Primera jornada. Este jueves ha empezado con una noticia que ha golpeado la comunidad internacional: Rusia ha empezado la invasión de Ucrania. La guerra ha empezado y la condena ha sido absoluta. El mundo se ha aliado para cargar contra la nefasta decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, que esta madrugada ha sorprendido anunciando el inicio del ataque contra su país vecino. Catalunya, el estado español, Francia, Alemania, la Unión Europea, el Reino Unido, la OTAN, los EE.UU., Canadá, Turquía, el G7... Las grandes potencias mundiales se han alineado para dar apoyo a Ucrania y todos sus ciudadanos, miles y miles de los cuales buscan refugio fuera de las zonas de conflicto. La comunidad internacional ha aplicado duras sanciones contra los rusos para forzar el fin de las hostilidades, pero las fuerzas de ocupación de Moscú ya están a las puertas de Kiev. Y por el camino, han dejado decenas de muertos y un verdadero drama humanitario.

El avance de las tropas de Putin ha sido rápido. El jefe del Kremlin ha dado el pistoletazo de salida muy temprano: con nocturnidad y alevosía, el presidente ruso ha anunciado el inicio de la guerra prácticamente de madrugada. Los ataques han empezado por la mañana de este jueves y con ellos se han perdido las primeras vidas. Rusia ha enviado tropas desde diferentes sitios: desde Crimea (del lado de los rusos desde el 2014), en el sur; desde el Donbás, en el este, donde se ubican las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk; y desde Bielorrusia, en el norte. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, no ha tenido más opción que imponer la ley marcial y entregar armas a su población para defenderse. Igualmente, los rusos no han tenido muchas complicaciones para avanzar hacia la capital ucraniana. Los ciudadanos de Kiev han empezado la evacuación, que ha dejado imágenes impactantes de colas y pánico para abandonar la ciudad. Para los que se han quedado en la principal urbe del país, las autoridades locales han declarado el toque de queda y han abierto las estaciones subterráneas de metro para que la gente pueda refugiarse delante la amenaza constante de ataques aéreos. Muchos ciudadanos han puesto rumbo a naciones próximas, como Rumania, Moldavia, Polonia o Eslovaquia.

Garantizar la seguridad de Donetsk y Lugansk

La primera jornada de guerra ha concluido después de unas dieciséis horas de asedio. El Ministerio de Defensa ruso ha asegurado que ha sido un "éxito", después de haber eliminado más de ochenta instalaciones militares ucranianas en un tipo de ataque relámpago. Si bien los militares al servicio de Zelenski aseguran haber destruido una gran cantidad de blindados rusos, la realidad es que Rusia ha conseguido rodear Kiev y preparar la supuesta estocada final de sus planes de invasión. A media tarde, el presidente del país ha comunicado que las fuerzas de ocupación han cogido el control de un importante aeródromo a 35 kilómetros de la capital. Poco después, ha informado de que los soldados de Putin han ocupado la central nuclear de Chernóbil, que es el camino más fácil para plantarse a Kiev. "Hace falta evitar el desastre de 1986", ha dicho Zelenski en un tuit.

El ejército ruso ha dejado muchas bajas en su camino. Las autoridades ucranianas han informado hacia las 18.00 horas que más de una veintena de personas han perdido la vida la región de Odesa (en el sur). Además, organizaciones internacionales como Amnistía Internacional han denunciado el asesinato de civiles en hospitales y bloques residenciales en la región de Donetsk. Justamente esta zona es el objetivo principal del presidente ruso: Putin quiere garantizar la "seguridad" de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. En su discurso de madrugada, literalmente ha hablado de "desnazificar" el país y "liberar" estas regiones. Es una especie de revancha al hecho de que los EE.UU. y la OTAN rechazaran abandonar la idea de ampliar la Alianza Atlántica hacia el este. Es decir, que no rechazaran incluir Ucrania. Así, hacia el final de la jornada, la autócrata ruso ha argumentado que no tenía más "alternativa" que invadir Ucrania.

La dura reacción internacional contra Moscú

La condena del inicio de la guerra ha sido absoluta. En Catalunya, el Gobierno ha creado un grupo interdepartamental de seguimiento del conflicto y ha preparado los mecanismos de acogida de refugiados. En el estado español, Pedro Sánchez ha asegurado que la Unión Europea hará todo lo que pueda para socorrer Ucrania. De hecho, la UE ha endurecido como nunca las sanciones en Rusia para intentar frenar las hostilidades contra su país vecino: ha adoptado un nuevo paquete de medidas, que incluye sanciones sobre 351 miembros del parlamento ruso y otras personas y entidades, así como restricciones económicas y financieras Por su parte, el Reino Unido ha tomado represalias contra entidades bancarias privadas y una aerolínea rusa. Finalmente, el presidente de los EE.UU., Joe Biden, ha limitado que los negocios rusos con dólares, euros, libres o yenes. A pesar de la dura respuesta internacional, hay una sanción que todavía no se ha puesto en marcha: la retirada de Rusia del sistema SWIFT, la red electrónica más importante de seguridad financiera. De momento, Alemania no tiene claro que esta sea una buena opción.

Las reacciones contra Putin no han estado solo internacionales: ha habido movimientos internos para intentar parar la guerra. Centenares y centenares de manifestantes han salido a las calles de las principales ciudades rusas para hacer oposición democrática. Pero la represión no se ha hecho esperar y la policía rusa ha empezado a detener gente. Algunas entidades informan de unas 600 detenciones, aunque oenegés del país han comunicado que la cifra supera de largo la cifra de las 800. En este sentido, tanto los analistas como los expertos en geopolítica y relaciones internacionales han explicado que este tipo de protestas son clave: es la oposición democrática la que tiene que conseguir hacer cambios en Rusia para hacer caer Putin y conseguir volver al camino de la normalidad. Y por eso sirven las sanciones internacionales, que pueden desgastar un país para abrir las puertas a reformas democráticas.