Tal día como hoy del año 1641, hace 379 años, en el contexto de la Revolución y Guerra de los Segadores (1640-1652), y tres días después de la clamorosa derrota hispánica en la Batalla de Montjuïc ―a manos del ejército de Catalunya―, el Dietario de la Generalitat informaba de que los Tercios de Castilla habían iniciado la retirada hacia el sur, confirmando la anotación del mismo día del episodio bélico (26 de enero 1641): “No se’n veu ningú, que com a gallines fugiren, que en tal nom se·ls pot donar perquè si hagués envestit aleshores haguera conegut lo valor dels cathalans, no obstant lo havia comensat a conèixer”.

Otras fuentes confirman que los hispánicos, en su precipitada y caótica huida, perdieron más de la cuarta parte de sus efectivos, los cuales habrían desertado; y que gran parte de aquel ejército se dispersó de forma totalmente desordenada hasta llegar a Vilafranca. En el trayecto entre Sants (el campamento efímero que amenazaba Barcelona) y Vilafranca, fueron fustigados y duramente castigados por los Miquelets (la infantería y la caballería ligeras catalanas). Una vez en la capital del Penedès, el comandante hispánico, el marqués de Los Vélez, los pudo reunir y los dirigió a Tarragona.

La derrota hispánica de Montjuïc, pero sobre todo la caótica huida y la deserción de una buena parte de sus efectivos, marcaría un antes y un después en el curso de aquel conflicto. Desde la ocupación de Tortosa (julio de 1640) hasta la batalla de Montjuïc (enero de 1641), los hispánicos no habían conocido la derrota. A partir de Montjuïc, los hispánicos acumularían una larga serie de derrotas (1641-1644) que provocaría una crisis de proporciones gigantescas en la corte de Madrid: la caída y marginación de Los Vélez fue seguida por la de Olivares (el hombre más poderoso de la monarquía hispánica).