¿El mejor debut en restauración del año? En Prodigi encontraréis alta cocina a precios populares

La semana pasada visité por segunda vez el restaurante Prodigi, el nuevo local del joven Jordi Tarré, estratégicamente situado en la Dreta de l’Eixample, entre PROvença, DIagonal y GIrona, junto a la Vila de Gràcia. El local había sido la Taverna Hofmann de la recordada Mey Hofmann.

Jordi estudió en el CETT y trabajó en el Hisop o El Celler de Can Roca antes de irse hacia Londres, donde trabajó en el Mandarin de Hyde Park y en el Fat Duck (con tres estrellas Michelin) para volver unos años después como segundo de cocina al Hisop, donde lo une una amistad especial con Oriol Ivern. Finalmente, cumple su sueño y abre Prodigi, posiblemente la mejor abertura del año 2022 en Barcelona.

Son las dos y media y estoy hambriento. Antes de entrar en el local, me detengo para ver la bodega instalada a ambos lados antes de entrar en el restaurante. El comedor tiene un encanto especial, minimalista; mantienen una pared de piedra. El lugar es agradable.

Me dan la bienvenida y no perdemos el tiempo. Me sirven una copa de vino, La Casilla Bobal con DO Manchuela, ligero y equilibrado. Escojo el menú de mediodía, empezamos con un pequeño entrante: el maitake a la brasa con puré de boniato, ras al-hanout y salsa de ternera. El maitake o hongo de castañar​ es una seta de origen asiático que actualmente se cultiva también en Catalunya, en el Prodigi saltean las setas mezclando el ras al-hanout, que no es otra cosa que una mezcla al gusto de especias del norte de África, y le añaden la salsa de ternera. Me parece que es un plato muy acertado para empezar, quizás un tanto desengrasante y todo.

Hablando de setas, falta todavía un mes bien bueno para empezar la temporada de colmenillas; para mi gusto, una de las setas más preciadas por su sabor y por su aroma, pero también por su versatilidad en la cocina. Ya afilo el cuchillo para irlas a coger; sin embargo, veo fotos en las redes que ya ha empezado la temporada, que no os engañen: no son de aquí. Por otra parte, el inconveniente de la colmenilla es que se tiene que hervir antes de consumir y no la puedes comer cruda; de hecho, está prohibido que se venda en crudo, aunque, curiosamente, la puedes comprar en cualquier parada de setas cuando es su época.

Me traen el primero, unas alcachofas braseadas con butifarra del perol, salsa de pollo, papada ibérica y aceite verde; las pequeñas láminas de papada están horneadas y casi fundidas por encima. Un plato de invierno con ingredientes sencillos, cocinados con gracia e ingenio.

Es el turno del pescado, una merluza a la plancha con salsa xató, vinagreta de trufa, calçots y anchoas. La merluza en sí misma es un pescado que considero bastante insípido si no se acompaña de los condimentos y productos adecuados, exactamente lo que hace el chef con tres elementos de temporada y ofrece una merluza de una sutileza difícilmente superable.

Acabamos con los postres: unas peras al vino con helado de cinco especias chinas y curd de naranja sanguina.

Prodigi ofrece alta gastronomía a un precio razonable; quizás podemos hablar de "bistronomía", quizás no. Apuesta por la reinvención de la cocina catalana mediante una técnica impecable con un resultado que roza la excelencia.

Me despido de Jordi, me comenta que está muy contento de cómo va la cosa desde que abrió y que está cogiendo poco a poco la velocidad adecuada. Dice que por la noche suele llenar el local, de lo cual me alegro. Me agradece la segunda visita y yo le deseo suerte y aciertos. Subo por Gràcia para sudar la gota gorda mientras voy cantando "The passenger" de Iggy Pop, que hace unas décadas que no consigo quitarme de la cabeza:

I am the passenger and I ride and I ride
I ride through the city’s backsides
I see the stars come out of the sky
Yeah the bright and hollow sky
You know it look so good tonight