Cuando paseo por las calles de Barcelona o de cualquier pueblo o ciudad de Catalunya, tan sólo hay una imagen que me estremezca más que la típica estampa de un individuo, o un grupito de ellos, royendo un bocadillo con embutido o queso industrial y una caña: la estampa de los chiquillos metiendo la manita dentro de una bolsa de aperitivos industriales, en el peor de los casos, con una bebida energética como maridaje. Del mismo modo que el pan de la gasolinera, del supermercado, de la panadería de barrio de toda la vida o de la pastelería disfrazada de boulangerie que cimienta los susodichos bocadillos de bar, la masa de los alimentos contenidos en estas bolsas de colores radiactivos, que la mayoría de veces es harina o sémola de maíz aglutinada con alguna grasa ultraprocesada como el aceite de palma o el aceite de girasol alto oleico (sí, el último invento de la industria alimentaria para hacerte creer que todos estos snacks son saludables o, como mínimo, que no son nocivos), es igualmente insípida y un atentado contra la nutrición. Sin embargo, a diferencia de los embutidos, los quesos o cualquiera de los rellenos que acompañan la distopía de estos sándwiches (con alguna excepción, claro está, como una tortilla a la francesa o una lata de atún), los cuales tienen la misión de aportar algún tipo de sabor y textura en las rebanadas insípidas y de compensar, o mejor dicho descompensar, su nivel de carbohidratos con grasas y proteínas de mala calidad, en las bolsas de estos aperitivos no hay tacos de queso o trocitos de fuet, sino saborizantes y todo tipo de aditivos de nombres patibularios como 5'-ribonucleótidos de disodio. El hecho es que todos estos productos, por la alta concentración en que se utilizan, provocan que, una vez toquen la lengua, descarguen un estruendo de sabores y sensaciones que dejan a nuestro cerebro descolocado.

Eso provoca que el cerebro active las mismas zonas y reaccione de la misma manera que con una raya de cocaína o una calada de crack

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Aperitivos Takis Xtra Hot / Foto: Jan Carbó

Las drogas, por su nombre

Desde el punto de vista de la psicología, una droga es una sustancia que se introduce en el organismo humano, que puede modificar temporalmente la percepción, el conocimiento o el estado de ánimo, y que puede crear adicción. Hasta aquí, nada nuevo. A estas alturas de la vida, imagino que todas y todos hemos experimentado alguna vez con alguna droga, y conocemos perfectamente las consecuencias que eso comporta, especialmente cuando abusamos de depende qué sustancias. Ahora bien, desde la perspectiva de la alimentación, cada vez son más los expertos y expertas que nos alertan de que hay que considerar la llamada comida basura también como una droga; en la medida en que esta, por la suma de sus elementos constitutivos —los aditivos— y características organolépticas, provoca que el cerebro active las mismas zonas y reaccione de la misma manera que con una raya de cocaína o una calada de crack. A partir de aquí tienes dos opciones: hacer ver como quien no quiere la cosa e ir pasando; o bien, la próxima vez que te encuentres en un entorno con menores de edad, desde una fiesta infantil a una comida familiar, y algún padre, madre, abuelo, abuela, tío, tía, amigo o amiga despistada ponga sobre la mesa una bolsa de aperitivos ultraprocesados, simplemente apártala o tírala directamente a la basura, tal como harías si descubrieras una papelina de cocaína en la cartera de tu hijo o hija adolescente. Creedme; no he conocido placer mayor que retirar sutilmente de encima la mesa de una fiesta de guardería una bolsa de Doritos.

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Bolsa de Takis Xtra Hot / Foto: Jan Carbó

Se nota de lejos que los Takis están deliberadamente diseñados para sobreestimular el cerebro de los más vulnerables, especialmente de los más pequeños

Takis: intensidad máxima

Teniendo en cuenta la cantidad de snacks procesados que campan por nuestras instituciones alimentarias, la empresa de encontrar el ejemplo más ruin se presentaba muy complicada. Sin embargo, después de revisar la lista de ingredientes de un buen puñado de referencias, finalmente me he decantado por probar los Takis Xtra Hot, que su etiqueta describe como "producto aperitivo de maíz frito con sabor en cayena y lima", o también, "deliciosos rollitos de maíz sabor lima extra picante". Y visto con perspectiva, diría que la intuición no me ha fallado. Desde el departamento de comunicación digital de la compañía, que no es otra que Bimbo Donuts Iberia (y que cada uno saque sus propias conclusiones), los Takis se reivindican como "el snack enrollado más intenso y delicioso". Es decir, más adictivo. De entrada, cabe decir que su forma es divertida, como de barquillo pequeño. Pero por su alto contenido en grasa, su textura acaba recordando a la masa de una empanada gallega, más bien cocinada el día anterior. Y después la combinación explosiva de potenciadores del sabor, sumado al exceso de todo tipo de aditivos como ácidos orgánicos, azúcares o aromas, provoca que la experiencia sensorial sea francamente ofensiva, aunque su nivel de picante me guste. En definitiva, se nota de muy lejos que los Takis están deliberadamente diseñados para sobreestimular el cerebro de los más vulnerables, especialmente de los más pequeños, talmente como en una terapia de electrochoque. En fin, lo que la gente adulta haga con su vida a mí no me incumbe, pero que los menores de edad puedan comprar aperitivos ultraprocesados sí que me indigna. Dicho esto, cuando oigas que te llama la comida basura, átate al mástil y resiste. Y si, por lo que sea, no puedes controlarte, pide ayuda. Y, recuerda: no he conocido placer mayor que...

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La lista de ingredientes de los Takis Xtra Hot / Foto: Joan Carbó