El restaurante Insolent es la nueva sensación en el barrio de Gràcia. Insolente de nombre, pero solvente de apellido, porque detrás de esta aventura encontramos cuatro amigos, Javier Custodio y Pedro Huerta (en la sala) y Miquel Garcia y Julià Castelló en la cocina. Un cuarteto que junta en su primer proyecto propio toda la experiencia atesorada en restaurantes de alta cocina como Disfrutar, El Celler de Can Roca o en los proyectos internacionales de Jordi Vilà y Paco Pérez.

A menudo, estos profesionales que han estado en cocinas tan formales y complejas, buscan elaborar una gastronomía más informal y distendida cuando abren su propio restaurante, pero la pátina adquirida en estos fogones y salas tan exigentes es difícil de sacar. Y es, precisamente, este hecho el que dota de gracia y personalidad a estos proyectos, a medio camino entre dos mundos, y en muchas ocasiones, sumando el mejor de ambos. Hay técnica y hay precios contenidos, toda una oportunidad para conocer estos insolentes en el inicio de su recorrido en solitario.

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Los cuatro protagonistas de Insolent / Foto: Insolent

Restaurante Insolent: mucho más que un juego de palabras

Insolente, como es de buen juicio suponer, es un juego de palabras que tiene la intención de definir una actitud inconformista que busca una voz propia, pero también alude a su ubicación, en la plaza del Sol, en los bajos del Hotel Casa del Sol Sonder. Y esta voz propia ha escuchado la de otros, como los vecinos de Gràcia a quienes han consultado para captar voluntades y paladares sin renunciar a hacer lo que ellos quieren. Y la del producto y los productores, jugando con temporada y buscando cualidades, reflejándose a la carta, pero también a los fuera de carta. Todo es Insolente, y los cuatro protagonistas son más responsables que informales, ya que son un equipo de 11 personas que, compartiendo valores y talantes, se quieren lucir sin revolucionar. Gustar y sorprender.

Esta fiesta para el paladar empieza con unas propuestas de entrantes bien alegres, pensadas tanto para compartir como para comerse con las manos: ostra con ajoblanco de chufas y vinagreta de cereza, una fiesta de umami absoluta en la tostada de anchoa con aceite de jamón ibérico y mantequilla ahumada o el xuixo de pesto de cacahuete, mascarpone e higos. El xuixo será el plato definitorio de Insolent: los dos chefs, gerundenses, no han querido renunciar a este icono y lo encargan a la mítica Can Castelló para que los elaboren siguiendo las directrices de cocina con respecto a los rellenos salados de creación propia. ¡Una alternativa a la croqueta que dará mucho que hablar!

Han consultado a los vecinos de Gràcia para captar voluntades y paladares sin renunciar a hacer lo que ellos quieren. Y la del producto y los productores, jugando con temporada y buscando cualidades, reflejándose a la carta, pero también a los fuera de carta. Todo es Insolente

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 Ostra con ajoblanco de chufas y vinagreta de cereza / Foto: Marta Garreta

El festín sigue con platos de mercado, donde destaca el arroz. Lo hacen en función de los ingredientes que les llegan de la lonja y los campesinos, pero es una de las estrellas de la casa de gran versatilidad. Pruebo el de gamba, navajas y almejas con una suave mayonesa cítrica y me chupo los dedos porque es potente y muy sabroso. Los lechales de ternera con puré de apio, melosos y suculentos. La sección de brasa (Josper) ofrece lo mejor de las piezas de carne grandes, con acompañamientos que siempre apetecen como los pimientos del piquillo, patatas al horno con romero u ovillos a la brasa al estilo coreano.

Y ya que estamos en ambiente festivo, toda celebración en la mesa tiene que tener un final feliz: los postres. ¿Muy divertidos los que han llamado como 'Berenem? Un cremoso de chocolate, helado de pan y crujiente de aceite y sal' o el xuixo a la brasa relleno de crema de canela y cardamomo, manzana caramelizada y helado de queso cremoso.

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Lechales de ternera con puré de apio / Foto: Marta Garreta

Gràcia empieza a contar entre sus filas con restaurantes muy interesantes, postulándose como un destino de la buena comida y el bueno beber en la ciudad. Y ubicarse en una plaza donde los estereotipos dan a entender que los momentos de consumo están a unas escaleras y con latas, también es bastante insolente. ¡Sea como sea, que todos los insolentes como estos sean bienvenidos!