Después de semanas de negociaciones, la Unión Europea ha aprobado un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, el decimonoveno desde el inicio de la invasión de Ucrania. Las medidas, acordadas por los Veintisiete, se extienden a los principales bancos rusos, a plataformas de intercambio de criptomonedas y a varias empresas con sede en China y la India que colaboran con el Kremlin. Bruselas quiere, sobre todo, recortar los ingresos energéticos que continúan alimentando la maquinaria bélica de Moscú, y por eso ha decidido adelantar un año –de 2028 a 2027– la prohibición de importar gas natural licuado (GNL) ruso a los países miembros.

El anuncio llega al día siguiente de que Estados Unidos impusiera sanciones a las petroleras Lukoil y Rosneft, un movimiento que refuerza el frente económico occidental contra Putin. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, invitado a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada este jueves en Bruselas, ha celebrado la coordinación transatlántica: “Esta es una decisión clave para nosotros, que complementa perfectamente las medidas energéticas anunciadas ayer por el presidente Trump, muy importantes para nuestro país”, ha destacado el líder ucraniano.

Luz verde al paquete de nuevas sanciones

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha vuelto a denunciar la intensificación de los bombardeos rusos sobre objetivos civiles y ha reclamado más apoyo militar de Occidente. “Rusia no da ninguna señal de querer detener esta guerra: vuelven a atacar escuelas, guarderías, a la población civil. Tenemos que seguir defendiéndonos con la ayuda de Europa y de los Estados Unidos, pero también hay que aumentar la presión sobre Putin para que ponga fin a esta agresión”, ha afirmado. Zelenski ha insistido especialmente en la necesidad de recibir misiles de largo alcance de los Estados Unidos. Sus declaraciones llegan pocas horas después de que se cancelara la cumbre prevista en Budapest entre Vladímir Putin y Donald Trump, mientras Rusia y Ucrania continuaban intercambiando ataques aéreos. 

En Bruselas, la luz verde al nuevo paquete de sanciones europeas se ha conseguido finalmente tras superar la oposición de Eslovaquia. El gobierno de Robert Fico había bloqueado el acuerdo por temor a que las medidas agravaran la crisis energética interna y afectaran a su industria. Bratislava exigía garantías de la Comisión Europea sobre el control de los precios y sobre la flexibilidad de los objetivos climáticos para los sectores de la automoción y la producción pesada.

Después de intensas negociaciones, Eslovaquia ha considerado satisfechas sus demandas en la versión final de las conclusiones que los líderes comunitarios aprobarán este jueves. La cumbre de la UE, que cuenta con la presencia de Zelenski, se centrará en la nueva ayuda europea a Ucrania y en el debate sobre un préstamo financiado con los activos rusos congelados como principal vía de apoyo económico al país.