En la cocina japonesa, donde cada gesto cuenta y nada se deja al azar, el arroz ocupa un lugar casi sagrado. No es solo un acompañamiento, sino la base sobre la que se construyen platos emblemáticos y una parte esencial de la cultura gastronómica del país. Por eso no sorprende que alrededor de su preparación existan pequeños trucos transmitidos durante generaciones, algunos casi desconocidos fuera de Japón. Uno de los más llamativos es el de poner un cubo de hielo sobre el arroz justo después de cocerlo, una práctica que puede parecer extraña a primera vista, pero que tiene una lógica culinaria muy precisa y profundamente ligada a la búsqueda de la textura perfecta.
Los cocineros japoneses recomiendan poner hielo en el arroz
Este gesto aparentemente simple cumple varias funciones a la vez. Al entrar en contacto con el arroz recién cocido, el hielo se derrite de forma progresiva y libera agua fría que frena de golpe la cocción. De este modo, se evita que el grano siga absorbiendo calor residual, algo que suele provocar que el arroz se pase, se apelmace o pierda definición. En una cocina donde el punto exacto es crucial, detener la cocción en el momento justo marca la diferencia entre un arroz correcto y uno excelente.

Además, este enfriamiento controlado permite que el arroz mantenga la humedad necesaria sin volverse blando ni pegajoso. El grano queda firme por fuera, pero tierno por dentro, con una textura equilibrada que resulta especialmente importante en elaboraciones donde el arroz debe conservar su forma, como ocurre en muchos platos japoneses tradicionales. Los cocineros defienden que esta técnica ayuda a conseguir un resultado más limpio, con granos bien separados y una sensación mucho más agradable en boca.
El grano queda firme por fuera, pero tierno por dentro, con una textura equilibrada
Otro aspecto clave tiene que ver con el sabor. Al evitar una cocción excesiva, el arroz conserva mejor su gusto natural, sin notas aguadas ni textura harinosa. Para los chefs japoneses, el arroz debe saber a arroz, sin artificios, y este pequeño truco contribuye a realzar su perfil más puro. Es una forma de respetar el ingrediente y de sacar el máximo partido a su simplicidad, algo muy alineado con la filosofía culinaria nipona.
Este método también refleja una idea muy presente en Japón: el control del tiempo y la temperatura como herramientas fundamentales en la cocina. No se trata de añadir ingredientes ni de complicar procesos, sino de saber cuándo intervenir y cuándo detenerse. El hielo actúa como un interruptor natural que permite al cocinero decidir exactamente hasta dónde quiere llegar.

Para quienes disfrutan cocinando en casa, aplicar este truco puede ser una revelación. No hace falta dominar técnicas complejas ni contar con utensilios especiales. Basta con entender que, en el caso del arroz, el final de la cocción es tan importante como el inicio. Y ahí, un simple cubo de hielo demuestra por qué, en la cocina japonesa, los detalles más pequeños son los que elevan un plato al siguiente nivel.