El ultraderechista Javier Milei se ha impuesto en las elecciones de Argentina, país que se prepara para un cambio de gobierno radical: pasará del peronismo de Alberto Fernández (representado por Sergio Massa en estos comicios) a la extrema derecha y el ultraliberalismo del nuevo presidente, el excéntrico Milei —que se ha vendido a él mismo como un anarcocapitalista que quiere "acabar con el sistema"—. Su receta se basa en más libre mercado, en un Estado más débil y en la apuesta por la dolarización de la economía de un país lastrado por la inflación crónica. Parece imposible que se le pueda ver como un dirigente normal, pero hay una persona que hace que parezca moderado: Victoria Villarruel, su vicepresidenta catalanófoba y antiindependentista.

¿Cuáles son los planes de Milei para Argentina?

Quede claro que no se ubica a la derecha de Milei por su catalanofobia y su antiindependentismo, ya que estos factores no dejan de ser superfluos en el contexto argentino. En Argentina, Villarruel es conocida por su campaña a favor de revisar la estructura de memoria de los desaparecidos durante la última dictadura (1976-1983). Es decir, que una negacionista de los muertos de la dictadura será la vicepresidenta del país y asumirá las áreas de Defensa y Seguridad. Aparte de esto, en Catalunya la conoceremos por sus mensajes catalanófobos y antiindependentistas en Twitter.

Del antiindependentismo a la catalanofobia

Villarruel ha hecho muchos tuits contra el Procés independentista. Dos años antes de la celebración del referéndum de autodeterminación, ya dejó claro que "no compro el nacionalismo catalán". Una opinión que es válida en democracia. Pero poco a poco, el discurso de la nueva vicepresidenta argentina se fue radicalizando: justo después del 1 de octubre, ya señaló a un activista argentino para ser "pro separatismo mapuche y catalán" y un casal de Barcelona por ser "un reducto de la izquierda donde se hace activismo separatista". El 27 de octubre del 2017, coincidiendo con la Declaración de Independencia de Catalunya, tuiteó lo siguiente: "Mis condolencias a los catalanes a los cuales la progresía, el mesianismo y la violencia de unos pocos les pasaron por encima". Además, en una respuesta, aseguró que los votantes del referéndum "votaron una cosa ilegal" y que "tienen que sufrir las consecuencias".

Del antiindependentismo, Villarruel pasó a la catalanofobia. Como buena ultraderechista, la nueva vicepresidenta quiso ridiculizar el lenguaje inclusivo... y lo hizo equiparándolo con el catalán. "Y encima los estudiantes te hablan en inclusivo y parece que hablan en catalán... imposible no reírse del grado de gansada imperante", dijo en Twitter. El colmo ya fue cuando hace pocos años compartió su opinión sobre qué ciudad es mejor para vivir allí, Barcelona o Madrid: "Madrid!!! No hay catalanes y es bellísima".

Negacionista de los muertos de la dictadura

Esta catalanófoba sucederá a Cristina Fernández de Kirchner al frente del Senado argentino. Se trata de una abogada muy próxima al ámbito militar, ya que es hija del teniente coronel veterano de la guerra de las Malvinas Marcelo Villarruel. Además, es sobrina de Ernesto Guillermo Villarruel, detenido en 2015 por crímenes cometidos en un centro clandestino de torturas durante la dictadura. Así pues, es negacionista y defensora de la idea de que "no son 30.000", en alusión a la cifra de muertos y desaparecidos durante el régimen militar.

Villarruel también ha reivindicado la "teoría de los dos demonios" para equiparar la violencia de los grupos de guerrilleros con el terrorismo de Estado, además de crear el año 2006 el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas. Se trata de una organización que asegura que los "terroristas" atacaron a 17.380 "ciudadanos inocentes" en la década de los 1970, de los cuales 1.094 fueron asesinados. Asimismo, inició una campaña por "reconstruir la parte de la historia" que "borraron" los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007), Cristina Fernández (2007-2015) y Alberto Fernández (2019-2023). Y es que asegura que no fueron 30.000 los muertos y desaparecidos durante el régimen militar, a diferencia de lo que defienden organizaciones de derechos humanos como las Abuelas de la Plaza de Mayo.

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