La alarma por un posible ataque iraní a Israel se ha hecho mucho más concreta este viernes. El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, lo espera para este fin de semana y ha avisado a la república islámica con contundencia breve: "Don't", ha sido su aviso. "Daremos apoyo a Israel y ayudaremos a defenderlo e Irán no tendrá éxito", ha remachado. De hecho, los EE.UU. han reposicionado dos destructores, uno de los cuales equipa el sofisticado sistema antimisil Aegis. El general estadounidense "Erik" Kurilla, jefe del Mando Central, ya se ha coordinado con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. "Estamos preparados para defendernos, en estrecha cooperación con nuestros socios, y sabremos cómo responder", ha dicho Gallant después de encontrarse con Kurilla. El escenario bélico tendría efectos imprevisibles en el Oriente Próximo y más allá. Además, crecen los temores que hayan muerto la mayoría de los rehenes israelíes retenidos en Gaza desde el 7 de octubre del 2023, cosa que dejaría Hamás incapaz de intercambiar las 40 personas secuestradas previstas en la primera fase de un posible acuerdo que se negocia en el Cairo. Las portadas de este sábado, sin embargo, no dan mucha bola al tema. Solo lo dan en primera página, y pequeño, La Vanguardia, El Punt Avui y El País.

Es extraña esta indiferencia de las portadas a una situación potencialmente tan explosiva para el mundo. Israel ha dicho que responderá cualquier ataque del Irán con un contraataque, que podría provocar más represalias de Irán y transformar un intercambio de golpes en una guerra regional más amplia, con la posibilidad que pueda arrastrar a los EE.UU. Los precedentes no son muy halagüeños. Después de que los estadounidenses mataran al general en jefe iraní Qassim Suleimani, en 2020, Irán envió misiles contra dos bases militares de los EE.UU. al Iraq: más de 100 soldados norteamericanos quedaron heridos. El origen de la actual tensión es parecido: el asesinato de ocho mandos militares iraníes, hace una semana, en un edificio vecino en la embajada de la república islámica en Siria. Se atribuye a Israel.Hace años que Israel e Irán están comprometidos en una guerra a la sombra que incluye ataques aéreos, marítimos, terrestres y cibernéticos selectivos.

La ausencia de este conflicto en las primeras páginas es más absurda si se considera que Irán es la potencia más desestabilizadora de la región y que mantiene alianzas con Rusia y China —con repercusiones a la guerra de Ucrania y todo. Las fuerzas armadas iraníes figuran entre las más potentes del Oriente Próximo, con 580.000 soldados en activo y unos 200.000 reservistas. Se dividen entre el ejército tradicional y los Guardias de la Revolución Islámica, según la evaluación anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, un think tank con sede en Londres. Los Guardias también controlan la Fuerza Quds, una unidad de élite encargada de armar, entrenar y dar apoyo a la red de milicias en todo el Oriente Medio, conocida como el "eje de la resistencia". Las milicias incluyen Hizbulá en el Líbano, los hutís en el Yemen, guerrillas en Siria e Irak, y Hamás y la Yihad Islámica Palestina en Gaza. Son leales, veteranas de mil batallas y están fuertemente armadas. Podrían ayudar a Irán si le atacan. Cuentan entre 180.000 y 300.000 militantes armados, según la revista Foreign Policy. Además, Irán tiene uno de los arsenales de misiles balísticos y drones mayores de Oriente Próximo, con alcance de hasta 2.000 kilómetros, es decir, con capacidad para golpear cualquier objetivo en el Oriente Medio, incluido Israel. Esperamos que el desdén de los diarios a una situación tan tensa les acabe dando la razón.

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