Tal día como hoy del año 1700, hace 321 años, en Londres, los representantes diplomáticos de Inglaterra, de Francia y de los Países Bajos firmaban el Tratado de Partición, que implicaba la entrega de los territorios italianos de la corona catalanoaragonesa a la monarquía francesa. Los representantes diplomáticos austríacos, que participaron en aquella negociación, se negaron a firmar, porque el acuerdo final no respondía a sus expectativas iniciales.

Aquel tratado se firmó en un contexto de incertidumbre provocado por el precario estado de salud del monarca hispánico Carlos II y por su imposibilidad de engendrar descendencia. En un primer acuerdo, firmado por las potencias europeas dos años antes (1698), se había alcanzado un consenso, con el nombramiento del infante José Fernando de Baviera como sucesor al trono hispánico. Pero la prematura e inesperada muerte del bávaro (1699) había reabierto el debate.

En aquel segundo acuerdo (1700), se decidió que Carlos de Habsburgo, segundo hijo del archiduque independiente de Austria, y posteriormente candidato de los países de la corona catalanoaragonesa al trono hispánico durante el conflicto sucesorio (1705-1715), sería el sucesor del moribundo Carlos II. A cambio, y en compensación, cedería a la monarquía francesa los reinos catalanoaragoneses de Nápoles y de Sicilia, y los enclaves de la Toscana y el Milanesado (incorporados a la monarquía hispánica durante el siglo XVI).

Aquel tratado no se materializó nunca. Durante los meses inmediatamente posteriores, el partido proborbónico de la corte de Madrid —liderado por el cardenal Portocarrero y promovido y financiado por Versalles— pasó a ocupar las posiciones más estratégicas de la cancillería; e, incluso, falsificó el testamento del moribundo Carlos II, otorgando el beneficio de la herencia a Felipe de Anjou, el futuro Felipe V. Este hecho provocó que Luis XIV de Francia abandonara el pacto suscrito.

No obstante, la monarquía hispánica acabaría perdiendo los territorios catalanoaragoneses de la península italiana e, incluso, Cerdeña. En los Tratados de Utrecht, firmados trece años después (abril, 1713), Felipe V, el primer Borbón hispánico, entregaría los reinos de Nápoles y de Sicilia al archiducado independiente de Austria y el reino de Cerdeña al ducado independiente de Saboya, a cambio de la retirada de estas potencias del conflicto sucesorio hispánico.