Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra natural, encontramos esta definición: "Que es de la naturaleza o que ha sido producido por la naturaleza sin la participación del ser humano". Con ello podemos concluir que el viñedo y la uva son naturales pero el vino no, porque se necesitan personas que realicen ciertas acciones: hay que vendimiar las uvas e introducir los mostos o las uvas estrujadas en algún recipiente para que se produzca la fermentación alcohólica, que convertirá los azúcares del zumo en alcohol. Entonces, ¿por qué oímos hablar tanto de los vinos naturales? El concepto más correcto sería vinos de mínima intervención, pues como he comentado antes, la participación humana debe existir siempre, en mayor o menor medida.
Hay diferentes formas de hacer vino. En los convencionales —los más habituales—, se siguen procesos industriales para elaborarlos: adición de sulfitos, de levaduras para provocar la fermentación, clarificaciones y desfangados (procesos para limpiar los mostos y el vino), filtrados, estabilizaciones, etc. En cambio, los de mínima intervención simplifican todo este proceso, intentando que el resultado sea lo más natural posible. La filosofía de estos elaboradores consiste en utilizar las levaduras que se encuentran de forma natural en la piel de la uva, no añadir conservantes como los sulfitos, no filtrar ni clarificar (por eso, en los vinos naturales, a menudo encontramos algunos posos).
¿Es una moda, una tendencia? El vino natural tiene amantes y detractores y lo que está claro es que es presente y que no deja a nadie indiferente. Lo importante de los vinos, tanto naturales como convencionales, es que no tengan defectos. Es decir que, cuando nos ponemos la copa en la nariz, los aromas que se desprenden sean agradables y nos den ganas de beber.

Los hermanos Cesc y Helena Boronat crearon la bodega en 2014 y su malvasía me tiene el corazón robado, con su alegría, su fragancia, expresividad y frescura
Hoy os presentamos tres que he probado recientemente y que me han gustado. El primero es la malvasía de Tanca els Ulls, situado en Nulles, Tarragona. Los hermanos Cesc y Helena Boronat crearon la bodega en 2014 y su malvasía me tiene el corazón robado, con su alegría, su fragancia, expresividad y frescura. Si vives cerca de Altafulla, no te pierdas una visita al restaurante La Lleona Salada donde Helena, la sumiller y una de las socias fundadoras, te ofrecerá una carta llena de vinos vibrantes del territorio.
En el Empordà, encontramos a Roger Viusà y su proyecto de reciente creación. Después de regentar durante 13 años el restaurante Plaça del Vi 7, en Girona, decidió dejar la hostelería y centrarse al 100% en la elaboración de vinos en el Alt Empordà, vinificando en la bodega de David de Pujol Cargol. Roger describe Fill d’una Sirena como un vino blanco sedoso, de comarca, de lledoner blanco y roig, hecho con sencillez y buscando la autenticidad y la naturalidad del territorio.
Por último, os presentamos La Figa, de La Natural de Rafa Camps. Un vino elaborado con maceración carbónica (es una técnica para hacer vino, que su nombre no te confunda porque es un vino tranquilo, ¡no tiene gas!). La Figa es 80% garnacha y 20% cariñena procedente de viñedos de Pau y Rabós de Empordà. Es un vino fácil, fresco y amable, que pretende demostrar que el vino natural puede ser agradable para todos.
Y tú, ¿eres bebedor de vinos naturales o todavía no te has atrevido?