El País Valencià es el campo de pruebas de las elecciones generales. Queda claro que la Comunidad de Madrid caerá del lado de Isabel Díaz Ayuso, de manera que las Corts Valencianes se han convertido en el escenario de la verdadera pugna entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en las elecciones autonómicas 2023. Los partidos han trasladado todos sus esfuerzos, ya que la sensación es que el PSOE necesita el Consell para mantenerse en La Moncloa — mientras que el PP lo necesita para llegar: nunca ha habido un Gobierno en manos de los populares sin el apoyo electoral del País Valencià. Así las cosas, los comicios valencianos del 28 de mayo son el preludio a las elecciones estatales de diciembre.

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El problema para el PSOE y el PP es que importará poco cuál de los dos partidos queda como primera fuerza: las miradas estarán sobre el resto de formaciones y en la consiguiente configuración de los bloques izquierda/derecha. La encuesta del CIS para el inicio de campaña electoral ya situó al popular Carlos Mazón como el candidato con más representación (con 31-36 escaños), por delante del socialista Ximo Puig (30-34 diputados). Sin embargo, la derecha no tendría suficientes apoyos para quedarse con el control de la Generalitat: con Ciudadanos en fuera de juego, solo podrían contar con los 8-12 escaños de Vox — con quién no sumarían más que los partidos de izquierdas, ni en la franja más optimista (48) ni en la más pesimista (39).

Unidas Podemos, la clave para reeditar el Botànic

El escenario más probable es la reedición del pacto del Botànic, entre el PSPV, Compromís y Unidas Podemos — siempre según el CIS del pasado 11 de mayo. Los socialistas de Puig mejorarán resultados y obtendrán 30-34 diputados, mientras que los nacionalistas de Joan Baldoví permanecerán en la horquilla de entre los 15 y 19 escaños (a pesar de la crisis con Mònica Oltra). La clave la tienen los de Héctor Illueca, que bajarán hasta los 2-5 diputados... en el mejor de los casos. Su preocupación real es superar el umbral del 5% de los votos necesario para obtener representación en las Corts Valencianes. En caso de no hacerlo, Unidas Podemos desaparecerá y podría dejar en jaque la continuidad del gobierno progresista.

La verdad es que ya hay un precedente de gobierno progresista sin necesitar a Unidas Podemos: es el caso de València. Quedaron fuera del ayuntamiento en las últimas elecciones municipales, pero Compromís y el PSPV sumaron suficientes apoyos para hacer a Joan Ribó alcalde. Si los socialistas y los nacionalistas son capaces de quedarse con sus votos, es posible que puedan reeditar la mayoría de izquierdas. Es por eso que se han puesto en marcha algunas estrategias inéditas, como la de situar a Puig como cabeza de lista en la capital valenciana para intentar mejorar resultados — cuándo hasta ahora había sido candidato por Castelló, su casa.

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El arriesgado pacto del PP con Vox

Es de suponer que la desaparición de Unidas Podemos aumentará las probabilidades de un gobierno de derechas, aunque un pacto del PP con Vox no deja de ser arriesgado. ¿Arriesgado para quién? Para los populares, por descontado. Está por ver si los populares querrán sumar con la extrema derecha a las puertas de las elecciones generales, cosa que podría hacer caer la popularidad de Feijóo. El acuerdo en Castilla y León ha servido de arma para los socialistas, alertando de los peligros de un gobierno ultraderechista. El escenario ideal para Mazón sería no tener que depender de Carlos Flores y lograr una hazaña como la de Juanma Moreno en Andalucía. Pero la realidad es que la mayoría absoluta no es más que una utopía.

La última situación descrita es la que más se aproxima al escenario de las próximas elecciones generales. A pesar de todas las leyes anunciadas, la principal arma de Sánchez contra Feijóo no deja de ser el fantasma de la extrema derecha. Y eso es lo que más limita al PP: que en el actual escenario de fragmentación política (ahora, sin Ciudadanos), la única formación dispuesta a pactar es Vox. Pero el Botànic tiene más armas para sumar una tercera legislatura, que es el trabajo hecho en estos últimos ocho años — con independencia de lo que marca al PSOE desde Madrid. El anuncio pionero de Puig con el IRPF o la fábrica de baterías de Sagunt son algunos de los hitos que las izquierdas pueden exhibir para convencer a los valencianos de cara al próximo 28 de mayo.