Si todavía tienes días libres este verano, plantéate hacer una escapada para conocer esta villa medieval de la Catalunya Nord que te robará el corazón. El municipio se llama Ceret y sus calles empedradas son uno de sus emblemas. También lo es su legado artístico, fruto de haber acogido a artistas de renombre internacional. De hecho, la villa ha recibido el nombre de la Meca del Cubismo. Sigue leyendo este artículo porque La Gandula de ElNacional.cat te explica cuáles son las características de la ciudad de la Catalunya Nord que enamora. ¿La conocías?
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Empezamos por lo más importante. Ceret es la capital del Vallespir y es perfecta para hacer una visita rápida de un día porque está a 180 kilómetros de Barcelona; pero también es ideal para pasar unos días o para hacer escala, ya que se encuentra a 200 kilómetros de Montpellier y a 250 kilómetros de Tolosa. El casco antiguo, situado encima de una colina, conserva fragmentos de las murallas, que con los años se han utilizado como muros de carga de casas y edificios. Las construcciones más destacadas de la villa son la capilla de Sant Roc, la Casa Catalana, el antiguo Hospital de San Pedro, la Puerta de Francia, la Puerta de España y el Museo de Arte Moderno, entre otros. Popularmente, es conocida como la capital de la cereza por su importante producción de esta fruta. La villa tiene cerca de 7.500 habitantes.


Ceret, refugio de artistas
Hoy por hoy, la villa es conocida por ser refugio de artistas de renombre internacional. De hecho, en el año 1910 fue el hogar del artista noucentista Manolo Hugué, amigo de Pablo Picasso, quien también pasaba temporadas en el municipio. El pintor y escultor Georges Braque, el poeta Max Jacob y los pintores Juan Gris y Auguste Herbin también residieron allí. Volviendo a Picasso, este fue especialmente prolífico en la villa, donde pintó muchas obras cubistas. De ahí que el municipio reciba el sobrenombre de la Meca del Cubismo. Más tarde, en el año 1950, el pintor francés Pierre Brune instaló en Ceret el Museu d'Art Modern, al cual tanto Picasso como Matisse donaron varias obras para que fueran exhibidas, marcando para siempre Ceret como un punto de encuentro de artistas de todas partes. En el año 1983 la villa acogió a Antoni Tàpies, a quien más tarde se le dedicó una sala en el museo.

