Sé que esta pregunta te la haces pensando que el buen vino es como el Santo Grial, que te lo tomas y te transforma, pero eso solo pasa en la película de Indiana Jones. Lo que le pedimos a un buen vino es:

 

  1. Equilibro: es cuando el vino tiene un pacto con la acidez, el volumen en boca, sus notas olfativas y retronasales tienen una armonía y ritmo que hacen que beberlo sea una delicia
  2. Peso de la fruta en boca: el mejor vino se hace a partir de la mejor materia prima y en boca se nota su presencia, el peso de la fruta y el estilo de una buena elaboración
  3. Complejidad: la intensidad no está reñida con la complejidad, pero pedimos que los aromas del vino se desplieguen y que tengan muchos descriptores para analizar su bouquet
  4. Longitud (posgusto): los vinos que pasan por boca y se recuerdan gracias a la intensidad de sus aromas retronasales. En teoría se mide en caudalias (una caudalía es igual a un segundo). ¿Pero quién se pone a contar? ¡Un buen vino siempre se recuerda por el buen momento que te ha hecho pasar!
  5.  Carácter: no tener la sensación de que este vino ya lo has catado. Los buenos vinos tienen personalidad propia y ritmo, una copa lleva a la otra.

¡Y la “prueba del algodón” en un vino es que el buen vino siempre se acaba y hasta se pide la segunda botella!