Hoy quiero explicarte dos descubrimientos que he tenido de vinos blancos que sí o sí has de catar este veranito. Y no son precisamente ni florales, ni afrutados, ni dulces, ni ligeros ni archiconocidos. 

Can Bas d’Origen P3 Xarel·lo 

Primero de todo y para combinar con esas comidas ligeras pero muy saborosas empezamos por un monocvarietal de la uva insigne de la  DO Penedès. No tiene sulfitos y se llama Can Bas Xarel·lo. Tiene una doble metodología de crianza en madera y ánfora de cerámica. ¡Fliparás con su volumen en boca! Un vino blanco muy largo, muy interesante, casi podríamos decir enigmático. Pues los vinos blancos se han adaptado a los nuevos tiempos y al gusto del mercado. Las crianzas ya no son solo con barrica y tienen una gran densidad en el paladar. Realmente son vinos que pierden el exotismo de la fruta (más tropical y cítrica) para aportar notas a especies y vainilla a su fragancia.

Celler Vall Llach Porrera Vi de Vila Blanc

Ahora te llevo a Porrera, en el corazón de la denominación calificada Priorat. Una sabrosísima garnatxa blanca con cinco meses de crianza. Una DO muy reconocida y prestigiosa como Rioja, Priorat o Somontano que al pensar en estas zonas las asociamos directamente a tintos. Y en ellas se elaboran distintos colores y tipos de vinos. Los vinos blancos de estas denominaciones de origen con suelos como la licorella, que siempre relacionamos con variedades como la cariñena o la garnacha crecen con cierta alma de tintos. Y para los enamorados de los tintos, pueden tener como amantes estos sabrosos, corpulentos y atractivos blancos.  

Deberes de verano

Para que el verano no pase como algo fugaz si no con la intensidad que te merece acuérdate de pedir y/o comprar blancos con cuerpo: de variedades con buena maduración (chardonnay, garnacha), alcohólicos, con crianza con lías (el battonage francés que es removerlo con un palo) y paso por madera largo. Tienen unos aromas tan complejos, color evolucionado y son muy versátiles para combinar con un verano inolvidable.