Tal día como hoy del año 1235, las fuerzas navales de la mitra de Tarragona, comandadas por el arzobispo Guillem de Montgrí (Torroella de Montgrí, 1195), completaban la conquista de las islas de Eivissa y de Formentera, hasta entonces en poder de reino taifa de Dénia. Una vez culminada la operación de conquista, la mitra de Tarragona pasó a ejercer la dominicatura feudal (señorial y jurisdiccional) en virtud de los pactos con el rey Jaime I, que había sido el promotor de la empresa mallorquina (1229). La mitra de Tarragona se convirtió en el principal propietario de estas islas, pero el dominio eminente (la adscripción en un edificio político y militar) se lo reservó el Casal de Barcelona.

Acto seguido a la conquista y toma de posesión de las islas, la mitra tarraconense ordenó la expulsión de toda la población autóctona (de religión musulmana y de cultura árabe), que fue embarcada hacia los puertos del norte de África, en aquel momento en poder del imperio benimerín. Y fue sustituida por población cristiana procedente, principalmente del Camp de Tarragona (el gran feudo del conquistador) y en menor medida del Empordà y del Rosselló. Posteriormente, Guillem de Montgrí cesaría como arzobispo de Tarragona, pero seguiría ejerciendo el dominio feudal a título particular. Después de su muerte, este dominio sería ejercido por los arzobispos de Tarragona.

Para promover el establecimiento de nuevos pobladores, cedió la explotación de las salinas (la principal fuente de riqueza de las islas) a la sociedad ibicenca, que conservó este privilegio durante más de cuatro siglos, hasta que en 1715 el nuevo régimen borbónico (en virtud del Decreto de la Nueva Planta) las confiscó y las incorporó al patrimonio de la corona española. Desde la conquista de Guillem de Montgrí, Eivissa y Formentera estarían vinculadas a la archidiócesis de Tarragona durante siglos. Hasta finales del siglo XVIII como parroquia sufragánea. Y a partir de 1782, con la creación del obispado de Eivissa, como diócesis dependiendo del metropolitano de Tarragona. En 1927 pasaría de la archidiócesis de Tarragona a la de València.