El mundo mira este viernes 15 de agosto hacia Alaska, donde Donald Trump y Vladímir Putin se reunirán en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson de Anchorage con el conflicto de Ucrania como tema principal sobre la mesa. La reunión empezará en las 11.30 (21.30 horas en Catalunya) con un cara a cara entre los dos presidentes, y acto seguido se producirá un encuentro entre las dos delegaciones. Será el séptimo encuentro personal que se produce entre Trump y Putin, los líderes de las dos potencias militares más importantes del mundo, que han mantenido hasta ahora una relación compleja, marcada por momentos de proximidad, elogios y cooperación, alternados con periodos de tensión, reproches públicos y desconfianza, como la que tienen ahora mismo.

De acabar la guerra en días a la frustración

Cuando ganó las elecciones, el norteamericano sacó pecho de que acabaría la guerra en cuestión de días, incluso "antes de ser investido" como presidente. Eran tiempos en los cuales los dos mandatarios se intercambiaban elogios en público, Trump calificaba al líder ruso de inteligente", de ser un "gran negociador" y "un gran líder para su pueblo", presumía de su buena relación y de tener bastante ascendencia sobre él para convencerlo de qué tenía que poner fin al conflicto que inició el 24 de febrero del 2022. Durante años, Trump reiteró su visión que podía entablar un diálogo directo y sincero con Putin, y a menudo ha manifestado interés en mantener una cooperación estratégica entre los dos países. Incluso en etapas más recientes, a pesar de su creciente frustración con la postura rusa sobre Ucrania, Trump ha recordado públicamente aquella "conexión especial" con Putin, asegurando que "nunca pensé que eso pudiera acabar así" y lamentando no haber podido conseguir un acuerdo de paz con el presidente ruso. La realidad es que ya han pasado ocho meses desde que el presidente norteamericano volvió a la Casa Blanca, y lejos de conseguir acabar con la guerra, se ha tropezado con la resistencia de Putin, que ha sabido jugar con la volatilidad de Trump, un presidente que hoy dice una cosa y mañana la otra, que gobierna a golpe de impulsos y que se caracteriza por decisiones rápidas, a menudo polémicas y contradictorias, que han despertado la desconfianza de la comunidad internacional.

De los elogios a las amenazas

Durante el primer mandato (2017-2021), Trump y Putin se vieron presencialmente al menos en seis ocasiones, entre las cuales destaca la polémica cumbre de Helsinki en 2018, donde Trump fue criticado que dio mayor validez a la palabra de Putin sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses que a los mismos servicios de inteligencia de los EE.UU. Estas actuaciones sorprendieron a la opinión pública e incluso en miembros de su propio partido, en su segundo mandato y con la guerra de Rusia contra Ucrania como telón de fondo, la relación se volvió más tirante. Aunque Trump ha seguido expresando a veces respeto por Putin y considerándolo "hábil", en los últimos meses ha endurecido su postura, amenazando públicamente con "graves consecuencias" si Rusia no cesa el ataque contra Ucrania. Trump ha llegado a emitir ultimátums en Putin y ha criticado duramente la ofensiva rusa, describiendo los ataques a ciudades ucranianas como "vergonzosos y repugnantes".

De amenazas de aranceles a "consecuencias muy breves"

Trump ha manifestado creciente frustración por la resistencia de Putin a negociar un alto el fuego. Ha intentado presionar mediante sanciones y amenazas de tarifas adicionales, así como moviendo activos militares estadounidenses, como en el episodio reciente de los dos submarinos nucleares en respuesta a las amenazas del expresidente Medvédev que elevó la tensión entre los dos países. A pesar de gestos diplomáticos como el envío de emisarios y llamadas telefónicas, la relación se ha enfriado y actualmente está marcada por la desconfianza y la presión mutua, aunque el diálogo se mantiene abierto ante el inminente encuentro en Alaska, donde los dos mandatarios se encontrarán después de seis años. Este miércoles, Trump advirtió que Rusia se enfrentaría a "consecuencias muy graves" si determina que Putin todavía no está dispuesto a poner fin a la Guerra de Ucrania, unas consecuencias que nadie sabe en qué pueden concretarse, aunque hasta ahora, las amenazas de sanciones económicas o aranceles han quedado en papel mojado. Trump, sin embargo, ha cambiado los elogios por la frustración, pero todas estas medidas de presión, lejos de aflojar a Putin, lo que han conseguido es todo el contrario, aumentar los bombardeos y las ofensivas para conquistar más terren ucraniano. "Estoy decepcionado con él, pero no he acabado con él. Pero estoy decepcionado con él", resaltó Trump durante una entrevista telefónica con la cadena británica BBC hace un mes, poco después de anunciar que establecería en Moscú "aranceles secundarios" del 100% en 50 días si no se llega a un acuerdo para un alto el fuego en Ucrania.

Europa espera pero no se fía

Europa, mientras tanto, intenta influir en Trump para que promueva una paz justa y vele por la seguridad de Ucrania, pero está dividida con respecto a las expectativas de la reunión en Alaska. Algunos, creen que Trump es lo único que capaz de conseguir influir en Putin a la hora de negociar un acuerdo, mientras que otros, sobre toda Ucrania, no se fían y temen que la Casa Blanca sea manipulada por el Kremlin, dándole a Putin una victoria en el escenario global al aceptar reunirse con Trump en solo norteamericano y sin la presencia de Zelenski, que en la última conversación con el presidente de los Estados Unidos lo advirtió que no confíe en Putin, porque intentará engañarlo. Un funcionario europeo también ha admitido a la CNN que "Rusia ofrece detener la guerra si obtiene todo lo que siempre ha querido, incluidas sus demandas más extremas, y eso no sería un acuerdo, sería una rendición".

Las advertencias de inteligencia

Las reticencias también están presentes en el bando norteamericano, según explica la cadena, que ha hablado con varias fuentes de la inteligencia norteamericana, que tienen la teoría de que Putin mantiene los mismos objetivos territoriales máximos que ha tenido durante toda la guerra y probablemente utilizaría un alto el fuego para rearmar a sus fuerzas e incluso intentar otro avance sobre Kíiv, según varias personas familiarizadas con los informes recientes de inteligencia estadounidense sobre Rusia. Putin todavía quiere asegurarse que Ucrania nunca se una a la OTAN y que no entren fuerzas de paz extranjeras en el territorio, dijeron las fuentes. "Putin cree que está ganando, así que no tiene razón para ceder".

Explica la CNN que los Estados Unidos hace décadas que intentan descifrar Putin, pero el Kremlin sigue siendo muy difícil de penetrar a través del espionaje tradicional. Trump se pregunta, afirman, si Putin ha cambiado y por qué, pero sigue confiando en su instinto, y cree que es capaz de evaluar personalmente y de manera rápida al ruso, y el martes afirmó que sabrá después de "probablemente los primeros dos minutos" si se podrá llegar a un acuerdo por poner y a la guerra. Pero las mismas fuentes de la CNN, afirman que el que ha cambiado su mirada sobre Putin es el propio presidente norteamericano: "Los aliados europeos dicen que el que cambió fue Trump, tanto en su nivel de comodidad en el cargo como en su comprensión de quién es Putin," afirmó un funcionario estadounidense, agregando que Trump ha seguido modificando su visión sobre Rusia desde que ha asumido el cargo este año. "Su enfoque en enero era ingenuo... Ahora los europeos dicen que por fin entiende que Putin es un líder asesino", dijo el funcionario estadounidense.