Una amplia encuesta europea apunta a un continente cada vez más inquieto, convencido de que su entorno geopolítico ha entrado en una etapa de riesgo elevado y con pocas certezas sobre su propia capacidad de respuesta. La encuesta, realizada en nueve países para la plataforma de asuntos europeos Le Grand Continent, concluye que la percepción de amenazas es hoy un elemento central en la manera en que los europeos interpretan su futuro; una sensación que se expresa tanto en la visión sobre los actores internacionales como en la confianza en la defensa propia.
¿Qué piensan los europeos de los temas candentes geopolíticos?
En este clima tenso, casi la mitad de los encuestados considera a Donald Trump un “enemigo de Europa”. Aunque este elemento ha centrado buena parte de la atención, los resultados aportan un panorama más profundo: Europa no solo mira con recelo la vuelta del presidente estadounidense, sino que se percibe a sí misma como especialmente vulnerable ante un mundo inestable.
Según la encuesta, una mayoría relativa del 51% cree que el riesgo de una guerra abierta con Rusia en los próximos años es alto, y casi una de cada cinco personas lo ve como muy alto. Estas cifras, según Jean-Yves Dormagen, politólogo y fundador de la agencia de sondeos Cluster17, habrían sido “impensables hace solo unos años”. Dormagen asegura que reflejan un cambio profundo: la normalización de la posibilidad de un conflicto directo en el continente.
El temor no es homogéneo. La distancia geográfica e histórica con Rusia pesa: en Polonia, un 77% de los encuestados perciben un riesgo alto de guerra, mientras que en Italia esta proporción baja hasta el 34%. Francia se sitúa en un 54% y Alemania en un 51%, indicando que las principales potencias europeas también han integrado este escenario como una posibilidad real.
A este temor externo se suma una profunda desconfianza en las capacidades defensivas nacionales. Según el sondeo, un 69% de los participantes cree que su país “no es realmente” o “no es en absoluto” capaz de defenderse ante una agresión rusa. Aunque Francia muestra el nivel más alto de confianza –un 44%, todavía minoritario–, incluso en Polonia, un país con una fuerte cultura de seguridad y que comparte frontera con Rusia, un 58% cree que el país no podría defenderse adecuadamente.
“Entramos en una era de peligros mientras mantenemos una sensación persistente de debilidad nacional”, resume Dormagen. Esta vulnerabilidad no se limita al ámbito militar. Solo un 12% de los encuestados dice no sentirse amenazado, mientras que las preocupaciones principales son la seguridad tecnológica y digital (28%) y la seguridad militar (25%). El conjunto de riesgos –energéticos, alimentarios, tecnológicos o geopolíticos– dibuja un mapa mental europeo marcado por la inseguridad.
A pesar de esta visión sombría, el sondeo muestra un apoyo sólido al proyecto europeo. Un 74% quieren que su país continúe en la UE, con cifras especialmente fuertes en Portugal (90%) y España (89%). Incluso en países con más euroescepticismo, como Francia (61%) o Polonia (68%), el apoyo supera holgadamente la mitad.
También hay un consenso amplio sobre el Brexit: cinco años después, un 63% considera que ha tenido un impacto negativo en el Reino Unido. La Unión Europea quizás se perciba frágil, pero continúa siendo vista como el espacio de protección más fiable en un mundo que, a ojos europeos, se ha vuelto más impredecible que nunca.
