El invierno ya se acaba, pero las jornadas más frías las estamos viviendo estas últimas semanas de febrero y primeras de marzo. Y cuando las temperaturas bajan en picado, todos los cerebros gastrónomos se ponen a pensar en las cocinas de los hogares del país, los platos más calientes para calentar a la familia y a los estómagos gélidos. Y una de las recetas que nos viene a todos en la cabeza es, probablemente, una de las más deliciosas y uno de los placeres queseros más orgásmicos y exquisitos: la raclette. Esta semana el copropietario de la quesería Llet Crua, Xevi Miró, nos expone cómo hacer una raclette y toda la información de una historia dulce y exquisita.


La raclette, un plato irresistible durante el invierno... y todo el año

"Hoy hablaremos de la raclette, un plato muy típico de Suiza, así como es el nombre del queso que hay encima de la mesa", empieza Xevi. 'Raclette' quiere decir 'raspar' y es un queso creado y diseñado para ser fundido. Tradicionalmente, este queso se fundía en las chimeneas. Después, sin embargo, se empezaron a crear artefactos de diversa índole para hacer este trabajo menos pesado. Xevi muestra en el vídeo una máquina que, en el momento en el que la pieza quesera se acerca, se va fundiendo poco a poco. Una vez tenemos el resultado, rascas el queso encima de una rebanada de pan, por ejemplo.

En los años 50, no obstante, se puso de moda una máquina ya más conocida hoy día: la raclonette. "Son las raclettes individuales, las que pasan en casa," explica el copropietario de Llet Crua. "Lo que tenemos que hacer es cortar el queso a medida de cazoleta, que es el utensilio de pequeñas dimensiones que ponemos debajo de la plancha para fundir el trozo de queso". La creatividad es la mejor amiga de los comensales que deciden comer raclette, ya que encima puedes poner los ingredientes y alimentos que más te apetezcan: patatas, verduras, cebolla, beicon, salchichas, pimiento, huevo de codorniz y un largo etcétera. La variedad, pues, es infinita a la hora de tener en cuenta los maridajes sólidos con el queso de raclette.

¿Pero, y los maridajes líquidos? ¿Cuáles son los mejores vinos para acompañar este queso? "Mi recomendación es aquella bebida un poco ácida, por ejemplo, un cava o un vino blanco", sentencia Xevi. Si nos decantáramos por una botella de vino tinto, lo ideal sería que fuera de capa baja y un poco refrescante, porque la raclette es una comida contundente. Finalmente, el experto anima a experimentar y la mejor manera para hacerlo es con los quesos catalanes de un estilo concreto, como el queso Ermesenda, del Mas d'Eroles.