 2025, Mercedes cayó un 14 %, BMW un 15 %, Porsche un 37 % y JLR un 31 %. Incluso Audi, la menos afectada, perdió un 10 %.

BMW, Mercedes, Audi y compañía, afectadas, pero también las marcas chinas
Las marcas intentan reaccionar, pero no lo tienen fácil. Mercedes ha optado por mantener precios y ofrecer descuentos puntuales en su Clase S. Porsche, por su parte, estudia una medida desesperada: bajar de forma permanente el precio del Taycan para dejarlo por debajo de los 115.000 euros. Una estrategia arriesgada, que podría erosionar aún más sus márgenes, pero que demuestra hasta qué punto están contra las cuerdas.
El problema no solo afecta a los fabricantes. Los concesionarios también están en peligro. Muchos aseguran que no tienen capacidad financiera para soportar los cambios, con márgenes cada vez más ajustados por la guerra de precios. Desde JLR reconocen que deberán ayudar a su red comercial, aunque solo sea de forma temporal, para evitar un colapso. Mientras tanto, los consumidores chinos miran con creciente interés a marcas nacionales como BYD o incluso a lujosos modelos de Huawei.