La diplomacia norteamericana rebaja el tono y reconoce ahora que el plan de paz para Ucrania no es una propuesta cerrada. Después de días de presión sobre Kiev para que aceptara el document de 28 puntos antes del próximo jueves, la administración Trump admite ahora que se pueden introducir cambios, en un momento en que Ucrania no estaba dispuesta a asumir unas condiciones que consideraba debilitadoras y en que los aliados europeos habían expresado abiertamente su desacuerdo. Las conversaciones de este domingo en Ginebra —con Estados Unidos, Ucrania, Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia— tienen como objetivo, según un funcionario estadounidense citado por la agencia Axios, precisamente eso: renegociar. “Las cosas pueden cambiar de la versión original del plan. Esto es literalmente la definición de una negociación”, dijo. Otro alto cargo remarcó que el encuentro demuestra hasta qué punto Washington “está implicado con todas las partes”.

Trump también ha pasado de la amenaza a la flexibilidad. Tras insistir en que el 27 de noviembre sería la fecha límite para que Volodímir Zelenski aceptara la propuesta, este sábado matizó: “No, no es mi última oferta”. El presidente estadounidense afirma querer “conseguir la paz” a pesar de advertir que, si Kiev rechaza el acuerdo, “pueden seguir combatiendo”.

Europa, sorpresa y crítica con el contenido del plan

En las capitales europeas, la propuesta cayó como una sorpresa, especialmente por la profundidad de las concesiones exigidas a Ucrania, donde debía renunciar al Donbass, aceptar no entrar nunca en la OTAN, reducir sus fuerzas armadas y asumir una amnistía para rusos acusados de crímenes de guerra. Todo ello, mientras se garantiza a cambio un sistema de seguridad occidental inspirado en el Artículo 5 de la OTAN. El escepticismo europeo es amplio. Tanto Emmanuel Macron como Keir Starmer han calificado el texto de “base” pero han remarcado que “requiere más trabajo”.

Kiev rechaza cesiones que considera inasumibles

Desde la capital ucraniana, Zelenski intenta ganar tiempo y reforzar apoyos. El presidente afronta presión interna y externa mientras su gobierno trata de suavizar unas condiciones que muchos ucranianos interpretan como una “rendición”. A pesar del cansancio acumulado por cuatro años de guerra, la mayoría del país rechaza perder más territorio o limitar su capacidad defensiva.

La polémica de Washington: ¿una “lista de deseos” de Putin?

El debate también se ha encendido en Washington. El senador republicano Mike Rounds aseguró que el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, le había explicado que el documento era en realidad una propuesta recibida “de alguien representando a Rusia”, y que, según Rounds, Rubio la habría descrito como una especie de “lista de deseos” de Moscú. Rubio lo ha negado públicamente e insiste en que “la propuesta de paz fue redactada por EE. UU.”, a pesar de admitir que incorpora aportaciones de Rusia y también de Ucrania. El Departamento de Estado ha calificado la versión de Rounds de “descaradamente falsa”.