Problemas estomacales, gases, acidez, pesadez e incluso dolor abdominal. ¿Te suena? Podrían ser los ingredientes de la receta de cualquier fin de fiesta de estas fechas. Y es que, por mucho que cada año nos ocurra, parece que no aprendemos y volvemos a caer fiesta tras fiesta. Y lo peor de comer como si se fuese a terminar el mundo no es solo que en enero el botón no te abroche. Exceso más exceso hacen estragos en nuestra salud y al final de las fiestas llegan las “sorpresas” en forma de colesterol alto, tensión por las nubes, puede que un ataque de gota o incluso un azúcar preocupante.

7 trucos para no empacharte durante las comidas de Navidad 

Los empachos están tan ligados a la Navidad como los regalos, las luces o el espumillón. Pero este año puedes cambiar la situación siguiendo estos sencillos consejos. Por fin podrás empezar una nueva era y tener un recuerdo diferente de las fiestas. Y sobre todo del día después de esa fiesta.

Alimentación consciente

Este es el consejo estrella de los expertos en nutrición y sigue las mismas pautas que el famoso mindfulness. En definitiva, se trata de centrar nuestra atención en lo que estamos comiendo, al acto en sí de comer. Así, además de ingerir menos alimentos, ya que tardamos más en masticar, también apreciaremos más la comida, su sabor, su textura y los matices de cada plato.

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Trucos para no empacharte con las comidas de Navidad / Foto: Pixabay

Planificación

Las mesas en estas fechas son un gran surtido de tentaciones. El primer impulso es tirarse a por todo sin medir cantidades ni consecuencias. Pero como eso no es lo que queremos y el objetivo es no empacharse, hay que plantearse esa comida o cena con una estrategia clara. Decide qué es lo que más te gusta, valora como de contundente es ese plato y rellena con un poco del resto. Por ejemplo, si el segundo es el típico asado, deberás contenerte en los aperitivos. Si, por el contrario, el plato principal no es tu favorito o sabes que va a sobrar y que va a ser la comida del día siguiente, déjate llevar con los entrantes y, después, pasa directamente al postre.

Dosificarse

Esto es muy complicado ante una mesa en la que hay mucho picoteo y muchos entrantes. Así, para evitar tener que contar e ir tomando decisiones constantemente sobre si sería bueno un canapé más o si entraría un nuevo trozo de queso, dosifica desde el principio. ¿Cómo? No vayas cogiendo directamente de los platos o fuentes y sírvete un plato completo con un poco de lo que más te gusta. Tener el plato lleno te hace ser mucho más consciente de la cantidad que vas a ingerir. También ayuda a seleccionar mejor y a dejar fuera lo que menos te atrae.

Nuevas propuestas

Si eres el que cocina o tienes mano en la decisión del menú, apuesta por introducir platos más ligeros. Los hay sabrosos y lujosos (requisitos navideños), pero también light. Por ejemplo, en vez de poner el marisco en una fuente, preséntalo en una ensalada con un poco de fruta y otros ingredientes que rebajan la carga calórica del menú, aumentan la ingesta de vegetales e incluso refrescan el paladar. Igual con el postre. Si se van a servir turrones y dulces típicos, antes no hace falta una tarta, un postre más ligero a base de fruta es ideal.

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Dosificarse o el agua, dos de los trucos / Foto: Pixabay

Copa de agua

Siempre, junto a la de vino o el vaso de refresco, que esté la copa de agua. Y sí, es cierto que el vino no llena, pero sí que desinhibe y esto provoca que hablemos de más, que estemos más graciosos y nos sintamos contentos, pero también que comamos sin freno y que al día siguiente la sensación de resaca sea considerable. Esto no quiere decir que debamos renunciar a bebidas alcohólicas o refrescos, pero sí que lo combinemos con agua.

Compensa

En ocasiones, el empacho no es solo por una comida en particular, sino por la acumulación de unas cuantas. Por eso, entre una y otra hay que tratar de “desintoxicarse”. Para ello, lo más apropiado es priorizar las verduras y productos ricos en fibra. También renunciar a las sobras que contienen demasiada grasa, por mucho que duela.

Muévete

Dar un pequeño paseo tras la comida ayuda a aligerar la digestión. No hace falta gimnasios y ni esfuerzos locos. Solo caminar un poco y no pasar la sobremesa en el sofá. Si es por la noche, ¡pon algo de música y baila! La noche es joven y más en Navidad.