Alfa Romeo atraviesa una de las etapas más delicadas de su historia reciente. Las cifras de ventas del primer semestre de 2025 dejan claro que la situación no es crítica en términos de supervivencia, pero sí lo suficientemente preocupante como para encender todas las alarmas en Stellantis. En Europa se entregaron solo 33.116 coches en esos seis meses, un dato que, aunque supone un crecimiento del 33,3 % respecto al año anterior, sigue siendo bajo para una marca que aspira a ser de volumen. En Estados Unidos, el panorama es aún más sombrío, con apenas 3.164 unidades vendidas, lo que confirma que los esfuerzos por consolidarse al otro lado del Atlántico no están dando resultado.
Las causas de este estancamiento son múltiples. El portafolio de productos es limitado y los lanzamientos clave se retrasan o no logran generar el impacto esperado. El Giulia de nueva generación, completamente eléctrico, acumula demoras que diluyen su efecto de atracción, y el Stelvio afronta un escenario similar. Por otro lado, dos años sin un modelo insignia que actúe como emblema de la marca pesan demasiado en un mercado cada vez más competitivo. La falta de un buque representativo está mermando la capacidad de Alfa Romeo para posicionarse de forma clara frente a rivales que renuevan gamas y tecnología a un ritmo más ágil.
Cabe destacar que Stellantis confió el timón de Alfa Romeo a uno de sus directivos de mayor prestigio, el mismo que logró sacar a Peugeot de una crisis profunda. Gracias a esa estrategia de liderazgo, la firma ha cosechado algunos éxitos parciales: el Tonale ha superado la barrera de las 100.000 unidades vendidas desde su lanzamiento, un hito que demuestra que existe margen de crecimiento. Sin embargo, este logro puntual no basta para compensar la falta de una hoja de ruta sólida que devuelva a Alfa Romeo al lugar que le corresponde en la gama premium.
Entre la herencia y el desafío del futuro
La marca vive en una tensión constante entre el peso de su historia y la necesidad de evolucionar. Alfa Romeo cuenta con un legado de diseño y deportividad admirado en todo el mundo, pero la transición hacia la electrificación y la demanda de tecnologías avanzadas está poniendo a prueba su capacidad de adaptación. El Junior, el modelo más reciente, ha permitido a la firma sacar la cabeza en Europa, pero por sí solo no puede sostener la marca en un escenario global donde la competencia es feroz y la electrificación se acelera.
Los planes futuros contemplan más modelos híbridos y eléctricos, pero el tiempo juega en contra. El mercado castiga la falta de novedades y la ausencia de un mensaje contundente sobre hacia dónde se dirige Alfa Romeo. Los concesionarios lo notan: el tráfico en los puntos de venta es irregular y muchos clientes optan por alternativas con propuestas más claras.
En conjunto, Alfa Romeo se encuentra en un punto de inflexión. Con cifras que muestran una mejora relativa pero insuficiente, retrasos en lanzamientos clave y una gama que no termina de despegar, la marca debe definir pronto su camino. Mantenerse en la élite no depende solo de su historia: requiere decisiones firmes, productos competitivos y un rumbo que devuelva a Alfa Romeo la solidez que su nombre merece.