Ir a un restaurante es una actividad social, es decir, implica una connotación multipersonal. No se concibe ir solo a un buen restaurante a degustar la carta y dejarte cautivar por el camino gastronómico de las delicias. El otro día quise romper con este estereotipo y me planté en el restaurante Alrevés (c/ de Flos y Calcat, 18), junto a la avenida Diagonal, a solas, en un comedor gigante y bien estructurado con la intención de jugar. Y el experimento fue todo un éxito.
Restaurante Alrevés: excelente relación calidad-precio
Llego pocos minutos después de la 13 h (sí, soy un buen europeo) y el ambiente que me encuentro me hace pensar que es un restaurante de hotel. En escasos metros de la Diagonal, oficinas y edificios señoriales alrededor, todo me indica que es un restaurante más, sin nada sorprendente, el típico establecimiento encajonado con fuerza y sin escrúpulos, como si la gastronomía fuera algo insignificante. Por suerte, el olfato es erróneo y me encuentro con elementos únicos y una cocina sorprendente.
Alrevés, nueva marca de restauración del Grupo Trapío, se ha estrenado en Barcelona en octubre de 2023. El local pretende fusionar la cocina mediterránea y urbana con un ambiente más de proximidad y gamberro durante la noche que llega, con este, a su tercer restaurante en la ciudad condal. El chef Xavi Rue, asesorado por Josep Maria Masó, ha creado una propuesta gastronómica que combina el recetario clásico de la cocina catalana y mediterránea, donde el protagonista es el producto fresco, de proximidad y de temporada.
Después de dar una vuelta de reconocimiento por el comedor, me doy cuenta de un rasgo bien curioso y es que hay mesas muy diferentes en el mismo espacio: redondas, cuadradas, de materiales diferentes, sofás y sillas. Toda una variedad de colores y formas que se agradece, ya que choca con el habitual y más rutinario de la monotonía ya clásica de la mayoría de los restaurantes. El servicio, más que notable y atento, me sirve una copa de vino blanco Abellerol de la Bodega Torre del Veguer, D. O. Penedès. Una intensidad fuerte y robusta que me acompañará a lo largo del viaje sensorial.
Empiezo con un poco de pan de coca con tomate porque sino no será una buena comida. Inmediatamente después, me encuentro en la mesa dos croquetas de meloso de ternera. Muy tostadas por fuera, con un color marronáceo dorado suculento y bien crujientes por dentro. Resultaron una bomba de sabor inesperado que ya me hacía intuir que la comida iría por buen camino.
Los siguientes dos platos no desfallecieron el nivel con que había empezado la comida. En primer lugar, dos unidades de brioche de tartar de atún con un toque especial de una salsa misteriosa que hace perder el norte. El gusto de poderlo con las manos es altamente recomendable para que no pierda ninguna textura ni esencia. Seguidamente, el plato principal. Un mar y montaña de secreto ibérico, langostinos y pera. La salsa, una vez más, fundamental para unir la armonía del plato y que todo tome oído.
Sinceramente, pongo la mano al fuego que hubiera pedido el plato que fuera, todos me hubieran sorprendido positivamente: los grandes clásicos de canelones, los chipirones, las mejores carnes y pescados, los arroces. Todos los platos son chillones y los precios no son ningún exceso fuera de mercado. Ah, me olvidaba: los postres. Un pastel de chocolate y avellanas muy tierno que se deshacía en la boca con una bola de helado de vainilla que complementaba a la perfección la temperatura y la textura del plato. En definitiva, si las fotos no te acaban de hacer el peso, que lo dudo, a causa de la paupérrima calidad de mi móvil, te animo que pongas un pie en el restaurante Alrevés y te enamores de la fusión mediterránea, tradicional y urbana y unos platos encantadores.