Tal día como hoy del año 1897, hace 125 años, en Sevilla, moría María Luisa Fernanda de Borbón-Dos Sicilias, hija del rey Fernando VII y de su cuarta esposa María Cristina de Borbón-Parma; hermana pequeña de la reina Isabel II; tía del rey Alfonso XII y tía abuela del rey Alfonso XIII. Luisa Fernanda de Borbón había nacido en Madrid en 1832 (un año antes de la muerte de su padre y del estallido de la Primera Guerra Carlista, 1833-1840) y había sido casada con su primo Antonio de Orleans, duque de Montpensier (1846-1890), uno de los personajes más oscuros y más intrigantes de la España del XIX (la prensa de la época lo señaló, entre otras cosas, como el autor intelectual del asesinato del general Prim, presidente del Gobierno, 1870).

María Luisa sería el miembro más joven de la "camarilla del bolsillo secreto", creada por Fernando VII con el dinero que cobró por la venta de la Corona española a Napoleón (Bayona, 1808) y promovida por María Cristina de Borbón, una vez había enviudado del rey (a partir de 1833). Esta trama, financiada con dinero opaco, se dimensionó enormemente con el tráfico ilegal de esclavos (en la entonces colonia española de Cuba). Esta trama, también, participó en todos los grandes negocios de la España del XIX (ferrocarril, minas) y, en más de una ocasión, la prensa de la época la señaló como la fuente de financiación de varios intentos de golpe de estado tanto en el estado español como en las jóvenes repúblicas americanas.

Aunque varios gobiernos españoles intentaron confiscar este bolsillo secreto, nunca ninguna autoridad consiguió llegar hasta donde se ocultaba aquella inmensa fortuna. Los que más se acercaron fueron los generales Espartero y Prim (mientras fueron presidentes del Gobierno), pero cuando la policía se presentaba en el lugar donde, presuntamente, se ocultaba aquel fondo, ya había sido trasladado poco antes, muy probablemente por un chivatazo que, con toda seguridad, procedía del mismo aparato gubernamental. Con el derrocamiento de Isabel II (1868), la camarilla del bolsillo secreto (como eran llamados popularmente) trasladaron el fondo a Francia y, según algunas investigaciones, durante aquellos años de exilio lo despilfarraron con una vida de lujo desenfrenado.