La hambruna sigue cobrándose vidas en Gaza. Solo en lo que llevamos de 2025, 59 palestinos han muerto por desnutrición, según ha informado este jueves al Ministerio de Sanidad del enclave, una cifra que ya supera la suma de los dos años anteriores. "Los hospitales de la Franja de Gaza han registrado dos nuevas muertes por hambre y desnutrición las últimas 24 horas", ha confirmado el ministerio, que eleva a 113 el número total de víctimas desde que Israel iniciara su ofensiva bélica contra Gaza en octubre del 2023. De estas, 81 eran menores y 32 adultos. "Hemos comido pan. Cada uno he comido un trozo pequeño de pan", explicaba el miércoles un gazatí en declaraciones a EFE. "Es muy difícil encontrar comida en el mercado y si lo encontramos, no tenemos dinero para comprarlo. Es muy caro", añadía.

La desnutrición no solo está provocando muertos directos, sino que también tiene consecuencias devastadoras sobre la salud reproductiva e infantil. El ministerio alerta de que la falta de alimentos y de dietas nutritivas entre las madres ha disparado los nacimientos prematuros —1.556 solo este 2025— y los casos de abortos y muertos fetales, que se elevan a 3.120. "En el Hospital Nasser, en el centro de Gaza, 168 pacientes ingresados en las salas de pediatría y maternidad no pudieron recibir alimentos los días 20 y 21 de julio", ha denunciado Caroline Wellman, coordinadora de proyectos de Médicos Sin Fronteras en la capital del enclave. "La mayoría de los niños que atienden nuestros equipos están demacrados, débiles y corren un alto riesgo de morir si no reciben el tratamiento que necesitan urgentemente", ha alertado, por su parte, a través de la red social X, el director del UNRWA, Philippe Lazzarini.

Los estragos de la desnutrición en Gaza han ido a más este verano, que sigue a once semanas, del 2 de marzo al 18 de mayo, de bloqueo total por parte de Israel en el acceso de bienes básicos en Gaza, como comida, medicinas y combustible. Según el UNRWA, uno de cada cinco niños en la Ciudad de Gaza está desnutrido, una cifra alarmante que se refleja en los 28.677 casos registrados por el ministerio desde comienzo de año. Aunque el 19 de mayo Israel permitió la entrada de camiones con ayuda humanitaria, esta sigue siendo muy limitada y su distribución, extremadamente peligrosa: más de 1.000 palestinos han estado abatidos por tiros del ejército israelí mientras intentaban acceder a los puntos de reparto o en las rutas de los convoyes.

En este sentido, la distribución de ayuda humanitaria sigue siendo una misión casi imposible en Gaza. El ejército israelí responsabiliza a las agencias de la ONU de haber dejado unos 950 camiones de ayuda estancados dentro del enclave, pero atascados en la zona fronteriza. La agencia, sin embargo, rechaza esta acusación y denuncia que son las restricciones impuestas por Israel las que imposibilitan recoger y distribuir este material. "El cruce fronterizo de Kerem Shalom no es un autoservicio de McDonald's donde paramos y recogemos lo que hemos pedido", criticó el miércoles el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric. Según su opinión, para acceder hace falta obtener múltiples permisos del ejército, esperar que se detenga la actividad militar en la zona y traspasar la carga de un vehículo a otro en condiciones precarias. "Tenemos el equivalente a 6.000 camiones cargados de comida y medicamentos en Jordania y Egipto", ha expuesto Lazzarini.

Más de 100 ONG piden "medidas decisivas"

Más de un centenar de organizaciones no gubernamentales hicieron público este miércoles un comunicado conjunto en que exigen a los gobiernos de todo el mundo que "tomen medidas decisivas" ante la situación límite que vive Gaza. Entre estas acciones, reclaman "un alto el fuego inmediato y permanente". Las ONG denuncian que "mientras el asedio del gobierno israelí agobia a la población del enclave, los trabajadores humanitarios se unen a las mismas filas para recibir alimentos, arriesgándose a ser fusilados solo para alimentar a sus familias". Además, avisan de que, con los suministros completamente agotados, muchas organizaciones humanitarias constatan cómo sus propios miembros se encuentran también al límite, tanto con respecto al acceso a los bienes básicos como por la seguridad en el desarrollo de sus tareas.