Marruecos y Argelia han mantenido, desde su independencia de Francia a mediados del siglo XX, una rivalidad persistente marcada por conflictos fronterizos, tensiones ideológicas y, sobre todo, por el litigio irresoluto sobre el futuro del Sáhara Occidental. La disputa territorial de la excolonia española ha ido envenenando las relaciones entre las dos grandes potencias del Magreb hasta desembocar, en 2021, en una ruptura diplomática total. Mientras el régimen de Argel apoya firme y financiación al Frente Polisario y defiende la celebración de un referéndum de autodeterminación, Rabat insiste en que esta vía está superada y propone una autonomía limitada bajo soberanía marroquí. Ahora, el reciente apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU a la propuesta de Marruecos podría reconfigurar el escenario regional, justo el mismo día en que el rey Mohamed VI ha lanzado una invitación al presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, para abrir un “diálogo fraternal y sincero” que, si se llega a concretar, rompería décadas de bloqueo.
La votación de este viernes en el Consejo de Seguridad es solo el último capítulo de una larga historia de tensiones entre Marruecos y Argelia, un conflicto enquistado desde hace más de medio siglo y con episodios armados como la Guerra de las Arenas de 1963 como punto de inicio. Aquel primer choque grave se produjo en las zonas fronterizas de Hassi Beida y Tinduf, en el suroeste de Argelia, y en la región marroquí de Figuig, a raíz de incidentes derivados de la falta de una delimitación clara entre los dos nuevos estados independientes. La confrontación, corta pero intensa, se resolvió formalmente gracias a la mediación de la Organización para la Unidad Africana (OUA), con una tregua firmada en febrero de 1964 entre el rey Hassan II y el presidente argelino Ahmed Ben Bella. Sin embargo, la tregua no solucionó de fondo las disputas territoriales, que se mantendrían como una herida abierta en las décadas siguientes.
La Marcha Verde
Uno de los momentos clave que disparó la tensión entre Marruecos y Argelia fue la Marcha Verde de 1975, cuando Hassan II ordenó la movilización de centenares de miles de civiles —acompañados por miles de militares— para penetrar en el Sáhara Occidental, hasta entonces colonia española. La operación, que buscaba presionar la retirada de España, provocó una reacción contundente de Argelia, que en señal de protesta expulsó a unos 45.000 ciudadanos marroquíes de su territorio. El movimiento de Marruecos culminó con la retirada de las fuerzas españolas y el estallido de una guerra entre Rabat y el Frente Polisario, que también incluyó a Mauritania, y que se prolongó hasta el alto el fuego acordado en 1991. Mientras Washington apoyaba la estrategia marroquí, Argelia se situaba claramente en la órbita soviética y reforzaba su apoyo al movimiento saharaui.
Los primeros intentos serios de reconciliación entre Marruecos y Argelia tuvieron lugar durante la década de los ochenta, bajo los mandatos del presidente argelino Chadli Bendjedid y Hassan II, que compartían la visión de una integración regional del “gran Magreb”. Este acercamiento se concretó en febrero de 1989 con la creación de la Unión del Magreb Árabe (UMA), que integraba también a Túnez, Mauritania y Libia. A pesar de la ambición inicial, la UMA nunca llegó a consolidarse como proyecto político y económico real debido a la reanudación de las tensiones entre Rabat y Argel. El punto de inflexión llegó en 1994, cuando Marruecos impuso el visado obligatorio a los ciudadanos argelinos a raíz del atentado contra el hotel Atlas Asni de Marrakech, que Rabat atribuyó a los servicios secretos argelinos. Argelia respondió cerrando la frontera terrestre.
Ruptura definitiva
Más recientemente, las relaciones entre Marruecos y Argelia se deterioraron hasta romperse definitivamente en agosto de 2021. Las hostilidades habían ido creciendo a raíz de incidentes en la frontera y se vieron agravadas por dos hechos clave. Por un lado, el reconocimiento por parte de Donald Trump, durante su primer mandato, de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental; por otro, el anuncio de Rabat de normalizar sus relaciones diplomáticas con Israel. Argel respondió acusando a su vecino de apoyar el terrorismo y mantener una política “agresiva” contra Argelia, y anunció la ruptura de relaciones diplomáticas. Desde entonces, la tensión no ha parado de crecer, con medidas como el cierre del espacio aéreo argelino a los aviones marroquíes y la suspensión del contrato del gasoducto Magreb-Europa, del que se beneficiaba Marruecos.