Jaume Collboni (Barcelona, 1969) convoca ElNacional.cat en la calle Lepant de Barcelona, ante la escuela Mas Casanovas, un edificio de colores, difícil de definir, coronado con dos cúpulas inverosímiles. Es el centro donde estudió. Entonces la escuela se llamaba Obispo doctor Irurita, "los niños iban de azul y las niñas de rosa". Fue en esta calle donde Collboni participó en su primera manifestación. Tenía 13 años y las familias del centro cortaron la circulación para reivindicar al Ayuntamiento mejoras para dignificar una escuela que había quedado atrapada en el tardofranquismo. "Aquí empezó la toma de conciencia de lo que es la escuela pública, de lo que cuesta cambiar las cosas...", asegura. Era el año 1983, Pasqual Maragall era alcalde y Albert Batlle, actualmente concejal de seguridad con el PSC, era el concejal de Horta.
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El candidato, abogado de formación, inició su carrera política en la UGT y fue portavoz de los socialistas en el Parlament antes de protagonizar un sonado estreno en la política municipal: el 2015, en medio de un contexto de caída electoral del PSOE, lastrado por la crisis financiera del 2008, y con el PSC atrapado en la tormenta provocada por los primeros años del procés, Collboni recogió el peor resultado de la historia de los socialistas en Barcelona. "Estábamos en caída libre", admite. No obstante, la necesidad que Ada Colau tenía de sus votos para conseguir la alcaldía le abrió la puerta al gobierno de la ciudad.
[El 2019] la mayoría progresista no independentista tenía que gobernar, con el apoyo de Valls. Yo no me escondo
Cuatro años después, en el 2019, con la capital catalana todavía impactada por los efectos del referéndum del 1-O y aunque ERC ganó los comicios, Collboni tampoco tuvo duda: "Consideré que la mayoría progresista no independentista que había en el Ayuntamiento era la que tenía que gobernar la ciudad, con el apoyo de Valls. Yo no me escondo", asegura. El pasado mes de enero, sin embargo, después de dos legislaturas, el alcaldable socialista decidió que ya había caducado este compromiso. Collboni, entre críticas de los socios, abandonó el consistorio cuatro meses antes de los comicios para preparar una campaña en que las encuestas señalan una posible victoria socialista.
El candidato del PSC ha explicado en repetidas ocasiones que aspira a ser el primer alcalde gay de Barcelona. Aunque Ada Colau le arrebató el estandarte LGTBI revelando que es bisexual, el alcaldable socialista considera absurdo entrar en competiciones con nadie por este tema ni hacer bandera. "Celebro estar en un país con una sociedad que puede vivir con absoluta y radical normalidad, tener un alcalde gay. Es muy importante para tener una sociedad que respete la forma de ser de la gente", subraya.
Un hombre que abrió camino y que, para mí, ha sido muy importante personal y políticamente es Miquel Iceta
Durante el paseo con ElNacional.cat, explica que forma parte de una generación "que lo tuvo difícil para salir del armario y llevar una vida más o menos normal", y que cuándo se presentó a las primarias para ser candidato se planteó qué tenía que hacer —"pensaba: no lo digas porque lo ideal es que sea irrelevante qué tendencia sexual tengas, cómo autodefines tu género o cualquier cosa que tenga que ver con tu vida privada"—. Pero un encuentro en su casa con colectivos LGTBI le hizo cambiar de idea, con la voluntad de ayudar a personas en situación menos favorable que la suya. "Aquí hubo un hombre que abrió camino y que, para mí, ha sido muy importante en mi vida personal y política que es el Miquel Iceta. Miquel fue el primer político en este país que abiertamente dijo que era gay. Con una reflexión muy parecida a la que he hecho yo", explica.
Su carrera en el consistorio coincide, no obstante, con un claro momento de regresión. "La ultraderecha ha envalentonado a los homófobos y a los machistas, un sector que siempre ha existido, que lo políticamente correcto los tenía cohibidos y que ahora han salido del armario y, en algunos sectores de la gente joven, de una forma muy violenta y muy radicalizada. La bestia está allí", denuncia antes de revelar que él mismo ha sufrido amenazas homófobas que han acabado ante un juzgado.
He sufrido amenazas homófobas graves. Llevé a aquel individuo ante un juez, que le condenó, claro
"Amenazas graves. Y también dudé de si tenía que denunciar o no. Amenazas por las redes sociales, pero amenazas reales. Decidí llevar a aquel individuo ante un juez, que lo condenó, claro. Y llamé al Observatori contra l'Homofobia, que apuntaran mi caso, porque yo también formo parte de este aumento del 50% de agresiones homófobas que hay en nuestra casa".
Durante el paseo, el candidato acompaña a ElNacional.cat al campo del Martinenc donde "intentaba" jugar a fútbol, de portero o defensa. Collboni abandonó pronto el fútbol y ahora, ha optado por deportes más individuales como bicicleta o parapente. "Hago cosas de riesgo o cosas de reto, pero de manera muy personal, de autosuperación más que de competición", explica.
Hago cosas de riesgo o cosas de reto, pero de manera muy personal, de autosuperación más que de competición
¿Parapente? "Me encanta porque me encanta volar y me encanta la adrenalina y el riesgo y la sensación de libertad, es una mezcla entre libertad y soledad. Es muy especial. No sientes nada, solo el viento. Lo hago en Àger, que es un paisaje espectacular. Tampoco voy todo lo que querría. Pero es una mezcla de eso, no de audacia, de paz, de estar contigo mismo, de sentir el aire y la naturaleza", explica.
El candidato del PSC, que asegura que tiene buena mano en la cocina, explica que cuando acaba la jornada de campaña, hace una "desconexión digital". Si alguien de su equipo tiene que contactar con él, le tiene que llamar al teléfono fijo. Le gusta escuchar música - "ecléctica, rumba, jazz, hip-hop, música barroca, depende del día y la hora. Ahora me está dando por escuchar música de los 60 y los 70"- y lee sobre temas que no tienen nada que ver con la campaña. Ahora, sobre China. Asegura que es más películas que de series, pero que últimamente ha visto La diplomática.
Collboni vive sol, con dos gatos de calle, Aretha y Franklin —la misma semana que la reina de soul murió, recogió a Franklin y dos años después llegó Aretha—. Se casó en el 2011 en el Saló de Cent del ayuntamiento con un productor de televisión, Óscar Cornejo, conocido por ser uno de los creadores del mismo programa Sálvame que esta semana se ha anunciado que pasa a mejor vida. La boda en Barcelona congregó a una amplia representación de celebrities de la televisión. El matrimonio duró cinco años hasta que se separaron. "Ahora somos muy amigos, nos llevamos muy bien", asegura.