Este pasado mayo los amantes de las bodegas recibimos una mala noticia con el cierre por jubilación de la mítica bodega Manolo, sin duda una de las más emblemáticas de la Vila de Gràcia. Por suerte, sin embargo, dos meses más tarde ha reabierto otra vez de la mano de los amigos y socios que reabrieron la también mítica bodega Gol en la calle Parlament, Eduard Jarque y Sergi Fernández. En el caso de la bodega Gol, los responsables de los fogones son los incombustibles Roger Solé y Rodrigo Castro, pero en la bodega Manolo los responsables de la cocina son la joven Aina Oriol y Víctor Moreno, de momento bajo la supervisión de los dos primeros y con la ayuda de Toni Ferrer en la sala.

Cuando vivía en la plaza Rovira visitaba a menudo la bodega Manolo, sobre todo los fines de semana a la hora del aperitivo. En aquella época los bares más concurridos en la plaza eran el bar Vall, el Cumulada (ahora Rovira) y el Manolo. De los tres, el más auténtico era indudablemente la bodega Manolo, donde recuerdo los domingos apoyados en la barra bebiendo vermú y zampándonos unas anchoas que desalaban los antiguos propietarios con aquel amor, unas patatas con alioli que estaban buenísimas y unos mejillones al vapor con mayonesa. Alguna tarde incluso me había sentado a la mesa a jugar a la butifarra bien comido, pero era un club demasiado privado donde todo el mundo se conocía, recuerdo que tenían mal perder y, por otra parte, a mí se me rifaban en otras mesas más abiertas del barrio como las de la Vermuteria del Tano, donde pasaba algunas tardes envuelto en partidas interminables.

La plaza Rovira es una de las plazas más auténticas de la Vila, donde curiosamente el famoso tranvía 39 iniciaba y acababa su recorrido. Ahora hace unos años también fue el escenario de la grabación de la película El embrujo de Shangai, del libro de Juan Marsé, dirigida por Fernando Trueba y con Ariadna Gil como actriz protagonista.

Pues bien, el objetivo de la nueva bodega Manolo no es poca cosa. Quieren hacer una réplica de la bodega Gol, que tan bien les está funcionando, ofreciendo una cocina catalana tradicional de toda la vida a las vecinas y vecinos del barrio a un precio razonable y con un servicio personalizado donde todo el mundo se sienta como casa. Dejadme que os diga que lo están consiguiendo, aunque para nada esconden que los turistas serán bienvenidos, porque las pelas son las pelas y la calle Torrent de les Flors, donde está ubicada la bodega, es una de las principales vías de subida y bajada al Park Güell. De momento, sin embargo, se ha convertido en una de las calles más queridas del barrio para aquellos a los que les gusta la buena comida, porque en pocos metros tenemos la Bodega Manolo, Fino bar, un nuevo local sin complejos con buena comida y buen beber y el Panxa del Bisbe, todo un clásico del barrio y uno de los locales preferidos de la Rosalía en Barcelona.
En la bodega Manolo puedes disfrutar de un buen capipota, un fricandó, una butifarra con alubias, unas manitas de cerdo a la brasa con patatas, anchoas 00, o unas bravas con doble fritura con su salsa especial a cualquier hora del día, todo música celestial para nuestras orejas.

No tienen menú de mediodía ni esperan tenerlo, pero sí la misma carta para desayuno, comida y cena. Así, puedes disfrutar de un buen capipota, un fricandó, una butifarra con alubias, unas manitas de cerdo a la brasa con patatas, anchoas 00, o unas bravas con doble fritura con su salsa especial hecha en casa a cualquier hora del día, todo música celestial para nuestras orejas. Aun así, como hoy hace un bochorno insoportable, he tirado de platos fríos pidiendo una crema de puerros, una rusa y una esqueixada, para acabar con unos calamares con cebolla que están para tirar petardos.

Con respecto a los vinos, tienen una carta muy bien escogida, únicamente con vinos catalanes, muchos de los cuales son naturales y que van de los quince a los treinta euros.