Si todavía estás planificando las salidas que harás este verano, considera visitar la villa romana de Els Munts. Se trata de un antiguo asentamiento romano bastante bien conservado ubicado dentro del municipio de Altafulla, a 12 kilómetros de Tarragona. Concretamente, está situado encima de una colina y cerca de la playa, un lugar privilegiado que lo convierte en un tesoro único en Catalunya. En este sentido, y para reconocer la excepcionalidad del yacimiento, en noviembre del 2000 fue declarado patrimonio de la humanidad. Si todavía no te has decidido a ir, sigue leyendo este artículo porque desde La Gandula de ElNacional.cat te traemos los motivos por los cuales esta es la excursión del verano. ¿Habías oído hablar de esta villa romana?

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La villa de Els Munts, una antigua zona residencial de lujo

La villa de Els Munts forma parte de una antigua zona residencial romana de lujo que fecha del siglo II d.C. Aquí, los historiadores han encontrado ricos elementos decorativos que les han sido de gran utilidad para hacernos una idea de cómo eran las viviendas de la clase acomodada de Tararaco. La villa en cuestión, la villa de Els Munts, constaba de dos partes: la rústica, aprovechando una extensa llanura, y la destinada a la vivienda, coronada por una gran casa (la domus) que estaba acompañada de varios jardines, unas termas y unos baños.

La finca, un tesoro que ha sobrevivido a un incendio y décadas de abandono

Los expertos han podido averiguar que en la villa de Els Munts vivieron un tiempo Caius Valerius Avitus, que ostentaba el cargo más alto de la administración local, y su esposa, Faustina. Durante su estancia, Caius amplió las termas de la villa con más piscinas, hizo construir una gran cisterna y renovó las pinturas y algunos pavimentos de la casa. Más tarde, entre los años 260 y 270, un gran incendio arrasó gran parte de la finca, que nunca volvió a brillar de la misma manera. La parcela sirvió de vivienda hasta el siglo VII y después quedó abandonada durante muchos años. Fue en el siglo XX, con la creciente preocupación por la conservación del patrimonio, que se volvió a mirar hacia la antigua villa romana, ya convertida en restos. En 1967, el Museo Arqueológico de Tarragona se hizo cargo del yacimiento e inició una primera excavación, que permitió recuperar buena parte de las estancias.

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