Hay bares, y hay locales como Manda Huevos —en Les Corts, abiertos hace pocos meses— que te cogen desprevenido y te dejan con ganas de volver. Desde el primer vistazo: decoración moderna, dominada por el naranja vibrante, un logo simpático y directo, y una atmósfera de barrio que renace con aire nuevo. El nombre puede hacer pensar en un lugar de tapas genérico, pero una vez  escuchas el ruido de platos, el humo sutil de la cocina y la primera gilda en la mano, entiendes que aquí todo va un poco más allá.

 

 

Al frente está el joven chef Ot Salvans, con experiencia en lugares como Disfrutar o DiverXO, y el emprendedor Víctor Martínez —una pareja que ha querido traducir el concepto clásico de bar a algo con personalidad, producto y ganas. Y el resultado es visible: es un cruce entre cocina de barra y platos que podrían aparecer en cartas de restaurantes mucho más ambiciosos. 

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Una de las gildas del Manda Huevos

El inicio: aperitivos que ya te hacen sonreír

Comenzamos con un vino interesante, un Valenti Zusslin, de la zona de Alsacia, y aquí es cuando Víctor nos explica que compró la bodega de un hotel y cada día descubre vinos maravillosos. Y con la copa delante, llegan los primeros bocados: una ensaladilla que no te dejes guiar por el nombre —o quizás sí— pero que resulta uno de los mejores entrantes que recuerdo desde hace tiempo. Con huevo de codorniz, mayonesa japonesa, y una anguila ahumada con encurtidos; es compleja, sabrosa y bien trabajada. La anguila le da cuerpo, el toque salado, la textura… Bravo, Ot.

Después vienen las gildas —sí, las de toda la vida, pero reinterpretadas. Proponen variantes para todos los gustos: desde la clásica de triple boquerón con piparra y pil-pil, hasta la de bacalao desmigado, elaborada con morro de bacalao, piparra y tomate seco. Pero la carta llega a tener seis o siete versiones diferentes, así que si eres de los que disfrutan con estas pequeñas joyas saladas, aquí encontrarás un lugar donde redefinir el concepto de gilda. Y sí: para mí esto ya es el paraíso.

Los macarrones del Manda Huevos
Los macarrones del Manda Huevos

Platos sorprendentes, sabor y riffs de creatividad

Pero no todo son aperitivos. Una de las decisiones que me dejaron pensando es la de una flor de alcachofa: había comido alcachofas mil veces, pero no así. Confitada, con una Torta del Casar intensa, trufa rallada y un toque dulce que parece miel —una combinación que convertía aquel plato en toda una experiencia. Sensaciones de tierra, untuosa cremosidad y un equilibrio justo.

Y si buscabas intensidad: las mollejas de cordero frito con mantequilla tostada y acompañado de tupinambo frito. Textura de lujo, sabor potente y una definición clara: aquí sabes que llegas a un plato que hace honor al producto. Un plato reconfortante, que recomiendo probar sin manías de saber cuál es el producto principal.

A continuación llegaron unos macarrones 'del nieto', y no precisamente 'de la abuela', que es a lo que estamos acostumbrados últimamente. En Manda Huevos, estos macarrones a la catalana llevan botifarra ibérica, chorizo de León, culata de vaca vieja y crema de parmesano con comté. No es pasta italiana, no, es una pasta gratinada, rozando la crujiente en algunos puntos. Ideal para quienes buscan confort y tradición con un toque intenso.

Y para que no olvidemos el motivo por el cual este lugar existe: el huevo. Llegaron dos tortillas que son una llamada a la tradición y a la curiosidad a la vez: una con escalopa de foie y trompetas de la muerte (con una reducción dulzona, que diría que era de ratafía); y otra exótica, con chili crab. Me quedé con ganas de probar otras propuestas de tortilla como la brava, la carbonara o la de tres trufas!

Cerramos con un postre que ya me advierten hasta tres personas que es de traca: un bizcocho fluido de yemas con praliné de avellanas, que al abrirlo explota con una textura melosa, sin necesidad de helado ni nada más. Un final sutil, pero con gusto a querer repetir.

Las truchas del Manda Huevos
Las truchas del Manda Huevos

Un lugar para quedarse

Manda Huevos es un rincón que dan ganas de quedarse. El local es acogedor, con el naranja como marca de la casa —el color rompe la seriedad del clásico y aporta alegría—, el logo es simpático y, te lo diré, me pareció un lugar ideal para quedarse con amigos o pareja, sin complicaciones pero con gusto por la gastronomía. El trato es cercano y atento, y tienes la sensación de que todo el equipo tiene claro qué quiere transmitir: restaurar la dignidad de la tapa y la tortilla, hacerlo con corazón, pero también con técnica, buenas materias primas y un punto de creatividad.

Y sí: aunque el nombre podría sugerir una oferta centrada solo en huevos y tortillas, Manda Huevos es mucho más. Es un lugar que combina barra, tapeo y cocina de nivel; donde la tradición y la modernidad no se contradicen, sino que se retroalimentan. Donde puedes picar una gilda, tomar un vermú, comer una pasta gratinada, una tortilla imaginativa o un plato de corazón —y salir con esa sensación de satisfacción de cuando has comido bien y estás contento. Porque en estos rincones es donde ves que una buena idea, talento y ganas pueden dar vida a un nuevo concepto de bar: informal pero pensado; tradicional pero actualizado; cercano, directo y con mucho, mucho sabor.