Tener un congelador bien surtido nos puede salvar la vida en tantas ocasiones que esto puede convertirse en una obsesión. Saber que en ese espacio de tu casa puedes encontrar una cena ya lista o los ingredientes para una comida sin tener que salir de casa es un alivio tan grande como lo es la tentación de meter un poco de todo. 

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Pero el congelador no es un cajón de satre en el que todo cabe. Un caldo, sobras de un guiso, carne o pescado envasado de forma correcta o algunas verduras listas para cocinar son siempre bien recibidas. 

Pero, en otros casos, podemos poner en riesgo nuestra salud. Un buen ejemplo es congelar productos que ya han sido descongelados. Y es que, al contrario de lo que se pueda creer, el congelador no mata a las bacterias, como sí lo hace el calor. Las bajas temperaturas solo las atontan y detiene su crecimiento, pero una vez entre en calor, serán igual de peligrosas. 

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Foto: Pexels

En este sentido, también es peligroso congelar alimentos que ya llevan tiempo en la nevera, como puede ser el pescado. En ese proceso de enfriar y volver a calentar, las bacterias se convierten en guerreras en plena expansión que celebran conquista tras conquista. 

Mala idea

Así mismo, hay otros alimentos a los que el frío no les sienta nada bien. En este caso no se trata de comprometer la seguridad, sino sus propiedades organolépticas, es decir, su textura, sabor, color… 

Empezamos.

Lácteos 

Ni yogur, ni batidos, ni salsas con nata. La consistencia de este tipo de productos se ve muy alterada con la congelación por lo que, cuando lo quieras consumir, su textura y aspecto será muy diferente. Se suele utilizar el término “se ha cortado” ya que sus diferentes componentes parecen haberse separado y se crean capas diferentes. 

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Queso

Al igual que el resto de lácteos, al queso no le sienta bien el paso por el congelador, aunque en su caso puede tener una solución más sencilla. Este proceso no afecta al sabor, solo a su textura, que se desmorona y se rompe con facilidad. Por eso, si no te queda otro remedio que congelar una parte de queso, mejor hazlo ya cortado. Puede ser en lonchas o en dados, tal cual como lo quieras comer para, una vez descongelado, no tener que manipularlo. 

Huevos 

Todos hemos visto ese vídeo viral en redes sociales en las que se congela un huevo, se parte en láminas y se cocina como si fuesen mini huevos. Pero no es buena idea congelar huevos con cáscara. Además de que no es muy seguro debido a que en la cascara se acumulan todos los microorganismos y es muy permeable, por lo que al entrar en un entorno húmedo (como el congelador) pueden pasar a la clara, también hay que tener encuenta que pueden explotar. Sí, igual que una botella cuando la llenas de agua hasta arriba. 

Si quieres congelarlo es mejor hacerlo sin cáscara y, para diez, si lo preparas ya batido y con la sal incluida. 

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Alimentos con grasa

Tanto carnes como embutidos. El motivo es que la grasa tarda más en congelarse que la parte magra. Esto afecta a su sabor, que suele enraizarse y echa a perder todo el producto. Si estás leyendo esto porque estás embarazada y quieres comer jamón, la solución es recortar bien la parte blanca.   

Patatas 

Ni crudas, ni cocinadas. A bajas temperaturas, las patatas pierden la fécula y con ella su textura se convierte en algo harinoso muy desagradable al gusto. 

La única forma de salvar un guiso con patatas es llevarlo a ebullición unos minutos para que la patata se deshaga. 

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Verduras y frutas

En este caso hay que matizar que nos referimos solo a verduras y frutas que queremos consumir luego en crudo. Por ejemplo, la espinaca es un básico entre las verduras congeladas, pero siempre que su uso sea para cocinar, nunca para una ensalada. 

Tanto las verduras como las frutas están compuestas principalmente por agua, que al congelarse se solidifica y destruye la estructura. En el caso de las espinacas, se notará en que sus hojas quedan blandas. 

Además, cuando se descongelan, pierden todo esa agua y con él gran parte de sus vitaminas. 

Tartas o pasteles caseros

Seguro que te estás preguntado por qué si la mayoría de las tartas que compras en el supermercado están congeladas. La respuesta pasa por aclarar que los procesos de congelado industriales nada tienen que ver con los que podemos encontrar en nuestras casas. Además, en una tarta encontramos varios ingredientes que ya hemos explicado que no es buena idea congelar, como la nata o las frutas.

Ese bizcocho que acabas de hornear y te ha quedado tan esponjoso, al salir del congelador tendrá una textura tan diferente que no lo podrás reconocer.