Lavamos las toallas de manera casi automática, sin pensar demasiado. La experta en organización y limpieza Encarnita Herraiz, que acumula centenares de seguidores en un canal en YouTube, ha explicado que un pequeño gesto muy común puede estar haciendo que dejen de cumplir su función principal: secar. La especialista en orden y limpieza explica por qué nunca se tendría que hacer y cómo lavar correctamente las toallas.
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Por qué hay que lavar las toallas por separado
Herraiz recuerda que las toallas están confeccionadas con fibras de algodón entretejidas de manera suelta. Si se observa una toalla a contraluz, se pueden ver perfectamente los pequeños agujeros que deja este entrelazado. Gracias a eso, las fibras pueden retener el agua y permiten que la toalla cumpla su función.
Ahora bien, esta misma estructura tiene un inconveniente: cuando se ponen las toallas en la lavadora junto con otras piezas más compactas, estas absorben la mayor parte del agua y también del detergente. Eso provoca que el resto de la ropa quede mal lavada. Por eso, la recomendación es clara: lavar siempre las toallas por separado.
El peligro de llenar demasiado la lavadora
Otro de los puntos en que hace énfasis es en qué no hay que sobrecargar la lavadora con demasiadas toallas. Al ser tan absorbentes, cuando se impregnan de agua llegan a pesar muchísimo. Eso tiene dos efectos negativos: por una parte, la lavadora no tiene bastante fuerza por centrifugar correctamente y las toallas pueden salir todavía empapadas; de la otra, se pueden llegar a dañar los anclajes del tambor por el exceso de peso.
Herraiz recomienda que el tambor nunca quede lleno del todo. Las piezas tienen que poder recorrer libremente durante el ciclo de lavado. Una manera de comprobarlo es ver si todavía cabe bien la mano o el brazo dentro del tambor una vez cargado.
Cantidad de jabón y problema de la espuma
Relacionado con la capacidad de absorción de las toallas, hay que vigilar también con la cantidad de jabón. Como chupan tanta agua, si se añade demasiado detergente, se genera una excesiva cantidad de espuma que puede llegar a desbordar por la puerta de la lavadora. Además, después harían falta muchos aclarados e, incluso así, no siempre se elimina del todo el jabón. El resultado: toallas con tacto acartonado y poco agradables de utilizar.
La solución pide utilizar muy poco detergente y dejar que el programa de lavado sea el encargado de limpiar las piezas sin sobrecarga de productos.
El gran error: utilizar suavizante
Quizás el consejo más contundente de Herraiz es evitar completamente el suavizante. Según explica, este producto tiene como misión dejar una película encerada sobre los tejidos. Eso, que en otras piezas puede dar suavidad, en las toallas tiene un efecto muy negativo: tapa los poros del tejido e impide la absorción del agua.
El resultado es que las toallas pueden quedar muy suaves al tacto, pero ya no absorben correctamente y dejan de cumplir su función principal. "Estará muy suave, pero no nos seca", resume la experta.
Alternativas al suavizante: amoníaco o vinagre
Herraiz recomienda sustituir el suavizante por otros productos que, además, ayudan a mantener las toallas en buen estado. Su preferencia es el amoníaco: añadir aproximadamente medio vaso al compartimento del suavizante. Este producto rompe las moléculas del jabón y facilita el aclarado, de manera que las toallas quedan más esponjosas y sin restos de detergente.
Como alternativa, también se puede utilizar vinagre de limpieza, que tiene un efecto similar. Tanto el amoníaco como el vinagre se evaporan cuando secamos las toallas y no dejan ningún olor persistente en la pieza. "A mí me gusta más el amoníaco y es lo que utilizo", explica, aunque reconoce que el vinagre es igualmente válido.
El programa de lavado ideal
En el vídeo, Herraiz muestra su rutina concreta. Normalmente, lava dos juegos de toallas —las de ducha y lavabo— junto con una toalla pequeña de desmaquillar. Siempre comprueba que queden lo bastante sueltas dentro del tambor y que no queden embutidas.
Una vez cargada la lavadora, selecciona un programa de una hora, en 40 °C y con centrifugado de 800 rpm. Según explica, con este ciclo hay bastante, ya que ella cambia las toallas cada semana y, por lo tanto, no acumulan tanta suciedad que requiera programas más largos o agresivos.
La filosofía de Herraiz es clara: simplicidad y constancia. Con coladas regulares, poca cantidad de jabón, nada de suavizante y el uso de un producto como el amoníaco o el vinagre, las toallas se mantienen en perfecto estado. Así duran más tiempo, no hacen mal olor y, sobre todo, siguen absorbiendo como el primer día.