El gobierno iraní ha anunciado este jueves la puesta en marcha de una nueva planta de enriquecimiento de uranio y la instalación de centrifugadores de sexta generación en Fordow, en respuesta a la resolución crítica aprobada por la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que acusa al país islámico de no cumplir con sus obligaciones nucleares. La resolución, impulsada por Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos y aprobada por 19 de los 33 miembros de la Junta, insta a Irán a corregir “con urgencia” los incumplimientos de su acuerdo de salvaguardias con el OIEA. Según el texto, la falta de cooperación de Teherán constituye una violación grave de sus obligaciones, abriendo la puerta a una posible denuncia ante el Consejo de Seguridad de la ONU y el restablecimiento de sanciones internacionales.
El Ministerio de Exteriores iraní ha rechazado la resolución, calificándola de acto “político sin base técnica ni legal” y ha defendido que Irán “siempre se ha adherido a sus obligaciones de salvaguardias”, afirmando que ningún informe del OIEA ha detectado desviaciones en los materiales o actividades nucleares del país. Además, paralelamente, el jefe de la Agencia de la Energía Atómica de Irán ha ordenado la creación de un nuevo centro de enriquecimiento de uranio en una ubicación “segura” y la sustitución de los centrifugadores de primera generación por modelos adelantados de sexta generación en Fordow, una de las instalaciones nucleares más vigiladas del país. Estos centrifugadores permiten enriquecer uranio a un ritmo muy superior, acercando Irán todavía más a la capacidad técnica para producir material apto para armas nucleares. El régimen iraní ha tomado un tono provocador, advirtiendo que estas medidas son solo el primer paso y que, si la presión internacional continúa, podrían anunciar nuevas acciones en el futuro próximo.
Teherán avanza mientras la ONU emite resoluciones
El uranio es esencial para la fabricación de armas nucleares porque contiene el isótopo urani-235 (U-235), que es fisionable, es decir, puede dividirse en núcleos más pequeños liberando una gran cantidad de energía en forma de explosión. El uranio natural solo tiene un 0,7% de este isótopo, de manera que hay que enriquecerlo —aumentar la proporción de U-235— para hacerlo útil para armas nucleares. El último informe técnico del OIEA señala que Irán ya ha acumulado más de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%, muy cerca del 90% necesario para fabricar una bomba atómica. Ningún otro país sin arsenal nuclear dispone de uranio de esta pureza, hecho que incrementa la preocupación de la comunidad internacional.
Además, el OIEA critica que Teherán no ha proporcionado información creíble sobre el origen de restos de material físil encontrados en tres lugares no declarados como nucleares, y denuncia que parte de este material y equipos no declarados habrían sido trasladados a ubicaciones desconocidas, después de ser limpiados por los técnicos iraníes. En este contexto, la pregunta por el Irán nuclear es obligada, y lo cierto es que ya es una obsesión por el grupo de los 9 nucleares mundiales —especialmente para el bloque occidental.
“Evitar el Irán nuclear”
Este nuevo episodio de tensión llega en plena crisis de las negociaciones nucleares entre Irán y los Estados Unidos, con la mediación de Omán. Desde el 12 de abril de este año se han celebrado cinco rondas de contactos entre la administración Trump y Teherán, pero las diferencias sobre el enriquecimiento de uranio son profundas y las perspectivas de acuerdo son cada vez más remotas. Washington exige el fin del enriquecimiento de uranio por parte de Irán, mientras que Teherán defiende su “derecho inalienable” a desarrollar tecnología nuclear para fines civiles. Una de las fijaciones del presidente norteamericano es “Evitar el Irán nuclear”, lema que adopta un tono de misión implacable como si se tratara de Tom Hanks en Salvar al soldado Ryan.
Donald Trump ha reconocido haber discutido este tema incluso con su homólogo ruso Vladímir Putin, sobre quien dijo que “parece estar alineado con su posición” en un puesto en su red social Truth Social. Está prevista una nueva ronda de negociaciones entre Irán y Estados Unidos este domingo 15 en Omán, pero la desconfianza mutua y la reciente escalada de medidas unilaterales hacen prever pocas opciones de avance. Recordemos que, hoy por hoy, los países que disponen de armas nucleares son Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte —en este orden en capacidad—, y que solo tres de los nueve países nucleares forman parte de la OTAN.
Desde 1945, estos nueve países han desarrollado uno por uno sus armas nucleares militares. Los Estados Unidos fueron los primeros, con la detonación de la bomba de Alamogordo en julio de 1945, seguidos por la Unión Soviética en 1949, el Reino Unido en 1952, Francia en 1960 y China en 1964, que son los cinco estados reconocidos por el Tratado de No-proliferación Nuclear. Fuera del marco del tratado, la India llevó a cabo su primera prueba nuclear en 1974, el Pakistán en 1998 y Corea del Norte en el 2006, mientras que Israel, a pesar de no haberlo reconocido oficialmente, se considera que dispone de armas nucleares desde finales de los años sesenta o principios de los setenta. Desde la entrada de Corea del Norte en el 2006, hace casi veinte años que ningún otro país se ha añadido al grupo de estados con arsenal nuclear, manteniendo así una calma relativa sobre el debate nuclear en el panorama internacional.
Ahora, la decisión de Irán de acelerar su programa nuclear y de oponerse frontalmente a las presiones del OIEA y Occidente marca un nuevo punto de inflexión en una profunda pero silenciosa crisis nuclear. La comunidad internacional observa con angustia, resignación y cierta impotencia el aumento de las reservas de uranio enriquecido y la modernización de las instalaciones iraníes, y mientras tanto el riesgo de una escalada diplomática y de nuevas sanciones crece. En un contexto regional ya muy tenso y con la incertidumbre añadida de la política de “máxima presión” de Donald Trump, ver a Irán caminar discretamente hacia la capacitación nuclear es advertir una grave problemática que se cocina a fuego lento, pero que puede no tardar en estallar en la cara del bloque transatlántico —nunca mejor dicho, desgraciadamente.