Tensión extrema en París en una nueva protesta de los 'chalecos amarillos' (45ª jornada de reivindicación) en medio de un importante dispositivo de seguridad, coincidiendo con otras dos manifestaciones, una ecologista contra el cambio climático y otra contra la reforma de las jubilaciones.

El gobierno francés ha desplegado este sábado cerca de 7.500 agentes de policía, cañones de agua y vehículos blindados para evitar altercados, y desde el viernes por la tarde, se acordonaron barrios enteros del centro de la capital.

No obstante, la violencia ha sido inevitable. En medio de la jornada, la tensión ha ido aumentando y los manifestantes han empezado a crear barricadas en medio de las calles de la capital francesa, quemando contenedores, motocicletas y cualquier tipo de objeto que pudiera obstaculizar el gran despliegue policíaco.

Las fuerzas de seguridad han recurrido a los gases lacrimógenos y a las porras para dispersar a los manifestantes, que se dirigían hacia la avenida de los Campos Elíseos, donde en anteriores marchas se saquearon tiendas. 

"Nos tratan como a criminales", han denunciado los activistas ecologistas. "Nos reunimos para decir que no podemos vivir. No es sólo una manifestación contra un presidente sino contra todo un sistema", afirman.

Fuentes de las fuerzas de seguridad mencionan que esta violencia por parte de los manifestantes proviene de la "convergencia" entre los "chalecos amarillos" y los llamados Black Blocs, grupos violentos "que quieren romperlo todo".

Las autoridades afirman que ya temían episodios violentos, como ya ocurrió en anteriores manifestaciones de los "chalecos amarillos", que llevan diez meses protestando contra la política social y fiscal del gobierno.

En total, la policía ha realizado más de 1.250 controles en los que se han incautado bolas de petanca, un martillo o un mortero escondido en un reproductor de DVD. Hasta ahora se han detenido 152 personas en las zonas donde estaba prohibido manifestarse.