Tal día como hoy del año 1939, hace 79 años, las tropas del ejército español sublevado contra la legalidad republicana ocupaban la ciudad de Tarragona. El día anterior, 14 de enero, a las ocho de la mañana, el pregonero municipal hacía público un bando firmado por la autoridad militar de la plaza, al coronel Fernando del Rosal Rico, que ordenaba la evacuación de lo que restaba de la población. La ciudad había quedado fuertemente diezmada por las levas forzosas, los bombardeos de las aviaciones de los regímenes fascista italiano y nazi alemán aliados del bando franquista, las muertes producidas por las enfermedades y el éxodo de personas que buscaban refugio en las montañas próximas a la ciudad.

La evacuación de Tarragona, uno de los capítulos más desconocidos de la Guerra Civil española (1936-1939), se convertiría en uno de los episodios más trágicos del conflicto en territorio catalán. Las aviaciones italiana y alemana, que en el transcurso de la guerra habían lanzado 3.800 bombas y habían provocado la muerte de 230 personas, ametrallaron las columnas de refugiados, indefensos y desarmados, que, con las pocas pertenencias que habían podido recoger, se dirigían a Barcelona. Los refugiados escapaban de la vanguardia de las tropas franquistas, formada por mercenarios magrebíes, que en el Priorat y en el Baix Camp habían perpetrado docenas de violaciones y asesinatos.

Refugiados civiles republicanos de Tarragona / Ayuntamiento de Tarragona

Al día siguiente de la ocupación se iniciaría uno de los capítulos más negros de la historia de Tarragona. El nuevo aparato de dominación formado por Antonio Iturmendi Bañales, gobernador civil, Antonio Aymat Jordà, gobernador militar, José María Fontana Tarrats, jefe provincial de Falange, y José Francisco Grego Grego, presidente de la Diputación, habilitaban el castillo del Rei y varios conventos de la ciudad como penales para presos políticos. Durante las semanas posteriores, los militares y paramilitares franquistas practicaron miles de detenciones. Se celebraron 5.321 consejos de guerra que acabarían dictando miles de penas de confiscación de bienes y de privación de libertad.

Pero lo más trágico llegaría posteriormente. Muchos de aquellos consejos de guerra acabarían sentenciando pena de muerte. Los meses posteriores a la ocupación, los militares y paramilitares sublevados ejecutaron a más de 700 personas, paradójicamente por los pretendidos delitos de "rebelión y sedición". La mayoría de estas ejecuciones se perpetraron en la montaña de la Oliva, junto al cementerio. A lo largo de varios días un camión del ejército español condujo a grupos de veinte a cuarenta personas que eran fusiladas de madrugada. Así se forjó una trágica historia que se transmitiría oralmente y que quedaría gravada para siempre en la memoria de los tarraconenses.

 

Imagen principal: Refugiados civiles republicanos de Tarragona / Museo MOMA. Fondo Robert Cappa. Nueva York